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Eduardo Argüello: “Yo soy militar y mi destino final era la guerra”

De los pocos que aún se ven por las calles bogotanas y que han representado el nombre del Ejército colombiano dejándolo en alto, el mayor Argüello nos contó su experiencia dentro del Batallón Colombia, en Corea del Sur.

¿Quién es Eduardo Argüello?

Nací en un pueblo llamado Tena, el 25 de noviembre de 1927, después de pasar los primeros años en mi pueblo natal vine a Bogotá a estudiar la secundaria   becado por el Gobierno Nacional en el colegio de San Bartolomé. Allí solo estuve hasta tercero de bachillerato porque me dio por seguir la carrera de las armas, este entusiasmo surgió porque la Escuela Militar de Cadetes fue al colegio a darnos una charla para reclutar jóvenes, me emocioné tanto que en el año 46 ingresé a esta   academia para terminar el bachillerato.

Luego de un año más de curso militar ascendí al grado de subteniente, en diciembre de 10949. Un año después, en el batallón de guarnición de Bogotá se presentó mi primera oportunidad de ir a la guerra, a raíz del caso de Raúl Haya de la Torre, un político peruano que se asiló en la embajada colombiana de Lima, al presidente peruano esto no le gustó tanto y por eso movilizó sus tropas hacia el sur y lo mismo hizo Colombia. Yo tuve la suerte de viajar a Leticia   formando parte de estas tropas esperando que el conflicto estallará pero nunca lo hizo porque se resolvió por vía diplomáticamente.

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¿Qué sintió cuando le dijeron que debía viajar al otro lado del mundo?

El Gobierno había tomado la decisión de enviar un batallón a Corea, nombró como comandante al teniente coronel Jaime Polanía, comandante del batallón Bogotá, él nos dio la noticia y dijo que quería que fuéramos los que lo queríamos acompañar, pidió que diéramos un paso al frente los que queríamos ir y el 90% lo dio. Con ese 90% viajamos con él como Batallón Colombia y nos embarcamos en el viaje para ir a Corea, por tierra y por mar.

¿Qué le dijo su familia?

Cuando papá lo supo, que supo por la prensa, me llamó y me dijo “¿Qué es esto mijo? ¿Qué te vas para Corea?” y le dije pues muy sencillo, yo soy militar y la guerra es su destino final, es el Batallón Bogotá el que se va, cómo voy a decir que no, así que más bien a rezar por mi. Mi mamá también estuvo de acuerdo, que sea tu voluntad mijo, me dijo.

¿Cuántos años tenía?

Tenía 20 años

¿Dejaba algún amor en Bogotá?

Precisamente a la que es hoy mi esposa.

¿Qué le dijo ella?

El noviazgo empezó en el año 50, a finales, ya había entre ella y yo cierto amorío, así es de que me fui para la guerra dejándola como mi novia. Ella me dio mucho animo, otras me hubiese dicho renuncia, pero no, me apoyó.

¿Qué pasó a su llegada a Corea?

A Corea llegamos en luego de 36 días de viaje, donde nos hicieron un gran recibimiento con todo el gabinete y el presidente, mucha gente con todo e himno nacional. Luego, en buses y camiones, llegamos al campo de entrenamiento de todas tropas.

Eran tropas de diferentes países ¿Cómo se comunicaban? ¿aprendió el coreano?

En esa guerra participaron 21 países, combatiendo 16 y otros ayudando. Coreano no aprendí porque el Batallón fue integrado a un regimiento norteamericano, que pertenecía a la división 24 de infantería, o sea que fue al lado de los americanos, conviviendo con ellos, aprendiendo algo de ingles.

¿Cuáles son las hazañas que más recuerda?

En Corea permanecí más o menos un año, la guerra fue de todos los santos días, pero recuerdo tres acciones militares que se me quedaron grabadas por toda la eternidad.

La primera se le llama el bautismo de fuego, donde se demuestra que el batallón si está en condiciones para dar la guerra.   La segunda fue la gran ofensiva de otoño por parte de todo el ejercito aliado hasta llegar al río Yang Ho., de mar a mar, ejercito del sur y del norte.

Una noche, durante esa ofensiva, dieron 30 minutos de descanso y el subteniente Angarita, confundió el termino, se metió a dormir y los norcoreanos hicieron una emboscada, ellos quedaron encerrados en las bolsas de dormir y mataron a 15 soldados. Pero nosotros llegamos y les caímos con bayonetas y ellos huyeron entonces salvamos a los 25 hombres que quedaron.

¿Cuál sería el tercer momento?

La guerra llegó a   una estabilización de mar a mar, mientras el armisticio que existe aún hoy en día. Ese estancamiento bélico dio lugar a que cada ocho días se cumpliera una misión de combate pequeño, a nivel de batallón. La misión era ver cómo se mantenía el enemigo, tanto ellos como nosotros, ellos de noche porque les gustaba pelear de noche.

Con estas misiones hacíamos reconocimientos ofensivos, pero con el riesgo de perder a alguien. En estos patrullajes, el teniente Camilo Torres, el 31 de diciembre de 1951 tuvo que realizar esta misión pero le mataron cuatro soldados colombianos de los cuales recuperó dos pero perdió los otros dos cuerpos.

Aunque lo intentó, el riesgo no le permitió recuperarlo y los dejó en las fauces del enemigo. La moral del batallón se mermó, pedían que se recuperaran los compañeros,   por lo que el do de enero empezó una misión de rescate y mi pelotón y yo la lideramos.  

Salimos de nuestras líneas a las 2:30 de la mañana en total silencio, conocíamos todo el campo y en medio de un tremendo invierno con capas de nieve de 980 centímetros y teníamos que avanzar como 800 metros y teníamos que hacerlo en total silencio y sin que nos vieran. Vestidos de blanco completamente salimos, arrastrados, sin anda de voces de mando, nada de radios, solo señas, ellos sabían dónde iba yo y ellos dónde iban ellos.

A las 4:30 a.m. arrastrados llegamos allá y con la precisión que nos había dado el teniente Camilo Torres cumplimos esa misión. Los dos soldados más corpulentos se los llevaron al hombro hasta regresar y una hora después, por las mismas zanjas que dejamos regresamos a nuestras tropas. Sin un disparo ni una voz de mando y en completo silencio logramos cumplir la misión de rescatar estos dos soldados.

¿Durante la guerra tenían derecho a descansar?

En Tokio teníamos un descanso cada tres meses, se llaman “rest and recupration”, eran cinco días allí y luego volvíamos a Corea.

¿Qué hacían?

Imagínese, con plata en bolsillo u la geisha al lado, con los compañeros al lado. Nos íbamos a conocer, fui a Nagazaki, la ciudad que fue arrasada por la bomba atómica, ese era el descanso y le sacábamos el jugo al descanso, bien alojados y todo por cuenta por los Estados Unidos.

¿Cuanto les pagaban?

Más o menos 750 dólares, plata que no gastábamos sino en los viajes en Tokio porque todo no lo daba el ejército norteamericano. Toda esta plata se convirtió en un carro ultimo modelo que trajimos todos, en eso se gastaron los ahorros.

¿En qué momento debe regresar a Colombia?

Un año después de permanencia se iban mandando tropas de reemplazo, nos íbamos unas y luego se mandaban otras. Los primeros fueron voluntarios, pero al ver que la cosa seguía en guerra, se llevó por orden a los remplazos.

¿Podía comunicarse con su familia?

Con mi novia nos carteábamos , también con papá, con mamá y mis hermanos. Las cartas se demoraban casi un mes de Corea a Colombia y un mes de regreso, pero escribí de esta forma.

Les contaba sobre la guerra, que me contaran como andaban las cosas por allá, extrañándolos y así nos carteábamos.

¿Cómo iban?

No lo sé, la vía marítima funcionaba más rápido que la vía aérea pero de las dos formas lográbamos comunicarnos.

¿Qué hace a su regreso?

Volví en mayo del 52, nos concentraron en la escuela militar de cadetes por tres días y nos mandaron luego a vacaciones para luego de este tiempo ya sabíamos para dónde íbamos a ser designados al regreso.

¿Tiene alguna herida de guerra?

No afortunadamente no, sanito me fui y sanito regresé. En realidad,   mi batallón, los 40 hombres llegamos sanos y salvos a Colombia, solo con heridas leves pero ninguno muerto.

¿Tiene contacto con alguno de sus compañeros?

No desafortunadamente no, con ninguno de ellos después de todo este tiempo no, pero sí sabemos donde están porque aquí estamos organizados, tenemos tres organizaciones, de suboficiales y soldados, descendientes e hijos y nietos. Probablemente estén pero no creo que pueda recordarlos ni ellos a mi.

¿Cómo recibió la noticia del regreso?

Con una tranquilidad hasta pasmosa, finalmente la guerra es el doctorado de la milicia, la guerra de Corea fue mi doctorado y mi master fue la ida a la guerra al sur.

Estando aquí en Colombia, ¿participó en alguna otra guerra?

Después de regresar la violencia en Colombia estaba en su furor, eran como unos cuarenta o 50 cuadrillas de bandoleros pero no participé pero me quede en Bogotá en el comando en la brigada.

Me destinaron al batallón Nariño, en Barranquilla, luego me mandaron al batallón Bolívar en Tunja, allí nos casamos, luego nos trasladaron a Santa Marta y luego a Bogotá.

Pedí mi baja a los 38 años y me fui pensionado, en ese momento se podía a cualquier edad y con un tiempo de servicio.

¿Ha vuelto a Corea?

He ido dos veces, en compañía de mi esposa una vez, todo por cuenta de Corea, el viaje el alojamiento, los mejores hoteles, es un pueblo que quiere mucho a Colombia por todo lo que hicimos por ellos.

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