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Un llamado de paz desde El Nogal, 12 años después de la tragedia

PUBLIMETRO entrevistó al hombre que trabajaba en la biblioteca del Club El Nogal y que escuchó la explosión a un par de cuadras.

¿Cuántas víctimas dejó el atentado?

36 muertos y más de 200 personas heridas.

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El sábado siete de febrero se cumplieron 12 años del atentado terrorista que enlutó a Colombia. La detonación de doscientos kilogramos de explosivo C-4 y amonio dejó en 2003 un saldo de 36 muertos y más de 200 personas heridas.

Para recordar a las víctimas, El Nogal ofreció un concierto de la Orquesta Nueva Filarmonía, que contó con la presencia de monseñor Alirio López y en el que se envió un mensaje de reconciliación para que el país pueda encontrar el camino acertado hacia una paz definitiva. PUBLIMETRO estuvo en ese evento, en el que la música se utilizó como herramienta para honrar a los fallecidos y mandar un mensaje de reconciliación a toda la sociedad.

Con el paso de los años muchos han dejado atrás las heridas del atentado. Así, aunque algunos lo vivieron de forma cercana y otros lo recuerdan por empatía o por rechazo a cualquier acto de violencia, el tema del Nogal cobra vida cuando en La Habana se discute una salida negociada al conflicto.

Javier León (nombre cambiado a petición de la fuente) no puede dejar pasar un siete de febrero sin pensar que estuvo a punto de morir. Su trabajo, en la biblioteca del club, a veces lo obligaba a quedarse más tiempo para esperar a alguno de los socios, que se demoraba en salir. De allí que el estar puntual ese día en la calle resultó ser la suerte que evitó vivir el momento de la explosión en el club.

León, que salió por la entrada que El Nogal tiene por la carrera 5, para empleados, recuerda haber caminado un par de cuadras hacia la parada del bus cuando escuchó un fuerte estruendo y vio cómo una nube de polvo negra salía despedida muy cerca de donde se encontraba, en el paradero de la Séptima con 77, a una cuadra de la entrada principal del Club. En medio de la confusión, él decidió alejarse del lugar y buscar una cabina de teléfonos para llamar a su familia y decirles que se encontraba bien.

A este hombre le cuesta hablar de ese episodio porque como él mismo dice, no hizo nada heroico y solo por casualidad del destino se alejó de la muerte. Su trabajo, que era temporal, finalizó al poco tiempo, lo que llevó a que borrara de su mente la cercanía que tuvo con la tragedia hasta que cada siete de febrero, por básica memoria viene a su cabeza que se conmemora un nuevo año de la explosión.

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