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Fotos: Aprender les endulzó la vida a madres de Chapinero

Un grupo de 20 madres comunitarias están unidas por dos cosas: las ganas de aprender y el negocio de los chocolates.

lo mejor de la vida es amar con el corazón, educarse con conciencia y emprender con fuerza . » Luz Marina Nuñez, madre y empresaria

En el colegio

26.220

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Madres cabeza de familia se encuentran inscritas en el programa de la Secretaría de Educación para aprender.

Aquella frase que dice que nunca es tarde para aprender es más que un simple refrán para las madres cabeza de familia, abuelas y mujeres de Chapinero, es una filosofía de vida.

Aunque nunca pensaron que podría pasar, llegaron con timidez a estudiar, gracias al programa que desarrolla la secretaría de Educación de Bogotá. “Mis papás no me dejaron estudiar, porque me dijeron que lo que yo tenía que hacer era trabajar y dedicarme a mis hijos y eso fue lo que hice”, asegura Matilde Rodríguez, madre comunitaria y una líder en su barrio.

Sin embargo, Matilde no se dejó amedrentar por su pasado y por la constante desaprobación de sus cuatro hijos y decidió, a sus 61 años, entrar a un salón de clases. 

Por su parte Luz Marina Nuñez, de 53 años, tomó el impulso de volver al colegio al ver a su hijo, de 18 años, entrar al colegio. “Me vine pa’l   colegio a distraerme, aprender y alejarme de ese sentimiento”, dice Luz Marina refiriéndose al recuerdo de uno de sus hijos que un día tomó sus maletas y se fue de la casa.

Las dos mujeres coinciden en que el estudio les cambió la vida, “La educación es gratis, inscribirse no es ‘teso’ y fue fácil estar acá, donde empiezo desde ceros mi vida. Alardeo mucho con eso porque soy una nueva mujer ” dice Matilde, quien además agrega que para ella nunca será tarde para ser enfermera.

Por su parte, Luz Marina afirma que: “empecé a estudiar por iniciativa propia, aunque las docentes de aquí me dijeron algo que nunca voy a olvidar: aprender te va a brindar mejores oportunidades y te vas a superar ” y añade que: «lo mejor de la vida es amar con el corazón, educarse con conciencia y emprender con fuerza».

El chocolate, su dulce negocio

Luego de conocerse en el colegio, las madres estudiantes decidieron, además de superarse en educación, hacerlo como empresarias. Entonces, decidieron crear un negocio de chocolates.

Tomar con sus manos los recipientes y manipular los alimentos con guantes y tapabocas, todos los días en horas de la tarde en casa de Matilde o de otra de las madres, las chocolateras se dan el lujo de decirle a todo el mundo, los más de veinte libros de recetas y de estrategias empresariales que se han leído. “Nuestro negocito va pa’ lante. Eso se los aseguro. Tenemos todo para ser muy grandes”, manifiesta Luz Marina. 

Con tan solo unos pesos y muchas ganas de trabajar por su futuro, se convirtieron en microempresarias expertas en chocolate negro y blanco. “Si no fuera por la alfabetización, no seríamos empresarias. La educación te da el poder de avanzar, dar pasos gigantes y llegar lejos” manifiestan las estudiantes.

“Estudiantes, docentes, padres de familia, les estamos ofreciendo unos deliciosos chocolates con diferentes figuras. Sus precios van desde $100 hasta $20.000. Venga y se da el gusto de deleitarse” recita Matilde para ofrecer los productos ‘El Chocolatero’.

Como Matilde y Luz Marina, 26.220  estudiantes han tomado la decisión de hacer parte del programa de alfabetización de la Secretaría de Educación, que tiene como propósito dar respuesta efectiva al derecho de la educación en población que presenta situaciones como desplazamiento, pobreza extrema, inseguridad, discriminación y falta de oportunidades.

La receta chocolatera

–        Chocolate negro y blanco para fundir

–        Azúcar

–        Manteca de cacao

–        Almendra molida

–        Toque secreto (jamás revelado, pues es el triunfo de su negocio).

La preparación de la receta

Con 125 gramos de chocolate negro, 25 gramos de almendra molida, 1 cucharada de azúcar, 26 gramos de manteca de cacao y el toque secreto, Matilde y Luz Marina hacen realidad su sueño de ser microempresarias, que no solo se esfuerzan por crear los mejores productos, sino un proyecto de vida estable y lleno de esperanza.

Fundir el chocolate junto con la almendra molida al baño María. En un recipiente aparte combinar el azúcar y la manteca de cacao hasta que se forme una pasta cremosa y luego en moldes agregar las dos mezclas y poner un palito de plástico.

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