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¿Está Colombia preparada para legalizar la marihuana?

El proyecto de ley radicado hace algunas semanas en el Congreso, con miras a legalizar la planta para usos terapéuticos, no ha dejado de dar de qué hablar.

Datos de las Naciones Unidas apuntan a que la marihuana es la sustancia ilícita más utilizada en el mundo, pese a que en algunos lugares del planeta su uso ya es permitido.

En Colombia, hace algunas semanas y comenzando el nuevo periodo legislativo del Congreso, el senador por el Partido Liberal Juan Manuel Galán, radicó un proyecto con miras a usar esta planta en los tratamientos médicos, por ejemplo para aminorar el dolor de los pacientes con enfermedades terminales.

Si bien el proyecto hasta ahora es una simple iniciativa, ante la posibilidad de que se convierte en ley fueron varios los sectores que se pronunciaron al respecto debido al uso “recreativo” que de la marihuana se da, gracias sus efectos psicoactivos.

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Sin embargo, la utilización de esta planta asiática se remonta a tiempo remotos en los que, antes de popularizarse como una sustancia psicoactiva, se usaba para sostener barcos, hacer zapatos, sombreros y casas, entre otros.

Una de las propiedades de la planta canabbis sativa es la fibra que se obtiene de ella: el cáñamo. Hay datos que apuntan a que la primera Biblia se imprimió en papel de este material.

Hacia el siglo XIX, el cultivo de este cáñamo era popular en Kentucky y Missouri (Estados Unidos). De hecho, en 1942 y por solicitud del Gobierno estadounidense, los granjeros de este país plantaron 36.000 acres de cáñamo.

No solo eso, sino que hay una pieza audiovisual que data de ese año y que se realizó con el objetivo de explicarles a los granjeros la manera adecuada de sembrar la canabbis sativa. “Para ser cultivada legalmente debe tener un registro y aportar impuestos”, dice el video. “En los suelos donde crece el buen maíz seguramente también crecerá el cáñamo”, explica.

Pese a que ya desde 1914 se habían formulado normas en el sentido de prohibir la venta y posesión de la marihuana –presuntamente debido a que su producción afectaba la industria de otro tipo de materiales como el nylon, por ejemplo-, en ciertos lugares de Estados Unidos, fue solo hasta 1961, y a través de la Convención Única de Estupefacientes, realizada en este año, que la ONU, con la presión del país norteamericano, ilegalizó completamente la canabbis sativa a nivel mundial.

LA DINÁMICA EN EL PAÍS

A Colombia la marihuana llegó por la Costa Caribe, desde donde fue llevada al interior del país. En los años 80 se dio lo que se conoció como la “bonanza marimbera”, gracias a la calidad de la planta que se cultivaba en el territorio nacional que, además de   hacerla atractiva en otros lugares del mundo -especialmente Estados Unidos- volteó las miradas del Globo a Colombia.

La estigmatización como productores de drogas ilícitas acompaña al país hasta estos días y, más allá de eso, constituye la razón de miles de muertes a manos del narcotráfico.

Distintos líderes políticos, sociales y de opinión coinciden en afirmar    que la lucha contra las drogas ilícitas, no solo a nivel nacional sino mundial, está perdida.   Sin embargo, son muchos los que temen que la legalización abra la puerta a un mayor consumo de las sustancias ilícitas. El debate está abierto.

Ante el proyecto de ley de Galán ha habido distintos pronunciamientos. El senador por el Centro Democrático, José Obdulio Gaviria, calificó la iniciativa como un “embeleco” de algunos políticos que quieren estar “siempre en lo políticamente correcto”.

“Mientras no haya una política universal diferente a la persecución y la sanción, creo que Colombia no debe dar un paso diferente a la lucha, porque eso podría demostrar una debilidad del país con respecto a este problema”, precisó el parlamentario.

Antonio Navarro, de la Alianza Verde, señaló el hecho de que, aunque es un tema que se tiene que discutir, “no sé si estemos preparados”.

“El país debe ser consciente en que aquí hay mucha gente con conocimiento de la marihuana y otras muchas drogas, pero si la razón es legislar, ese proyecto tiene que salir de las bases”, dijo Navarro.

Hoy por hoy, el uso de marihuana en el país se hace de manera ilegal y predomina más el consumo interno que la exportación.

OPINIÓN

Álvaro Romero

DIRECTOR DEL PROGRAMA DE MEDICINA DE LA UNIVERSIDAD DE LA SABANA

Uno de los factores de riesgo que puede influir en los jóvenes para facilitar el consumo es precisamente esa percepción como light de sustancias psicoactivas. Cuando algo es legal en la mayoría de las personas se disemina el constructo de validación que hace pensar que el consumo de determinada sustancia es correcto.

Cuando algo es legal se asume que lo legal está bien de manera que no es malo, ni grave, ni es potencialmente peligroso. El legalizar una droga, aunque sea para algunas versiones, puede llegar a ser riesgoso porque de alguna manera puede dar una comprensión atenuada de los riesgos que supone una sustancia psicoactiva.

Otro aspecto es que desde ese mismo contexto de legalización se maneja un concepto que se llama la pendiente deslizante. La pendiente deslizante consiste en que una vez que se aprueba algo porque se ameritaba hacer una excepción pueden aparecer 45.000 casos medio parecidos, algo parecidos con riesgos similares pero que, a pesar de que no son los mismos, al tener la jurisprudencia, es decir una determinación previa basada en esa condición pues termina generalizando.

La aprobación de la marihuana como un uso medicinal puede también abrir la puerta para que se aprueben otras sustancias por ejemplo en el caso de la depresión.

El impacto es más grande que solo el aparentemente de uso medicinal con varios riesgos. El primero es que para poder legalizar la marihuana de uso terapéutico se supone que debí haber generado en la comunidad una serie de cultura del cuidad, de cultura de la prevención. Pero lo cierto es que, al igual que muchas cosas que ocurren en este país, la prevención se hace cuando ya estamos montados en el problema.

La prevención arranca antes de que un suceso ocurra, no después cuando ya esté aprobada la legalización de la marihuana y empecemos a ver que eso está incrementando el consumo.

Lo que preocupa es que en este momento las políticas de prevención son absolutamente pobres y escasas respecto a sustancias psicoactivas y que esto vaya de la mano de la legalización, es riesgoso.

No importa si lo veo como un delincuente o como un enfermo porque es que en ninguno de los dos casos tengo como tratarlo. No hay planes concretos, fuertes y visibles ni de prevención ni de tratamiento del consumo.

Desde el punto de vista de violencia, nadie pone en tela de juicio que una legalización podría de alguna manera ponerle cierto límite al negocio y eso reducir un poco toda la violencia y la guerra del narcotráfico. ¿Cuál es el problema? Que cualquier decisión política no puede descuidar la parte médica porque es que el drama de una persona que consume sustancias psicoactivas, el familiar y personal, no tiene dimensión.

Marcela Tovar Thomas

CONSULTORA EN TEMAS DE POLÍTICA DE DROGAS –COLECTIVO DE DOSIS DE PERSONALIDAD

«Usos medicinales del canabbis: elementos para el debate»

Sin duda alguna, Juan Manuel Galán se anotó un punto, y un punto importante, al darse “la pela” de que su primer proyecto de ley radicado en su nuevo período del Senado sea precisamente permitir el uso medicinal del cannabis. No pasó primero otro proyecto más “taquillero” en el Congreso en donde sabemos, de antemano, existen muchísimos enemigos. Yo, como activista en pro de una reforma de política de drogas no puedo dejar de reconocer el valor que tiene poner este debate en la agenda nacional.

Varios son los congresistas que han venido hablando de la necesidad de una reforma en política de drogas, pero que no han podido concretar con acciones su discurso: un debate específico, un proyecto de ley, al contrario del senador.

Reconocer este “hit” del H.S. Galán, no implica que su proyecto de ley desate en mi más preguntas que respuestas y, por ende una serie de reflexiones que pienso deben ser tenidas en cuenta. Esto, porque el proyecto de ley parece haber dejado de lado, no contemplar dentro de su articulado, ciertas necesidades del contexto de nuestro país, e incluso del debate internacional. Se supone, según el título del proyecto, que esta ley reglamenta el acto legislativo 002 de 2009, en donde se permite el uso médico de sustancias ilícitas. Sin embargo, dicho proyecto tiene escasa reglamentación (por no decir que es casi nula), es decir no tiene ningún desarrollo: busca reglamentar ese acto legislativo pero realmente sólo permite el uso del cannabis. Esto, genera serias preguntas al menos en dos sentidos: por un lado, no incluye otras sustancias como la hoja de coca, con tantos usos medicinales también, o incluso drogas de síntesis como LSD o MMDA. Existen estudios serios de investigación de usos de las anteriores sustancias ilícitas con fines terapéuticos o medicinales: la coca para superar adicciones como el bazuco, curar algunas dolencias musculares y el LSD y MMDA en Boston con MAPS es utilizada como medicamento para superar traumas severos psiquiátricos.

Todas esas investigaciones con excelentes resultados. Es por lo menos llamativo que si se busca reglamentar ese acto legislativo no se haya tenido en cuenta otras sustancias, o al menos la coca tan emblemática de nuestro territorio.

Por otro lado, aún aceptando el intento de reglamentar tan sólo el cannabis para usos medicinales porque, digamos, “por algo hay que empezar” no se entiende cuáles son las intenciones de presentar una reglamentación que, en últimas no reglamenta. Deja por completo en manos del gobierno de turno, incluso la posibilidad de hacerlo, no hay mecanismos pre establecidos que obliguen a llevarlo a cabo, a generar resultados a incluir a la sociedad civil, universidades, centros de investigación, agremiaciones de cultivadores etc. en la construcción de los protocolos ¿cómo puede llevarse a cabo ese tránsito? ¿el Estado es el único que cultiva o puede entregarlo a manos privadas? ¿quiénes serían y cómo se accede a esos derechos? Es una reglamentación, que reglamenta que se debe reglamentar. Estas son algunas de las preguntas que yo me planteo al leer esto. Repito, maravilloso que Galán ponga el debate, pero debe hacerse en los términos que son, pareciera ser que lo que busca es generar un golpe de opinión permitiendo una nueva norma elaborada de tal manera que desde su nacimiento está destinada a ser otro saludo a la bandera que de los que tienen atiborrado a nuestro ordenamiento jurídico.

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