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Los videojuegos y la educación no son enemigos

Cuenta Jorge Iván Toro o Mephistopheles Sonyer, nombre con el que conocen a este videojugador, que durante su época de escuela su abuela le administraba las horas de videojuego como si del mercado se tratara.

Le decía que ese aparato iba a dañar el televisor, que esas lucecitas iban a acabar con sus ojos y, lo más importante que si llegaba a perder algún examen en el colegio, era por culpa de ese fontanero llamado Mario Bros y compañía.

Aunque nada de eso llegó a pasar, cuenta Mephistopheles.

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«Mucha gente creyó ver en las consolas de juegos un enemigo de la educación, pues los niños y jóvenes podíamos pasar horas jugando y saltando con un muñequito bigotón, algo que los papás no alcanzaban a entender», expresó Jorge Iván.

Ahora, las cosas han cambiado. La tecnología abunda en los hogares y los videojuegos han evolucionado a tal punto que puedes llevar tu juego a donde vayas. Sin embargo, papá y mamá mantienen esas inquietudes de antaño, esa preocupación de que su hijo, por estar pegado de los videojuegos, no haga las tareas y evada sus responsabilidades como estudiante.

El deber y luego el placer
Para los expertos el tema es de método, de organizarse y entender que primero es el deber y luego el placer.

El sicólogo clínico Juan Carlos Posada sostiene que el tema pasa por tres principios fundamentales: la disciplina, la motivación y la capacidad intelectual del niño o joven.

En la primera, los padres deben hacer hincapié en que se debe tener un orden para hacer las cosas. Unas horas para el estudio y después unas para el juego, en este caso los videojuegos.

La segunda tiene que ver con mostrarles y explicarles a los hijos que ir a estudiar es bueno, que aprenden a diario cosas nuevas. Motivarlos para que no tomen el estudio como castigo.

«Y por último está la capacidad que tiene el estudiante para entender los conceptos de matemáticas, español, ciencias naturales y demás áreas del conocimiento que se enseñan en las instituciones educativas. Si el niño entiende fácil no deberá esforzarse tanto en el estudio y pasará una hora más jugando con su consola, pero si necesita más ayuda, obviamente se le debe apoyar en el estudio y reducir mucho el tiempo para el juego», precisó el experto.

Ahora bien, varios ejemplos muestran que los videojuegos como cualquier otro hobby, no es ningún impedimento para estudiar y ser responsable con las tareas.

Tal es el caso del último ganador de las Olimpiadas del Conocimiento Antioquia, Juan José Muñoz, quien es fanático al entretenimiento electrónico, pero conoce de lo importante que es estudiar.

«Organizo mi tiempo, hago mis deberes, estudio y luego paso un rato jugando Pokemón. Hasta aprendo a través de los videojuegos, que me ayudan a ser paciente y a pensar para resolver problemas», dijo Juan José.

Algo que también se puede ver en la televisión, por ejemplo, en series como The Big Bang Theory donde jóvenes estudiosos y preparados son fanáticos de los videojuegos.

De vuelta a la historia
Pero volvamos a las andanzas de los gamers y sus épocas estudiantiles.

El diseñador web y móvil, Gabriel Garnica, no tuvo tantos inconvenientes como su amigo Mephistopheles.

Sus padres nunca controlaron su afición por los videojuegos o le echaron la culpa por las fallas en los exámenes.

Le daba tiempo a sus obligaciones y jugaba. Esa libertad él la agradecía con responsabilidad.

«Lo que no le gustaba a mi mamá era que dejara de comer en el recreo para irme a jugar a las maquinitas del barrio, pero en mi casa los juegos electrónicos siempre fueron aceptados», agregó Gabriel quien ya casado no deja su afición y ahora es coleccionista de videojuegos, lo que no interfiere con su labor profesional.

Así pues, unos buenos hábitos creados desde temprana edad facilitarán esas actividades con los jóvenes y sus juegos electrónicos.

Así lo piensa Luz Adriana Pineda, sicóloga del Colegio Benedictino de Santa María, quien sostiene que los juegos de calle se cambiaron por la recreación en las consolas de videojuegos y que ahora cuando llegan las vacaciones los papás no deben bajar la guardia en los límites, aunque pueden ser más flexibles.

«La importancia de los hábitos saludables y rutinas claras combinadas con unas pautas de crianza, coherentes, constantes y responsables frente al tiempo libre desde la infancia, son la clave para que cuando sus hijos lleguen a la adolescencia tengan un factor protector al desarrollar un criterio claro para elegir los ambientes de diversión», añade Pineda.

La sicóloga también asegura que los padres de familia deben evitar los videojuegos con contenidos violentos, de esta manera se previene que «los chicos crezcan con una visión insensible frente a la realidad de violencia y no se convierta en algo «normal»», añadió Luz Adriana.

¿Y los papás?
Mamá y papá son protagonistas sin lugar a dudas en la buena formación de sus hijos. Ellos son quienes negocian con los pequeños de la casa el momento para estudiar y para jugar.

Por ejemplo, Denís Mazo, con su hijo Joshua, organizan su tiempo para que puedan estudiar y jugar con su Nintendo DS.

«Él llega de la escuela, se quita su uniforme, juega un rato y cuando llego a la casa hacemos las tareas. Sin embargo, antes de encender el videojuego, hace también otras labores y le explico que el perezoso trabaja doble y que si no hace primero sus deberes tendrá menos tiempo para jugar o no podrá hacerlo».

Los videojuegos no son un enemigo de la educación, solo hay que tener pautas que permitan al niño y joven comprender cuáles son los deberes y cuáles son los placeres.

Mientras tanto, Mephistopheles seguirá con su afición a los videojuegos, haciendo más grande su colección y demostrándole a otros padres como él, que los videojuegos pueden convivir con el deber.

«No soy asocial, tengo bastantes amigos, gran capacidad analítica y una mente soñadora. He salvado a la humanidad varias veces y rescatado por lo menos a 20 princesas. Una buena persona con familia y pienso que gran parte de lo que soy ahora se lo debo a los videojuegos».

 

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