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El sueño del Ronaldo sirio en un campo de refugiados

Jordania. Para los niños en un campo de refugiados, el fútbol es un escape a la guerra y les da la oportunidad de soñar con un futuro

Casi todas las mañanas, Ibrahim (foto), un niño de 14 años, camina al campo deportivo cerca de donde vive. Le encanta jugar fútbol; de hecho, no le importan los duros ejercicios de entrenamiento que su entrenador le impone al equipo. Ibrahim es una estrella y el mejor delantero en la cancha: ha anotado en cada partido que su equipo ha jugado.

Pero el equipo de Ibrahim no es un escuadrón cualquiera. Está compuesto por refugiados del campamento   Zaatari, el más grande del norte de Jordania. Ibrahim y sus compañeros han huido de sus hogares en Siria. Salieron de las confortables casas donde crecieron y ahora viven aquí, en tiendas de campaña en el desierto de Jordania.

“Llevo jugando fútbol tres años y medio”, me dice Ibrahim durante un descanso de la práctica. “También jugué fútbol en casa, pero este equipo está mucho mejor. Somos varios miembros que tenemos entre 14 y 16 años de edad. Y nuestro entrenador es bueno”.

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Durante generaciones, hombres y niños en todo el mundo se han reunido en torno a un balón. Pero aquí en Zaatari, la modesta pelota de cuero provee terapia: para estas pequeñas víctimas de la guerra, como Ibrahim, quienes viven en carpas hacinadas, sin agua corriente, con padres que no pueden trabajar y donde la escuela está disponible solo una pocas horas al día, practicar algún deporte se convierte en una salida fundamental. Zaatari, que hasta hace poco era un desierto, alberga cerca de 150.000 refugiados sirios. Si se le comparara con una ciudad, sería la quinta más grande de Jordania.

Los refugiados sirios más ricos se instalan en las ciudades. Pero aquí en Zaatari, la mayoría de la gente ha llegado sin nada. La Unión Europea (UE) y sus Estados miembros son los principales donantes en Zaatari y Siria, y han invertido más 682 millones de euros hasta la fecha.

Durante las prácticas el entrenador, Mohamad Hatamleh, un refugiado que vive aquí, trabaja en las habilidades colaborativas de sus jugadores. “Les enseño habilidades básicas, como hacer pases, y trato de mejorar su estado físico, pero también les enseño habilidades para la vida, como el buen comportamiento”, explica Hatamleh.

Como los refugiados no reciben ni tienen permisos de trabajo en Jordania, pasan la mayoría de su tiempo sin hacer nada. Pero Hatamleh vio a unos chicos jugando fútbol y les preguntó si podría entrenarlos. Por supuesto, gratis.

Ahora Hatamleh está entrenando a su equipo para un nuevo evento: el Campeonato de fútbol Zaatari. “Hay tres equipos que estoy seguro de que podemos vencerlos”, dice Hatamleh. “Pero también hay dos o tres equipos que son muy fuertes”. Ni el entrenador ni los chicos se quejan de la suerte de su vida. “Estamos en el desierto y a los chicos les encanta jugar”, menciona Hatamleh. “Lo que más necesitamos es un refugio para los entrenadores y los jugadores que están a la espera”.

En cuanto a Ibrahim, su ídolo es Cristiano Ronaldo. Muchos otros niños en el campamento usan camisetas de Messi. “Ibrahim tiene excelentes habilidades como delantero”, comenta el entrenador Hatamleh. “Mete dos o tres goles en cada partido”.

 

Y ¿cuál es el sueño de Ibrahim para el futuro, además de volver a casa? “Quiero ser el goleador más famoso y el más popular del mundo”.

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