Aunque la Secretaría de Ambiente ordenó la tala de 30.464 árboles entre 2007 y 2012, no sabe exactamente cuántos de esos árboles fueron, en efecto, derribados y, aún peor, si el Jardín Botánico cumplió con su misión de sembrar un nuevo espécimen a cambio del otro que deja de existir.
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El proceso es el siguiente: la Secretaría de Ambiente ordena la tala de un árbol basándose en una denuncia ciudadana o en la observación de alguno de sus expertos. Después, le pasa la lista de árboles en alto riesgo al Jardín Botánico, para que esta entidad se encargue del resto.
El problema, según la Personería, es que no hay un seguimiento de la Secretaría de Ambiente al proceso, por lo que no sabe si el Jardín Botánico cumplió con su deber.
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De hecho, hay 6465 árboles que debieron haber sido talados y aún siguen en pie, poniendo el riesgo a los ciudadanos que transitan cerca de ellos todos los días. El riesgo aumenta, según el organismo de control, con las lluvias.
El costo
Uno de los problemas más complicados en este tema es la falta de presupuesto para llevar a cabo la misión de tumbar los árboles: cada operación cuesta 374.864 derribar un árbol y el Jardín Botánico no tiene presupuesto suficiente. De hecho, dos personas están encargadas del tema en esa entidad.
Según la Personería, el presupuesto destinado por la Alcaldía para ese tema solo alcanzaría para 3500 talas, no las más de 6000 necesarias.
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