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Abelardo Lafuente, el arquitecto de la edad dorada de Shanghái

Shanghái (China), 20 dic (EFE).- Nadie lo recordaba ya, pero el español Abelardo Lafuente (1871-1931) fue uno de los arquitectos más exitosos de la edad dorada de Shanghái, en los ricos años veinte, cuando construyó algunos de los salones de baile más famosos de Asia en aquella mítica capital del dinero y el placer.

El arquitecto madrileño se hizo un nombre en el continente e introdujo el estilo morisco español en China, pero la memoria de todo aquello se había perdido con el paso del tiempo.

Su historia habría quedado en el olvido de no ser por la casualidad y porque otro joven arquitecto, el valenciano Álvaro Leonardo, de 32 años, instalado en Shanghái desde 2009, se empeñó en averiguar todo lo posible cuando encontró el nombre de Lafuente mencionado en un artículo periodístico sobre españoles en China.

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El texto fue publicado en 1949, pero fue escrito antes de 1927, porque también cita a Antonio Ramos, socio y amigo de Lafuente, que abandonó el país ese año, convertido en el gran magnate de las salas de cine en el Shanghái de la época.

Su casa de verano es hoy el edificio más emblemático de los seis firmados por de Lafuente que Leonardo ha encontrado por ahora.

El propio Vicente Blasco Ibáñez habló de ellos en 1923 en «La vuelta al mundo de un novelista», donde dice que «los contados españoles que viven aquí resultan más interesantes y más ricos que los de otros lugares del Extremo Oriente».

«Uno de ellos, llamado Lafuente, es un arquitecto nacido en Madrid, que ha construido el Gran Hotel de Shanghái», también conocido como Majestic, menciona el escritor valenciano.

«Otro, apellidado Ramos, es dueño de las mejores salas de cinematógrafo que existen en esta capital del placer; y Cohen (el millonario de la colonia) posee casi todas las ‘richsas’ circulantes en la ciudad, que ascienden a varios miles, lo que le proporciona un ingreso diario enorme», dijo del negocio de palanquines rodados del español Albert Cohen.

Para Ramos y para Cohen, precisamente, construyó Lafuente los dos edificios de estilo morisco español que quedan aún en pleno centro de Shanghái: los antiguos garajes de la compañía Star, de Cohen, y la casa Ramos, en la turística «calle cultural» de Duolun Lu, donde una placa la identifica solo como «residencia de H. H. Kung».

Allí vivió, en efecto, el primer ministro chino Kong Xiangxi (Kung Hsiang-hsi en la grafía antigua), tras la huida de Ramos entre la violenta agitación política que amenazaba la presencia extranjera en la ciudad en 1927, pero no se sabía más hasta que Leonardo dio con la familia de Lafuente y desempolvaron su correspondencia.

En la casa de Ramos (quien luego en Madrid hizo el cine Rialto en la Gran Vía) viven hoy varias familias chinas, pero en su fachada, entre ropa tendida, cables y extractores, se aprecian aún la cerámica, los arcos y motivos decorativos calcados de La Alhambra, de la que el granadino Ramos quería tener un pedacito en China.

En los Garajes Star, los viandantes todavía se sorprenden con la fachada arabesca del edificio, en plena Nanjing Xi Lu, la principal avenida de la ciudad, y aunque los carteles de los restaurantes que hoy aloja el edificio ocultan gran parte de sus mayores arcos de herradura, los chinos aún perciben su exotismo.

«Sólo queda la fachada, pero mucha gente me pregunta por la historia del edificio, aunque yo solo sé que lo hizo un arquitecto español», dijo a Efe el propietario de uno de los locales, apellidado Jin.

Estos edificios son «el único resto real, tangible, de la cultura española en China», subrayó por su parte a Efe Leonardo, a quien le «sorprende mucho que nadie conociera su obra hasta hoy».

Según Leonardo, Lafuente hizo al menos cuarenta proyectos durante sus años en China, de los que construyó probablemente algo más de la mitad y quedan en pie seis con su autoría confirmada.

Entre ellos destacan el Club Judío, la mansión de la familia Rosenfeld, hoy uno de los restaurantes más famosos de la ciudad, en la antigua concesión francesa, y un edificio de apartamentos junto a la casa Ramos.

Además construyó un club de jai alai (variedad de pelota vasca), rehabilitó el célebre Hotel Majestic (derruido en los años treinta) y fue famoso por sus salones de baile, como el de aquel hotel o, en el mismo estilo, el del actual Hotel Astor, de cuyos espectaculares suelos de motivos ondulantes se hablaba en la época por toda Asia.

José Álvarez Díaz

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