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Corea del Norte pierde a su “querido líder” y prepara la sucesión

Seúl, 19 dic (EFE).- Corea del Norte anunció hoy la muerte de su «querido líder», Kim Jong-il, tras 17 de años dirigiendo el país más hermético del mundo, y prepara la sucesión por parte de su hijo menor, Kim Jong-un, al frente de un impredecible régimen comunista con capacidad nuclear.

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Un infarto de miocardio producido por la «fatiga física y mental» durante un viaje en tren fuera de la capital, Pyongyang, la mañana del sábado fue la causa de su muerte, según la Agencia Central de Noticias de Corea del Norte (KCNA).

El «querido líder», sobrenombre de Kim Jong-il empleado para promover el culto a su persona en Corea del Norte, gobernaba el país desde que en 1994 su padre y fundador del régimen, Kim Il-sung, falleciera, también de un ataque al corazón, a los 82 años.

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El cuerpo de Kim descansará junto al de su padre en el Palacio Memorial de Kumsusan, uno de los puntos emblemáticos de Corea del Norte, tras el funeral de Estado que tendrá lugar en Pyongyang el día 28.

Las autoridades norcoreanas han decretado hoy, además, el luto en todo el país desde el pasado sábado 17, día de la muerte de Kim, hasta el próximo día 29.

El hijo menor del fallecido líder, Kim Jong-un, que se cree que nació en 1983, se prepara para tomar el mando en un sistema comunista basado, desde su origen en 1948, en la doctrina Juché que, ideada por su abuelo, llama a la autodeterminación y la soberanía de un pueblo coreano libre de injerencias extranjeras.

Kim Jong-un, que según comunicó hoy la KCNA goza del apoyo del Ejército y los ciudadanos para hacerse con el poder, ha sido promovido desde 2008, cuando el estado de salud de su padre empeoró notablemente tras sufrir una apoplejía, hecho que despertó entre las elites norcoreanas preocupación por la continuidad del régimen.

Desde entonces el joven ha alcanzado el rango de general de cuatro estrellas en el Ejército norcoreano y el cargo de vicepresidente de la Comisión Militar Central del Partido de los Trabajadores que, junto a sus apariciones públicas junto a Kim Jong-il, le han permitido ganar legitimidad como sucesor.

La muerte del máximo líder norcoreano llega en un momento marcado por la distensión en las relaciones entre ambas Coreas tras la crisis vivida en 2010, después de que Pyongyang supuestamente atacara el buque Cheonan y disparara artillería sobre la isla de Yeonpyeong, dos acontecimientos que dejaron 50 muertos surcoreanos.

Ambos sucesos, de los que Seúl culpa a Pyongyang, llevaron al Gobierno surcoreano a cortar relaciones con Corea del Norte hasta este verano, cuando ambas partes comenzaron a realizar nuevos acercamientos.

Las Coreas y Estados Unidos han mantenido desde entonces varios encuentros para reanudar las conversaciones a seis bandas, proceso orientado a detener las ambiciones nucleares norcoreanas en el que también participan China, Rusia y Japón, y que permanece estancado desde 2008.

Tras el anuncio de la muerte de Kim Jong-il, una autoridad del Gobierno surcoreano reveló hoy a la agencia local Yonhap que la próxima cita entre Corea del Norte y EEUU, programada para esta semana en Pekín, probablemente se cancelará.

Mientras, en las calles de Pyongyang se respiraba hoy calma tras divulgarse la muerte de Kim, aunque muchos de los negocios suspendieron su actividad comercial y ciudadanos provistos de retratos del líder se congregaron para llorar su muerte en torno a los principales monumentos de la capital.

En la vecina Corea del Sur, la sorpresa y la expectación fueron las notas predominantes del día y los ciudadanos permanecieron toda la jornada atentos a la televisión y, sobre todo, a los omnipresentes «smartphones» para conocer las noticias de última hora e imágenes que poco a poco se iban desvelando.

Atahualpa Amerise

Pekín, 19 dic (EFE).- El máximo líder norcoreano, Kim Jong Il, cuyo fallecimiento fue anunciado hoy, mantuvo en sus dos últimos años de vida una intensa relación con China, el mayor y casi único aliado internacional de Corea del Norte, país que visitó en cuatro ocasiones en 2010 y 2011, siempre en el más absoluto secreto.

En años anteriores, los viajes a China habían sido más espaciados (2000, 2001, 2004 y 2006), pero en los dos últimos Kim fue casi un fijo en la agenda diplomática del gigante asiático, que visitó en mayo y agosto de 2010 y otras dos veces durante los mismos meses de 2011.

Las ocho visitas fueron en tren blindado, ante la animadversión que Kim sentía por los aviones, y muchas veces pernoctaba en el vagón, el mismo en el que ha fallecido en su país, a causa de «fatiga física», según la agencia oficial KCNA.

La razón de esta intensidad de visitas no es fácil de concretar, dado el hermetismo de los gobiernos norcoreano y chino ante ellas (Pekín sólo las confirmaba cuando Kim cruzaba la frontera de vuelta a su país), pero según los analistas eran en parte para probar que el mandatario aún se encontraba bien físicamente, pese a los rumores sobre su mala salud desde que en 2008 sufriera una apoplejía.

También se dijo que Kim quería con estos viajes asegurar la sucesión de su hijo, Kim Jong-un, quien con menos de 30 años es el principal candidato a continuar el régimen, y que al parecer acompañó a su padre en algunos de estos viajes, aunque es difícil saber exactamente en cuántos de ellos.

Estos viajes, además, también tuvieron algún componente personal y de «despedida», como cuando en 2010 Kim visitó en el noreste de China la escuela donde estudió su padre, Kim-il Sung, quien tuvo las riendas del país desde 1948 hasta 1994 y para los norcoreanos sigue siendo oficialmente el «eterno líder» de Corea del Norte.

Y en ellas Kim visitó, además, zonas de alto desarrollo económico de China, como el este del país, lo que según muchos observadores lo hacía servir para recoger información en aras a imitar en Corea del Norte el sistema de reforma económica -sin reforma política- que el gigante chino ha implantado desde hace 30 años.

China fue durante estos años el principal suministrador de ayuda humanitaria y energética a la empobrecida Corea del Norte, país ante el que ha intentado mediar en el conflicto por su programa nuclear, siendo Pekín anfitriona de un diálogo a seis bandas (China, las dos Coreas, EE.UU., Rusia y Japón) para la desnuclearización que sin embargo está paralizada desde 2008.

Pekín además se mostró neutral en las fuertes tensiones mantenidas entre las dos Coreas el pasado año, tras el hundimiento de un buque de guerra surcoreano por un torpedo norcoreano que causó 46 muertos, y el posterior bombardeo por parte de Pyongyang de la isla de Yeongpyeong.

Estos dos últimos años de vida de Kim han sido además intensos en actos de exaltación de los lazos chino-norcoreanos, ya que ambos países celebraron a finales de 2009 los 60 años de relaciones diplomáticas (con tal motivo el primer ministro Wen Jiabao visitó a Corea del Norte) y un año después el sexagésimo aniversario de la Guerra de Corea, en la que lucharon juntos contra EEUU y el Sur.

Sin embargo, no todo ha sido perfecto en la tradicional amistad entre los dos regímenes comunistas: para China ha sido difícil en ocasiones lidiar contra las provocaciones norcoreanas hacia sus vecinos Corea del Sur y Japón (sobre todo las pruebas nucleares y de misiles).

Incluso se descubrió, con el escándalo Wikileaks, que los diplomáticos chinos, en privado, no confiaban en absoluto en sus vecinos norcoreanos, y creían que Kim era un líder peligroso para los propósitos diplomáticos de Pekín.

Kim Jong-il visitó China por primera vez en 1983, cuando aún era heredero de la única dinastía comunista que ha existido, reuniéndose entonces con el líder Deng Xiaoping.

Siguiendo esta tradición, su hijo Kim Jong-un visitó en solitario a China en junio de 2009, con tan sólo 26 años, y con el mismo objetivo que el de su padre 26 años atrás, el de garantizarse el apoyo futuro de Pekín, uno de los escasos valedores internacionales de Pyongyang en su perpetuo conflicto con Seúl.

Por Antonio Broto

Tokio, 19 dic (EFE).- Las calles de Pyongyang se encuentran hoy en «calma» tras conocerse la muerte del líder norcoreano Kim Jong-il, mientras algunos negocios han cerrado sus puertas y grupos de personas portan retratos en su honor, informa la agencia nipona Kyodo.

El tráfico fluye con tranquilidad en la capital norcoreana y los ciudadanos mantienen la calma a pesar de haberse conocido a mediodía, hora local, la muerte del dictador comunista, según Kyodo, que cita una fuente diplomática en Pyongyang.

Muchos de los negocios de la ciudad han suspendido sus actividades comerciales, mientras que también se ven ciudadanos reunidos en torno a los principales monumentos de la capital con retratos de Kim Jong-il, agrega la fuente.

«Se ve a la gente ir a sus trabajos como de costumbre y el tráfico está normal», dijo el diplomático, que no fue identificado, antes de añadir que Pyongyang «está tranquilo y las personas se organizan alrededor de los monumentos en las calles» para llorar la muerte de Kim.

Kim Jong-il, de 69 años, falleció el pasado sábado a causa de un infarto durante un viaje en tren, anunció hoy la televisión estatal norcoreana, KCTV.

El dictador norcoreano había sufrido una apoplejía en agosto de 2008 y desde entonces había numerosos rumores sobre su debilitado estado de salud.

Su funeral tendrá lugar en Pyongyang el 28 de diciembre y estará presidido por su hijo menor y sucesor, Kim Jong-un, según la agencia estatal de Corea del Norte, KCNA.

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