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La situación por la que atraviesa Millonarios parece que no tiene final y la semana santa servirá como un espacio para reflexionar de lo poco que se ha hecho en este torneo.
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El ‘calvario’ de malos resultados de local y visitante, continúa y esta vez tuvieron que conformarse con un 1-1 que por poco se convierte en una derrota que hubiera llevado a la ‘crucifixión’ de todo un equipo que no convence en su juego, en su estilo y mucho menos en sus resultados.
La visita a Boyacá Chicó parecía la opción de reconfortarse y sumar tres puntos que bastante los necesitaban, pero los jugadores no entienden el ‘sermón’ de Richard Páez y en la cancha no dan muestras de ser un equipo arrepentido y sobretodo con ganas.
En el primer tiempo no faltaron las intenciones, pero se quedaron en eso porque tal y como ha ocurrido a lo largo del torneo, no hay contundencia y la falta de gol es el mayor ‘pecado’ de los delanteros.
Los dos equipos fueron evidentemente inferiores a las expectativas y a las necesidades y en el primer tiempo no se hicieron daño.
En el comienzo de la segunda mitad, el ‘pecado’ corrió por cuenta del defensa Ignacio Ithurralde que no fue seguro en el cierre y José Erik Correa aprovechó para marcar.
Cuando ya se pensaba en la derrota de los azules, se dio el ‘milagrito’ tras un error del arquero Cristian Bonilla que le dejó el balón servido a Humberto Osorio Botello que se convirtió en el ‘salvador’ y puso el empate definitivo.
Al final del partido los jugadores de Millonarios se mostraron incrédulos en poder clasificar al cuadrangular final: “Difícil, porque se nos fueron los puntos y vamos a seguir luchando cada partido para ver si nos alcanza. El próximo partido será definitivo para nosotros porque si no ganamos será más complicado”, dijo Humberto Osorio.
El próximo partido de los embajadores será ante Junior en Barranquilla donde lo único que esperan es ‘resucitar’.
