Estilo de Vida

Antidieta: ¿y si reconectamos con el placer de comer en vez de dejar de darnos gusto?

La alimentación intuitiva consiste en escuchar los antojos de tu cuerpo, pero también tus límites. La autora Christy Harrison nos habla de la lógica de su libro “Anti-Diet”.

Istock

Para acabar con el mandato de las dietas y recuperar el placer de comer, la autora y dietista Christy Harrison propone plantearse en su libro “Anti-Diet” una dieta intuitiva, centrada en la escucha de las propias necesidades. 

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Casi todas las personas que se han puesto a dieta recuperan el peso perdido en cinco años, así que ¿por qué seguimos tan obsesionados con las dietas?”, se pregunta Christy Harrison.

En su libro, la ex redactora jefe de la revista American Gourmet, que también es licenciada en dietética, explica cómo la cultura de la dieta nos ha ido alejando de lo esencial: ¡el placer!

“El simple hecho de llamar a algunos alimentos ‘buenos’ y a otros ‘malos’ alimenta la culpa y la frustración. Es hora de dar un paso atrás y aprender a comer según lo que nos pide el cuerpo, no según todas las reglas que nos impone esta cultura de la dieta”, dice.

Conocer los límites

Entonces, ¿debemos comer lo que queramos? Sí y no. Según Christy Harrison, se trata más bien de salir de la camisa de fuerza de la privación autoimpuesta.

“Al principio, se abre una fase de luna de miel en la que tendemos a mimarnos. Es normal: ¡la privación fomenta los excesos! Pero poco a poco, el cuerpo entiende que no necesita ‘disfrutar’ y engullir todas las galletas de la caja de una vez, ya que seguirán estando ahí mañana y pasado. Así que llega a la saciedad”, dice.

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Los límites de la alimentación intuitiva acaban siendo los de nuestro propio cuerpo. De nuevo, sería cuestión de escucharlo. “Si tengo reflujo ácido, sé que tengo que reducir el café”, dice. Y si me siento hinchado, intuitivamente optaré por una comida más ligera”.

Necesidades para cada temporada

Christy Harrison también habla de la importancia de adaptarse a las estaciones, y de no sentirse culpable si el antojo de papas fritas y rosquillas nos golpea con más frecuencia en este momento.

“En invierno, como hace frío, naturalmente nos apetecen más alimentos reconfortantes, cálidos y ricos. ¡No pasa nada! El verano nos inspirará a tener más ingredientes frescos y ligeros, porque son beneficiosos cuando hace calor. Depende de nosotros incorporar esta estacionalidad como una función natural de nuestro cuerpo”, dice.

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