Estilo de Vida

Artesanos tejen el chinchorro más grande del mundo como símbolo de reconciliación

Uno de sus mayores objetivos era mostrar los lazos de identidad cultural entre Colombia y Venezuela.

La pandemia ha hecho que muchos sectores deban reinventarse no solo para salir adelante sino para mostrar su trabajo de una manera creativa. Así fue como se tejió lo que sería el chinchorro «más grande del mundo» en nuestro país.

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Y es que este elemento (chinchorro o también conocido como hamaca en otros lugares de Colombia) es patrimonio cultural de diferentes regiones del país, como los Llanos orientales, que tuvo su origen como un instrumento de pesca utilizado posteriormente por los lugareños para descansar.

Tradicionalmente, para su elaboración, se utilizan el cumare, el fique y el cáñamo por sus fibras vegetales altamente resistentes. En la actualidad, se han incorporado fibras de nylon o polipropileno a las cuales se les da vida a través de tintes de variados colores para lograr un chinchorro llamativo y único, además de proteger el medioambiente.

El trabajo de este chinchorro es el resultado del programa ‘Integrándonos construimos futuro’, de la Corporación El Minuto de Dios en el marco del Programa Alianzas para la Reconciliación (PAR) de USAID, ACDI/VOCA, El Consejo de Empresas Americanas y su plataforma Hands for Change.

El objetivo de este programa es construir participativamente iniciativas de integración y reconciliación social con más de 100 participantes y sus familias residentes en Arauca.

La idea era rendir un homenaje a las fronteras que son territorios de hibridación. Como afirma el curador artístico  Álex Brahim, “las fronteras hoy por hoy ocupan un lugar importante en la opinión pública ya que se han convertido en objeto de debate intelectual, político, académico, artístico, debido a la crisis migratoria global, de las cuales el caso Siria y el caso Venezuela son sus máximas expresiones”.

En el caso colombovenezolano, esto adquiere una relevancia mayor ya que, para ambas naciones, la línea limítrofe compartida es la más grande: 2.219 kilómetros.

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Así, a veces los rasgos de identidad de las personas en frontera tienen más en común entre sí que aquellos que pudieran tener con regiones del interior. Esto lo resalta el Embajador para la Reconciliación para Arauca, Luis Peraza: “nuestra frontera está hecha de un río que no nos separa, sino que nos une. Por más que algunos quieran separarnos, es imposible porque tenemos una misma cultura. Cuando uno habla de la identidad llanera se refiere básicamente a una ecoregión cuya columna vertebral es el río Arauca”.

Así, surge la idea de resaltar los lazos de identidad colombovenezolana a través de la representación de este chinchorro, de 4.20 metros de largo por 3.20 de ancho. “Esto es un símbolo de lo que significa esta frontera particular que comparte lazos de identidad cultural, para poder transformar narrativas y fortalecer los lazos de hermandad”, agrega Luisa María Vega, directora regional para Arauca de PAR.

Las voces de los tejedores

Marlene Geudith Santos Florez aprendió a fabricar chinchorros desde niña, cuando su madre le enseñó. Esta muestra cultural es su pasión, su vida. Crear uno de 2.10 metros, le puede llevar hasta tres semanas. El proceso es urdir y tejer, por medio de armarios de madera con tubos de metal. Una actividad de precisión y paciencia.

“Esto toma tiempo. El chinchorro que hicimos, el más grande, nos llevó unos cinco meses en todo su proceso. Había que experimentar de ver cómo se unían, cuánta cantidad de tela se necesitaba y eso”, cuenta. “Me parece que es muy importante, antes uno como araucano iba a Venezuela y compraba cosas. Ellos no tienen la culpa de lo que sucede en su país y me parece que esto es una forma de recibirlos como hermanos”, opina.

Pero el chinchorro no solo está compuesto por el trabajo de tejido. También tiene dibujos alusivos a la cultura llanera, pintados directamente sobre la tela. El encargado de esto fue Robinson Sarmiento, diseñador gráfico y colombiano retornado. “Los niños fueron los que crearon los dibujos, yo los estoy redibujando a gran formato a gigantografía manual”, cuenta. El proceso de traslado de los dibujos fue de cuatro días, mientras procesaba la información.

“Esto es integrar a dos naciones bajo un símbolo en común. En el programa unos somos venezolanos, otros retornados y otros colombianos y cada quien tiene su punto de vista. Esto representa el chinchorro: la unión de miradas que se encuentran en la frontera”, concluye Sarmiento.

El dato

Actualmente, y según datos de Migración Colombia, en el departamento de Arauca viven 47.039 venezolanos y en su capital 23.089.

La cifra

Este chichorro tejido por artesanos mide 4.20 metros de largo por 3.20 de ancho.

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