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¿Quién era Karl Lagerfeld y por qué fue importante para la moda?

El alemán llevó el título de Director Creativo a otro nivel.

Luz Lancheros, MWN

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¿Se acuerdan del Chanel multiusos de Marge Simpson que ella construye y deconstruye y que al final se arruina? Bueno, ese icónico episodio jamás habría sido posible sin lo que hizo Karl Lagerfeld, que convirtió a la marca en un referente universal que sobrevivió revoluciones, al Internet y a las crisis económicas. La hizo un símbolo cultural identificable en todo el mundo y a través de sus desfiles, hizo de la moda un sueño aspiracional, un imaginativo rincón de arte para millones de personas que no solo amaban la moda por sus piezas sino también por lo que genera, aparte de ventas: la posibilidad de irse a otros mundos.

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Así, mientras que en los últimos años el puesto de Director Creativo en las casas de moda parecía un juego de sillas en el que muchos creadores terminaban quemados, despedidos o exhaustos, a Karl Lagerfeld eso no parecía ni tocarlo: director creativo de Fendi por 42 años y también de Chanel desde 1983, era imparable, tanto con las dos marcas como con la suya propia. Reinventó en todo aspecto la esencia de dos casas de moda que en un momento, luego de la mitad del siglo XX, parecían hundirse en la irrelevancia.

Ese método de trabajo espartano (creaba aproximadamente quince colecciones anuales) lo llevó a crear verdaderos espectáculos que mostraban que la esencia de la moda era la fantasía, la aspiración máxima de irse a otros universos. Desfile tras desfile, creaba un frenesí fantástico de arte y moda inspirada en la cotidianidad, en la nostalgia, en los lugares más recónditos. De esta manera, Chanel pasó de ser un cadáver a ser una marca de moda representativa en este siglo. Lagerfeld logró la reinvención de las tradicionales piezas Chanel temporada tras temporada, metiendo en clave de homenaje a la artesanía francesa y cosmopolitismo otras formas de ver la ropa a través del zeitgeist que él reinterpretó muy bien a través de transparencias, cortes, y ese chic tan característico que siempre conservó de la casa.

“Vete, Alemania es un país muerto”, le dijo su madre, quien con austeridad lo crió para ser constante en su éxito. También lo formó para ser ingenioso y viperino, cosa que mantuvo a través de sus frases lapidarias, que en esta era le costaron a veces muchas críticas, como sucedió con Adele y su peso, por ejemplo. Llegó a París en su adolescencia y desde que ganó el premio Woolmark, compartido con su amigo-enemigo Saint Laurent, comenzó a ser un diseñador multitask (trabajó en Balmain y Chloé en sus comienzos). Este papel no solo lo desarrolló como creador de prendas, sino a través de fashion films, caricaturas, libros, fotografía y editoriales. Así mismo asumió el rol de consolidador de su propia marca y de las otras dos que manejaba, haciendo de su obra un elemento adorado y universal. No creía en la figura del artista frágil y pensaba que lo peor era el aislamiento: siempre se empapaba de todo lo que sucedía así mantuviera esa aura distante de misterio a través de la música, sus musas (desde Inés de la Fressange, Caroline de Maigret hasta  Kristen Stewart) e incluso a través de las redes sociales, donde su gata, Choupette, llegó a convertirse en ícono de moda. De esta manera, su obsesión por la novedad, por lo nuevo, fueron constante en su trabajo.

“Con él se acaba una era por varias cosas: yo creo que la era no es tanto la de los directores creativos, sino la última gran figura que queda de un periodo en el que la moda se entendía de una moda distinta, donde el diseñador de algún modo tenía el dominio sobre todo y sobre muchas cosas. Porque de alguna manera él tenía carta abierta en Chanel, obraba bajo su voluntad. Y cuando se habla del fin de una era es porque hablamos de un personaje que de alguna manera representa una institución, es la última persona viva que quedaba representando la Alta Costura de antes de la Segunda Guerra Mundial: él  aprendió del oficio de aquellos que lo aprendieron en los años 20 y 30, llega a los años 50 a empezar una trayectoria de reconocimiento y ese el último gran periodo de esplendor de la Alta Costura”, afirma para Metro  el historiador de moda de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, William Cruz Bermeo.

En el Grand Palais de París se pudo ver, cada seis meses, la prolífica explosión de ideas de un genio con una figura inamovible, casi caricaturesca de su propia imagen. De ser el diseñador pasado de peso enfundado en trajes de Yamamoto, Lagerfeld pasó a ser un ícono con sus trajes de Hedi Slimane y sus gafas negras. Ahí, año tras año, salía a presentarse al público luego de llevar sus creaciones a través de jardines versallescos, barcos enormes, supermercados y casinos, entre otros enormes montajes que le hacían dar a la moda su carácter de gran espectáculo e incluso su orientación política antes de que la misma industria lo supiera  (fueron célebres sus desfiles pro-feministas y el de Cuba). A través de una identidad maleable que era la suya misma le daba vida a uno de los símbolos más universales de la moda. También inyectó una solidez financiera apabullante a las casas de moda donde laboraba. «Lagerfeld fue importante porque en gran parte la idea que tenemos de la moda es la que él construyó. Fue un diseñador que entendió a la moda como un negocio sin olvidar el aspecto artístico, la práctica del diseño. Su influencia en Chanel fue fundamental para que adquirieran los talleres artesanales que estaban por desaparecer. Fue un genio del branding, empresarial y personal. Mucho de lo que hoy entendemos como moda y lujo fue la versión diseminada por él», explica a Metro Tanya Meléndez, Curador Senior de Educación y Programas Públicos del Fashion Institute of Technology.

“Karl transita de esta figura de diseñador hacia la figura del estilista contemporáneo, donde hay un hombre este hombre que supo tranformarse a pesar de su edad. Lo conocimos como alguien que diseñó para Fendi, Chanel y a sí mismo y  también se consideró a sí mismo una ficha capaz de interpretar lo que pusieran. De eso es de lo que estamos hablando. Y es una cosa importante, el nacimiento de un mito, porque de alguna forma creó un aura de misterio sobre su propia imagen y construyó una imagen reconocible para mucha gente y reconocible en el tiempo. Hablamos de una figura tan mediática, tan de reconocimiento por la cultura pop, específicamente la europea, que en 2009, la campaña por el uso de chalecos amarillos en Francia para las motos, la representaba él. Eso habla de su dimensión. Con él muere la época época del diseñador superestrella:  las firmas se niegan ahora contratan esas grandes figuras y ponen ahora figuras más silenciosas. Ahora estas son conscientes de cómo esos diseñadores podían pender una sombra sobre la propia marca o eclipsarla, como el caso de John Galliano en la misma Dior”, explica Cruz Bermeo.

«Con él muere la época época del diseñador superestrella:  las firmas se niegan ahora contratan esas grandes figuras y ponen ahora figuras más silenciosas»

«Un muchacho Karl Lagerfeld,  un poco melancólico que demostraba su artificialidad en podia mimetizar cualquier autor que quisiera: con unos pocos trazos hacer a cualquier diseñador. -Habilidad que aprovechó cuando canalizó a la propia Coco Chanel, no para ser Lagerfeld -Chanel, sino para detrás de la misma puerta con el mismo letrero MADAME hacer lo que el siente hubiera hecho ella. Llegar a la Rue Cambon en los ochenta y ver y hacer que la moda pasara de unas decenas a cientos de personas en la École de Beaux Arts hasta los miles en le Grand Palais, hasta los millones que ven sus imaginarios a través de Youtube. La moda mundial ahora es de un alcance que las marcas del xx jamas alcanzaron», explica a Metro el coolhunter y estudioso de la moda Gustavo Prado, creador de Trendo.mx y quien habla en este video sobre el legado del «Kaiser». 

«Él es para mi una figura equivalente a Andy Warhol. Alguien que a través de su creación cambió a la moda, a los mundos del comercio y el marketing. Un innovador y una figura -fría, seco, malencarado- entrañable, que todos podíamos amar y que es el dulce sonido seco de la puerta que se cierra del siglo XX», concluye Prado.

¿Quién podrá sucederlo en esa enorme capacidad de reinvención personal y creativa? ¿Quién podrá, como él, estar en la cima de la moda cuando él vio el ascenso y caída de tantos colegas ? ¿Quién podrá sucederlo para convertirse a sí mismo en un ícono y en esa máquina, como él mismo se definía? Lagerfeld significó una forma de ver el mundo, la moda y una época de esplendor que él reinventaba con íconos, looks, musas, imágenes y trabajo imparable. Larga vida al rey.

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