Una preocupante realidad están enfrentando las autoridades japonesas que ven día a día como su población va envejeciendo.
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Según datos de Bloomberg, la población japonesa se ha convertido en la de mayor edad en el mundo y el 27.3% tiene más de 65 años.
Eso ha llevado a que desde 1980 a 2015 “el número de adultos mayores que viven solos aumentara más de seis veces, a casi 6 millones de personas”, detalla.
De ese número, la mitad de las mujeres vive en condiciones de pobreza en relación con la población en general.
Además, una encuesta de 2017 realizada por el gobierno de Tokio entregó datos reveladores, ya que “más de la mitad de las personas de la tercera edad hurtaba en tiendas” y el 40% no tiene familia o rara vez habla con cercanos.
La pobreza y la soledad han llevado a que las mujeres cometan pequeños robos en tiendas de retail y de alimentos para ser detenidas por la policía. Con ello buscan caer en prisión, lugar donde además de compañía tiene todo lo necesario para subsistir.
Los datos indican que 1 de cada 5 mujeres en las cárceles japonesas son adultas mayores y de ellas, 9 de cada 10 fueron declaradas culpables de hurto.
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Esto está generando todo un inconveniente en el sistema carcelario, ya que los costos han aumentado de gran manera.
La publicación indica que “los costos médicos anuales en las instalaciones correccionales superan los 50 millones de dólares y que aumentaron un 80% respecto a la década anterior”.
Por último, los problemas también se han extendido al personal de las prisiones, ya que las gendarmes se están “convirtiendo” casi en enfermeras de un hogar de ancianos y más del 30% de las trabajadoras de las correccionales renunciaron a sus puestos en los últimos tres años.