Sabemos que lleva 4 años trabajando en su siguiente álbum, cuéntenos de este proceso
Es un viaje total porque llevé mi estudio a distintas partes, en vez de traer a los músicos al estudio. Me fui buscando el origen de cada género que iba a hacer parte de este álbum y así encontré historias espectaculares en distintos lugares como Montería, Sincelejo, Barranquilla, Cartagena… Y empecé a contagiarme nuevamente de todos estos sonidos tan caribes y tan nuestros que traen vallenato, pero también traen cumbia, merengue, champeta, porros.
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Esto es lo que yo quise hacer en todo este álbum, historias de amor y desamor que trajeran musicalmente todos estos géneros y para eso estuve aquí en Colombia, pero también me llevé todos estos sonidos hacia Estados Unidos, donde viven la gran mayoría de mis amigos compositores con los que he co-escrito canciones. Así logramos hacer este álbum en distintas partes. Por eso es que también se llama Desde mi ventana, porque desde ahí pude mirar hacia adentro qué era lo que me hacía falta. También el nombre llegó mirando ese símbolo icónico que es una ventana desde un avión, desde un carro, desde tantos vehículos en los que nos movilizamos y cómo me llevaron a recorrer esas distintas partes del mundo. Lo que estoy haciendo es invitar a la gente a que lo vean a través de mis propios ojos y de mi música.
Cuéntenos de esa exploración musical, que es el resultado de lo que venías haciendo de varios años atrás, sumado a lo que vimos en Viajero permanente
Bueno, este sería mi quinto álbum y mi segundo solo. Lo que yo quería en un principio era dejar de lanzar sencillos y empezar a aglomerar esas pequeñas canciones en grupos de 4 o 5, lo que llaman EP’s. Ya después resultó siendo un disco completo. Hay una frase de una canción que se llama Una Invitación y dice /una invitación a ver el mundo desde mi ventana/. Por eso entonces el primero era como un viajero permanente, que hace una invitación a ver ‘mi mundo’ desde ‘mi ventana’. La situación actual nos llevó a hacerlo así y hoy en día este álbum cuenta con quince canciones. Como tengo tantas canciones ahí, quería volverlas un disco… ir un poco en contra de la corriente de lo que va pasando hoy en día en la música comercial de lanzar solo sencillos.
Para mí era importante mostrar el cuadro completo y no a retazos, que la gente supiera que todo este viaje de cuatro años atrás tiene un significado y un sentido, de equivocarme, de acertar, de hacer cambios en la producción, de buscar esa canción que hacía falta para completar ese cuadro, el color que hacía falta. Así fui dándome también permiso para no ser como ese Gusi de hace 14 años que empezó su carrera, que quizás quería sacar el disco rápido, sino un Gusi un poco más pausado que también tenía derecho a tomárselo con calma y a hacer un disco soñado.
«Fui dándome permiso para no ser como ese Gusi de hace 14 años que empezó su carrera, que quizás quería sacar el disco rápido, sino un Gusi un poco más pausado que también tenía derecho a tomárselo con calma y a hacer un disco soñado».
15: El número de canciones de este álbum
¿Cómo ha visto esa evolución desde lo que salió en 2014 versus lo que está haciendo hoy, cómo ve esa comparación entre lo primero y lo que está haciendo ahorita?
Hay muchas similitudes en cuanto a que mis letras de amor y desamor siguen estando ahí, en que soy autor de todas las canciones y en que sigo manteniendo mis ritmos y mis sonidos muy latentes. El acordeón ha estado presente, he estado experimentando con otros sonidos en este álbum, pero también lo hice en su momento con el álbum Al son de mi corazón (2014). Quizás ese es un disco más orgánico porque no tiene sonidos electrónicos o programados como hoy en día se hace con el pop, y pues eso muestra realmente como una década empieza a transformarse, en cuanto a los sonidos.
Siempre he tenido un vínculo con el pop en la manera de cantar, de percibir, de escribir y de percibir la música. Y la parte folclórica, la parte que nos trae como esa raíz de la colombianidad, el vallenato, la cumbia, champeta, el porro, toda esta música para mí ha sido una inspiración total y no quiero que muera, no quiero que por eso entonces la música actual ya es un teclado, una programación y ‘chao’. Sí, la gente baila pero no está la güira sonando (hace el ruido del instrumento), no están los tambores ahí y para mí eso es muy valioso e importante y, ¿por qué una figura joven no lo puede hacer y seguir manteniendo lo que han dejado otros artistas? Para no ir más hondo, esa era mi percepción de por qué hacer este álbum, ¿y cómo ha cambiado? Pues sí, de pronto el pop de ahora es un poco más urbano y por eso entonces algunas cosas se programan, pero sigue habiendo cosas muy reales como las que me fui a buscar a través de este viaje por Colombia.
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¿Cómo hace para moverse entre las canciones de amor y las de desamor, todo dentro de un mismo álbum? ¿Cómo hace esa transición para que se sienta orgánica?
Eso, para mí, creo que es el reto más grande, lograr que las historias de amor y desamor no sean parecidas porque cuando ya sacas un disco completo, tienes que buscar las tonalidades, los ritmos y las temáticas. Para mí son momentos donde si llego a tener una historia muy parecida a la otra, me toca entrar en una encrucijada y decidir por cuál me voy. Y eso es un bonito problema (risas).. pero sí me gusta ser muy autocrítico con mis obras, con mis canciones y por eso también me gusta coescribir con distintas personas, así como también escribir cuando escribo solo, me gusta recibir el aporte de otros compositores que te traen ese toque especial que hace que una canción sea distinta a la otra. Llegan palabras distintas, llegan maneras de componer distintas, en ese momento resulta que estaba lloviendo cuando te levantaste, estabas por allá en otra ciudad y ese olor a café en la mañana te trajo una idea de hacer una canción nostálgica, pero de pronto al otro día estás en Miami y el sol es espectacular y ves un mar divino, inmenso y estás como en la buena onda y te encuentras a un pelado como Camilo y a Mau y Ricky, y te dan unas ganas de hacer una champeta… eso es nuestra vida como compositores y como artistas de buscar los colores en las situaciones y ver como los adaptamos a cada canción. Muchas canciones quedaron por fuera del álbum, pero unas de ellas, por ejemplo, las saqué para este álbum porque en su momento me dijeron: “no, esa canción no sirve”. Las canciones también tienen su momento y su historia detrás.
¿Cuál es la herramienta que le ha ayudado a aprender a hacer esa edición determinante para que el álbum tenga una identidad final?
Claramente los golpes, porque uno a veces cree que es ‘LA’ canción, la lanzas y no pasa nada. Esos golpes de la experiencia sin duda alguna son los que principalmente me ayudan a no ser tan terco, porque cuando uno está más adolescente es así. Y eso en todas las situaciones de la vida, no solo haciendo música. Después empiezas a devolver el cassette y dices: ¡mucho pendejo! ¿Por qué así? ¿Por qué hice esto así? Pero eso viene dentro del paquete de ser adolescente y de ser una persona que está creciendo y está germinando, que está madurando una idea, pero ya en esta etapa de mi vida, donde ya digo: ‘listo, tengo cinco álbumes, voy a echar pa atrás, ya los tengo aquí pegados en mi estudio’… y miro pa atrás y miro el primer álbum y digo: “¿por qué tenía puesto ese collar?”. Ese pelado que estaba en ese entonces creando una historia, tiene una conexión con el de ahora, y la pregunta es cómo este disco va a marcar una etapa distinta de mi vida y en eso está nuestro día a día, en marcar momentos, etapas. En eso nos la pasamos todo el tiempo, autocrítica, experiencia y también experiencia de los demás, de tanta gente que se me ha acercado.
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