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“Siempre he querido tener el disco que tengo ahora”: Chichí Peralta

Conversamos con el músico a propósito de su concierto el próximo 31 de agosto en el Chamorro City Hall de Bogotá y sus proyectos venideros

Chichí, para los dominicanos, es una forma de llamar a los niños pequeños. Y con este apodo casero el percusionista se hizo conocido en nuestro país, donde muchos le dicen Chichi, sin el acento. Ahora, Pedro René Peralta Soto, por su nombre de pila, regresa con su banda para cantar los clásicos con los que ha hecho bailar a varias generaciones, y nos trae la noticia de un nuevo disco.

Hay mucha expectativa por su concierto, ¿hace cuánto no venía a Colombia?

Llevo un buen rato de no ir, al menos 15 años, pero siempre mantuve el contacto con músicos y amigos de allá. Siempre los llevo adentro. De hecho, el próximo disco que estoy preparando tiene mucho, pero mucho de Colombia. República Dominicana y Colombia tienen un lazo de corazón que no se puede romper aunque uno se ausente por un tiempo, y Colombia, de todo Latinoamérica, sigue apoyando el legado de la música tropical, bailable y romántica. Eso es muy bonito, yo creo que es una de las virtudes más grandes de los colombianos, además de gustarles el baile y la música del Caribe.

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Su música tuvo bastante éxito en nuestro país, así que es interesante que se fije en nuestros sonidos para su próximo trabajo, cuéntenos un poco más…

Yo te voy a decir algo que no muchas personas saben, pero yo tengo una fijación con el entrelazado del toque de los tambores africanos, como el sonido de Petrona Martínez, las venas alegres, el trabajo del Flaco Vives, todo el trabajo que han hecho muchachos emergentes como Dangond, Jimmy Zambrano y Gusi, a quien considero el relevo idóneo de nuestra música porque tiene un know-how folclórico cultural con una voz muy bonita, y además es un gran ser humano. Yo considero que uno puede ser el mejor músico del mundo, pero si no es primero un buen ser humano no vale de nada. Volviendo a lo anterior, recuerdo una vez que visité Cartagena por el primer Festival de Música del Caribe, a mí se me quedó impregnado cuando salía a la playa y escuchaba los grupos de música tocar vallenato. Escuchaba la caja a lo lejos con el sonido del mar (imita el sonido de la caja), luego me volví seguidor y comencé a estudiar todo lo que hacían personas como el Joe Arroyo, a quien pude conocer, Jairo Varela, etc. Lo que más me gusta es lo fuerte que está el folclor de Colombia en los colombianos, a pesar de todas las transculturizaciones. Es similar a lo que pasa aquí con el merengue y la bachata; vienen géneros diversos, pero la gente se mantiene en la música tradicional. Yo siempre estoy buscando los colores autóctonos de cada país, y Colombia no es la excepción, tengo una historia de corazón con el país, es casi mi segundo hogar.

Sabemos que le gusta conocer instrumentos nuevos de cada país que visita y que también le interesan los sonidos de países como Japón. ¿Busca los sonidos o diría que se deja encontrar por ellos?

Esa es una pregunta muy profunda, es interesante porque esa es una de las cosas más complicadas de explicar. Llega un punto donde eso se confunde. Hay sonoridades que se te presentan, y aunque las quieras poner y hacer, en el momento tal vez no llegan. Por ejemplo, hice una canción que se llama Amor samurái, y la tenía, pero no fue hasta que me reuní con artistas japoneses que pude terminarla. Yo llevaba un tiempo estudiando la nomenclatura de instrumentos japoneses y estudiando cómo fusionar esa música con la de nosotros. Luego esa bachata fusión que tuve como resultado se pegó en las emisoras japonesas, y así nos invitan a Japón a dar charlas. Son situaciones mágicas, a veces el sonido te encuentra, y a veces tú lo encuentras. Pa’ mí, es como una cita, y llegan a un punto común en el que la música hace ese entrelazamiento.

Además de ritmos como la bachata, usted es un nombre importante en el merengue, ¿qué opinión tiene del merengue que se hace hoy en día?

El merengue siempre será eso, merengue. Hay algunas vertientes, algunas fusiones nuevas con cambios de patrones rítmicos que no sé si podrían hacer que el merengue cambie de nombre porque dejaría de serlo. Si tú sacas la caja del vallenato o le pones algún toque que no sea el de los patrones rítmicos habituales, si le cambias la cadencia, el tono o la sonoridad, habría que ponerle vallenato pop, u otra cosa. Eso es como el rock; hay rock alternativo, rock pesado, heavy metal, y así. Pero creo que en este caso vamos bien con eso, porque La Ciguapa, por ejemplo, salió hace 22 años, y tiene la misma cadencia de lo que se está haciendo hoy en día. Para mí eso significa que la fusión ya era intrínseca, ya estaba en lo que estábamos haciendo. Nosotros hemos sido siempre un proyecto de fusiones que ha ido transformándose a través del tiempo. El disco que estoy haciendo es uno de los más fusionados que he hecho, por ejemplo. Siempre he querido tener este disco, pero en la búsqueda hice todo lo otro que ustedes conocen ahora. Espero que los seguidores lo disfruten, los invito a que así sea.

 

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