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“Somos animales que cuentan historias”: Juan Gabriel Vásquez

PUBLIMETRO habló con el escritor sobre los relatos que componen su nueva obra, además de las cuestiones que lo interesan, como el pasado y las preguntas que espera que los lectores respondan por su cuenta luego de leer sus líneas.

De Vásquez, muchos recuerdan El ruido de las cosas al caer (2011), libro que además le valió el premio de novela Alfaguara ese mismo año. El escritor no ha bajado la pluma desde entonces, y luego de dos novelas (Las reputaciones, 2013 y La forma de las ruinas, 2015) este bogotano dio la sorpresa a finales de noviembre pasado con un libro de cuentos que tituló Canciones para el incendio.

«Este libro son nueve cuentos, cuatro de esos los había escrito yo en los últimos 10, 12 años más o menos. En una época en la que estaba concentrado en las novelas que he venido escribiendo, pensando en término de novela, y viendo el mundo a través del género de la novela. Esos cuentos eran pequeños momentos de regresar a un género que siempre me ha gustado como lector. Después de mi último libro de ensayos sobre la novela, justamente, sentí que de alguna manera había cerrado un ciclo con ese género y tuve ganas de volver al mundo más íntimo y más privado de los cuentos. Entonces agarré esos cuatro relatos que eran los mejores de la docena que había escrito en los últimos años, escribí otros cinco en los últimos años, y eso es Canciones para el incendio», cuenta Vásquez cuando se le pregunta por su regreso al cuento.

A pesar de cambiar de género literario, hay algo que el escritor no ha dejado de lado, y es su interés por el tema de la violencia. Sus lectores más fieles saben que esta es una cuestión en la que Vásquez ha puesto la lupa a través de sus relatos, donde explora los momentos de quiebre en la vida de las personas, las imágenes que no se borran con facilidad e la cabeza y producen insomnio. «Escogí estos cuentos con una cierta vocación de unidad, yo quería que los cuentos dialogaran entre ellos, que tocaran de maneras distintas los mismo temas. Todos tienen en común el hablar de alguna manera de esos momentos en que la violencia nos pasa cerca, o nos toca indirectamente. El otro punto que tienen en común es el examen del pasado. Todos los personajes están, de alguna manera, recordando. Están tratando de encontrarle sentido a un recuerdo remoto, a una memoria», explica el escritor.

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Conocer para escribir, o escribir para conocer

«Al contrario de lo que se suele decir, yo no creo que uno escriba sobre lo que conoce. Uno escribe sobre lo que lo sorprende, lo que creía conocer. Hay un momento cuando uno descubre que no conoce algo tan bien como creía», dice Vásquez en tono decidido. Esto le ha generado una curiosidad especial por entender su entorno. «Eso me pasa a mí con mi ciudad y mi país, son lugares que yo creo conocer y que por una revelación me di cuenta que no conozco. Ese sentido de desequilibrio de lo impredecible es lo que me mueve a escribir. Todos los cuentos tienen una relación muy directa con esto porque todos están basados en vivencias, en cosas que me pasaron a mí, en gente que me contó historias», dice, y ejemplifica con un relato específico. «Por ejemplo, me fui de gira con un grupo de corridos mexicanos por España con la intención de escribir una crónica sobre ellos, y termino enterándome de más cosas de las que quería. Todos los cuentos tienen en común eso también, parten de un hecho que me mueve el suelo».

El pasado y la razón por la cual no lo dejamos ir

«Es una muy buena pregunta», dice Vásquez, quien ya no se interesa por dar respuestas, sino por crear preguntas en las que cada quien pueda sentir una inquietud, sobre todo con temas universales como el pasado y los recuerdos, y partir de ahí para repasar relatos. «Yo creo que lo que nos pasa es que somos animales que cuentan historias, esto es lo que nos distingue. Parte de esas historias que nos contamos es una narrativa sobre la propia vida. Todos estamos contando constantemente, no necesariamente con palabras, sino también con nuestra manera de actuar, o la forma en que nos vestimos, estamos contando una historia, dando un relato sobre nosotros mismos a los demás. Entonces nos cuesta mucho trabajo cuando algo viene a sacarnos del relato, cuando hemos construido una versión coherente de nuestra vida y hemos contado un cuento de nuestra vida armado a lo largo de los años y de repente algo rompe la coherencia de ese relato. Eso es muy difícil de aceptar. Eso es lo que pasa con la muerte de alguien que queremos, con todo lo que nos pasa y que no es decisión nuestra. Cuanto más brutal y más difícil, peor, nos rompe la idea del cuento que hemos estado escribiendo sobre nosotros mismos. A mí esto me ha interesado siempre, ver cómo lidiamos con esto».

Compartiendo algo de lo que ocurre detrás de la creación de sus libros, Vásquez habla de los autores a quienes admira, y en cuyas frases se busca cuando pierde el rumbo, especialmente aquellos que apoyan su filosofía de no dar respuestas, ni intentarlo. Es allí donde Vásquez encuentra sus motivos como escritor. «Yo escribí los cuentos como suelo escribir mis libros, con dos o tres frases de los autores que me importan a la mano. Son una especia de brújula para cuando uno está perdido. Una de las frases para este libro es de Chéjov [Anton Chéjov, escritor y dramaturgo ruso], para mí el cuentista más importante de mi santoral privado. Él decía en una carta que la obligación del escritor no es dar respuestas, sino formular las preguntas correctas y de la mejor manera posible. Interrogar las situaciones, hacer preguntas de una manera compleja que nos permita una especie de iluminación. Producir ese momento en que el lector dice, ‘caramba, esto es así en la vida de verdad’. Que sepa reconocer algo de su propia vida en los cuentos, esto es lo que yo persigo.

Entre sus personajes también está él, como escritor, narrador y figura dentro de sus propias historias. Esto, ya que según explica, no hay forma de inventar un personaje para contar las vivencias propias. Esta maniobra le resulta extraña, y prefiere alejarse de esta herramienta narrativa y permitirse ser una voz dentro del relato. «Cuando yo escojo narrar algunos cuentos desde mi propio nombre lo hago porque por alguna razón misteriosa eso es lo que lleva a un lugar nuevo. Se me mete en la cabeza que contar tal o cual historia inventando el narrador o una personalidad de alguna manera va a quitarle el valor a la historia que estoy contando, o no va a conducir a ninguna iluminación o un descubrimiento, o simplemente va a ser inverosímil. Hay un cuento que parte de un día que pasé como extra en una película de Roman Polanski, ese día las emociones que me causó y las curiosidades que me provocó y que solo pude resolver escribiendo un cuento, su potencia, era el hecho de que me había sucedido realmente», cuenta.

Las novelas que vendrán

Para felicidad de sus lectores, Vásquez ya se encuentra repasando las ideas de sus próximos libros, acompañando en su maduración a estas obras que llevarán su estilo político y tendrán que ver con hechos históricos. «Paso muchísimos años con las ideas antes de sentarme a escribir. Pueden ser hasta 10 años, y ahorita tengo dos o tres ideas dando vueltas por ahí. Estoy esperando a ver cuál se vuelve más urgente. Son ideas para novelas, vuelvo a la novela después de este momento de recogimiento con este libro de cuentos. Son novelas inevitablemente políticas, como las últimas que he escrito», prometió el autor.

 

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