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Herman Olivera, leyenda de la salsa, regresa a Colombia

Bautizado por Eddie Palmieri como ‘El Sonero del Siglo XXI’, Herman Olivera se presenta este 16 de agosto en Bogotá.

Hermán Olivera es el puente entre el ayer y el hoy, como dice en “El Heredero del sabor”, tema de su producción La voz del Caribe, hecho en Venezuela. En su música están las raíces del son, la guaracha, el son montuno, el guaguancó, la rumba, el Cha-Cha, y todos aquellos patrones rítmicos que luego se denominaron como salsa. Pero también es un puente entre mundos, desde niño su vida transcurrió entre los grande edificios de EEUU y la casa de sus abuelos en Puerto Rico: una finca de mucha vegetación y animales con los que se alimentaban.

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Hermenegildo Olivera Suárez nació en New Jersey el 30 de enero de 1959. De padres puertorriqueños, desde niño quiso ser músico, aunque su primera fijación, el trombón, no sería un anhelo cumplido: “Mi sueño de ser trombonista se esfumó, le perdí el interés después de varios intentos, pero sigo siendo un trombonista frustrado (risas), pues desde que tengo el uso de razón también me incliné por el canto”, explica a este medio.

Su padre, también de nombre Hermenegildo, y su madre, Emma Suárez, emigraron de Puerto Rico a EEUU con el éxodo de la década del 50 en busca de un mejor futuro: “llegaron a Newark, New Jersey, en 1956, como muchos  puertorriqueños que salieron en esa década buscando mejores ingresos, empleo y levantar a la familia”, narra Herman. Durante el período de 1950-54, más de 237 mil isleños llegaron a EEUU, cerca de 47 mil por año. Un número que, valga decir, hoy está siendo superado, pues se calcula que entre 2010-14, 263 mil personas abandonaron la isla.

Herman se declara hijo de la década del 70, cuando el boom de la salsa reventó en Nueva York: Ismael Rivera, Cheo Feliciano, Héctor Lavoe, Chamaco Ramírez, Tito Rodríguez, Vicentico Valdés, Machito, Benny Moré y los boleristas Lucho Gatica y Felipe Pirela, fueron algunas de esas voces que lo marcaron: “Es la mejor década para este género y puedo decir que para todos los géneros. La música que se hizo en aquellos años aún sigue vigente. Fue cuando me enamoré de lo que se dio a conocer como ‘salsa’. Mi estilo sigue siendo influenciado por los 70”, declara.

Fue de niño, en una de las escuelas que estudió en EEUU, cuando una profesora se rindió a seguir intentando pronunciar su nombre y lo rebautizó como Herman. Creció con la gran colección de discos de su padre, una que tenía al trío Los Panchos, el Cuarteto Mayarí, el Trío Vegabajeño, entre otros. Sus tíos Aníbal y Luis Suárez cantaban, y el primero tenía su trayectoria en Puerto Rico. Quizás por esta herencia desde los 15 años lo invadió la idea de ser músico: “Entro por primera vez a cantar con La Justicia, ahí comenzó todo, la historia a nivel local”, recuerda. En este entonces, entre 1976-77 tocó también con orquestas como La Sónica y posteriormente el Conjunto Caramelo.

Sin embargo el camino apenas comenzaba. “No tardó mucho tiempo en que apareciera en mi vida una persona a quien respeto mucho, admiro y lo considero un segundo padre: Pupy ‘El Callejero’ Cantor”, narra. Fue Pupy quien una noche se acercó junto con Herman al maestro Many Oquendo, los hermanos Andy y Jerry Gonzalez, y les dijo “este es el muchacho del que les hable”. Ahí comenzó otra historia, con el Conjunto Libre, en donde hizo resonar su voz durante once años y cinco discos.

Cuando arrancó con esta agrupación tenía 19 años. Sin academia encima, pues para él el cantante nace con un don natural que se va perfeccionando, se dedicó a hacer escuela de la mano de personajes como Manny Oquendo o hasta de Héctor Lavoe. “Manny fue una figura paternal e instrumental en mi desarrollo como músico profesional. En el Conjunto Libre me dieron las herramientas y fundamentos que necesitaba”. También al recordar a Héctor Lavoe, señala: “fue y sigue siendo una gran influencia para mi, al igual que muchos otros grandes soneros intérpretes de lo que llamamos Salsa. Compartí mucho con él desde 1978 hasta su accidente en 1988”.

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Luego llegó Eddie Palmieri, el mesías, como lo llama Harlem. “Conozco la música de mi padrino musical desde que contaba con 12 añitos, fui y sigo siendo fan”, dice. Conoció al maestro en 1993 y empezó a trabajar con el medio tiempo. Ya para 1995 entra  de lleno y en el 1998 grabó el álbum Rumbero del Piano. “Él me bautizó como ‘La Voz Del Caribe’ y ‘El Sonero del Siglo XXI’, este segundo ha quedado más marcado en mis seguidores, pero yo me sigo llamando Hermenegildo Oliver Jr.” dice Hermán entre risas. Más tarde, entre otros proyectos, también tendría una corta aparición con la Spanish Harlem Orquestra  para grabar el álbum Un Gran Día en el Barrio.

Pese a semejante hoja de vida, es un personaje bajo perfil. La fama no está en su agenda, ni el glamour de ser artista. “Soy un hombre humilde de unos principios muy modestos. Yo no creo en la fama, es 100% efímera. Creo más en el arte y mi norte siempre ha sido hacer buena música, aprender a cantar bien. Soy un estudiante de la vida y sus vivencias”. Para él lo otro son asuntos superficiales que desvían el enfoque y que “cuando abres los ojos el golpe debe ser muy duro”.

Dice que la salsa lo salvó “de la calle y de todo lo problemático que nace con el argot callejero”. Por eso la señala como su religión, su estilo de vida, sustento y “modus de vivendi”.  Una vocación a través de la cual narra sus vivencias, al tiempo que homenajea la vida. “Canto a lo que otros se oponen a cantar; porque tienen que seguir una cierta línea que la disquera les impone o los obliga. Yo canto lo que me da la gana y envío mensajes genuinos, directos y con contenido”.

Herman estará de visita en Colombia el jueves 16 de agosto en Galería Café Libro a las 8 pm, donde  espera seguir conquistando con su voz y ser ese narrador guarachero que siempre ha sido.

 

 

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