El músico colombiano Santiago Cruz decidió alejarse de lo tradicional para encontrar una nueva forma de vivir la música con Trenes, aviones y viajes interplanetarios, su sexto álbum de estudio el cual fue grabado en Brasil por el reconocido productor Mario Caldato Jr.
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La producción discográfica, que en esta oportunidad incluye colaboraciones de diversos artistas como Elsa y Elmar, Vicente García y Sebastián Yepes, también refleja en su iconografía el momento que vive el nominado a los Grammy Latino: su rol como padre de dos pequeños, Violeta y Salvador.
En PUBLIMETRO hablamos con el artista sobre los trenes, los aviones y los viajes interplanetarios, y sobre las veces en que el galardón que entrega la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación se le ha escapado de las manos.
Con Trenes, aviones y viajes interplanetarios da un salto al vacío para ir en búsqueda de nuevos caminos artísticos. ¿Cómo le fue?
Bien, este es mi sexto álbum de estudio… ¡Lo digo y no me lo creo todavía! Estar hablando de una sexta producción en mi carrera puede sonar fácil, pero son varios años y es mucho trabajo. En Trenes, aviones y viajes interplanetarios le apostamos a un cambio de sonido, de estética y a una propuesta más fresca.
¿Cómo ve este trabajo discográfico?
“Con la imagen de este disco se nota que soy papá de un par de chiquitines, que tengo libros para colorear en mi casa, que tengo animalitos de peluche por todas partes. Se nota que regresé a vivir a Ibagué, la ciudad donde crecí, y que me puse en contacto de nuevo con mi infancia y mis raíces”, Santiago Cruz, cantautor colombiano.
Personalmente me tiene muy contento, porque este trabajo está rodeado de buena energía. No quiere decir que los otros discos no la hayan tenido, pero esta produccón la siento con algo muy especial.
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Después de tres discos grabados en España, Trenes, Aviones y Viajes Interplanetarios, fue producido en Río de Janeiro (Brasil)…
Yo tenía la ilusión de trabajar con un productor del que soy fiel seguidor y admirador: Mario Caldato Jr. Él es brasilero, pero desde hace muchísimos años vive en Los Ángeles, y además ha trabajado con artistas tremendos así que yo quería hacer algo con él. Lo contactamos, le pareció buena la idea, y nos dijo que creía que era bueno que grabáramos el disco en Río de Janeiro.
¿Qué tal la experiencia de grabar allí?
¡Fue maravilloso! El estudio era en Botafogo, un barrio tradicional de Río de Janeiro. Yo no iba a hacer un disco de bossanova ni de samba. Cuando grabé en España no estaba haciendo discos de flamenco (risas).
Pero su trabajo se tuvo que dejar contagiar por la música brasilera…
Un día de mierda sí tiene algo de samba, candombe –un ritmo del sur del continente, de Uruguay y Argentina- incluso hay un poquito de champeta en el precoro de la canción. Por eso este tema nos quedó con un ambiente que se puede interpretar como muy brasilero.
¿El idioma no fue un obstáculo al momento de estar en el estudio con músicos cariocas?
Nos era más fácil hablar en inglés, a pesar de la cercanía del portugués y el español. Sin embargo, uno piensa en su lengua nativa y le toca hacer traducciones en su mente primero, y al fin y al cabo uno no termina diciendo lo que quiere.
Pero esto fue un plus, porque la aproximación al repertorio de los productores fue exclusivamente musical…
Sí, eso fue un activo muy grande en el disco en la medida que la selección de las canciones no fue tanto por lo que estuviera diciendo, sino simplemente por la línea melódica. Se puede decir que las letras de las canciones son el punto fuerte, y muchas veces uno se queda con el “qué se dijo” por encima del “cómo se dijo”. En este caso era muy importante el “cómo”, porque queríamos que la línea melódica tuviera valor y riqueza.
¿Y en cuánto a la iconografía?
El título Trenes, aviones y viajes interplanetarios se presta para jugar mucho. Al principio, cuando decía el nombre del disco, la respuesta inicial era una carcajada seguida de un “¿en serio así se va a llamar?”. Además, tenía la idea de que la carátula de la producción no fuera la típica imagen del cantautor mirando al horizonte con cara de nostalgia. Yo quería una ilustración, aunque no me escapé de aparecer ahí.
¿Quién es Horacio en este disco?
Horacio es un animalito. Yo quería un personaje que nos acompañara en la narrativa del disco, tratando de buscar un hilo conductor. Creo que por influencia de mis hijos apareció este zorro que se ha vuelto todo un personaje.
Usted está radicado en Ibagué. ¿Quiere volver a sus raíces musicales o es por su familia?
La razón de volver a Ibagué no es muy musical. La decisión de vivir allá tiene que ver con la crianza de mis hijos y la libertad que uno tiene de crecer en una ciudad así. Yo viví eso, aunque la Ibagué de ahora es muy distinta, más moderna.
En el anterior disco había una canción para Violeta, su primera hija, ¿En este no podía faltar la canción para Salvador, su segundo hijo?
Estábamos grabando Mi súper héroe y mi esposa me mandó el video de Violeta haciendo reír a Salvador. El audio es divino y está en la canción, El bebé soltó una carcajada que no es habitual, porque él es demasiado cascarrabias, no sé de dónde, creo que es muy del lado de su madre (risas). Así que is hijos, oficialmente, ya tienen sus créditos en el disco.
¿Cómo describe al Santiago Cruz del 2003, cuando lanzó su primer disco, al de ahora?
El Santigo Cruz del año 2003 era muy inconsciente y desconectado conmigo mismo. Afortunadamente, con los años he ganado un poco más de consciencia de mí mismo y de mi entorno.
Y en cuanto al Grammy Latino, ¿será que con Trenes, aviones y viajes interplanetarios si se dará?
Sería chévere. Ya son tres nominaciones y uno sale aburrido cuando terminan llamando al otro (risas). No voy a decir que a todos los artistas nos pase igual, hablo por mí. Uno no es ni mejor ni peor por ganarse un premio, y el que no se lo lleve tiene que salir de ahí a continuar con sus discos y conciertos.