Entretenimiento

Carlos do Carmo, testigo de la muerte y resurrección del fado en Portugal

Lisboa, 22 ene (EFE).- A sus 75 años, Carlos do Carmo continúa la senda iniciada por Amália Rodrigues para dotar al fado de una dimensión internacional, una «batalla» que puede considerar ganada tras convertirse en el primer portugués en ganar un Grammy.

«Raro», «intenso», «bello», «especial», «nostálgico», «misterioso», «minoritario» o «mágico» son solo algunos de los calificativos que utilizó el artista para definir este género, que espera nunca llegue a ser «mainstream» pero que aboga por utilizarlo como embajador de la música popular lusa más allá de sus fronteras.

En un encuentro con periodistas extranjeros en Lisboa, Do Carmo repasó su dilatada carrera como testigo de excepción de la muerte y posterior resurrección del fado en su país, una vez dejó de ser identificado con la dictadura.

Recomendados

«Esta es una canción muy especial, que pertenece a un grupo de músicas raras, como el flamenco o la samba, que emanan del pueblo. Es por eso que los fados antiguos son tan tristes, tan llenos de dolor. Era la narrativa de la pobreza», razonó.

La evolución del género permite hoy otras variantes «más abiertas y alegres, sobre cosas positivas», aunque la forma de cantarlo no cambia.

«Es necesaria mucha entrega, nunca sentir indiferencia. Si cuando das un concierto en Finlandia le gustas a un finés que no entiende tu idioma es solo por los sentimientos que la canción provoca, porque le llega al alma», explicó.

Do Carmo defendió que el arte está siempre ligado a la historia de los pueblos y es un reflejo de su evolución. Portugal no fue una excepción.

«Nosotros éramos -en la dictadura de António Salazar, de 1933 hasta 1974- un país muy cerrado, lo que hizo al fado un género en el que predominaba la tristeza. Con el 25 de Abril y la llegada de la democracia en dos años sufrimos una profunda transformación de forma brusca», argumentó.

En su opinión, al encontrarse de un día para otro con la libertad y la apertura, los portugueses se volcaron en la década de los 80 en la música anglosajona, un período en el que surgieron los primeros grupos importantes de rock luso, contexto en el que el fado quedó «como algo extraño».

«Yo mismo estuve cinco años sin cantar en la televisión, la radio no emitía nuestros temas, solo las casas de fados siguieron funcionando», rememora ahora.

Esta falta de interés obligó a destacados artistas lusos como el propio Carlos do Carmo o Amália Rodrigues -la mayor diva y estrella de la música de toda la historia de Portugal- a trabajar más en el extranjero que en su propio país.

El punto de inflexión se produjo con la muerte de la gran dama del fado, en 1999. Un funeral de Estado, tres días de luto nacional y el traslado de sus restos al Panteón Nacional -fue la primera mujer en gozar de ese honor- son prueba del impacto que tuvo en la sociedad lusa su adiós.

«Probablemente fue el evento más mediático de toda mi vida, durante una semana los medios no hablaron de otra cosa», recuerda Do Carmo, hijo a su vez de una fadista de la misma generación que Amália.

«A los jóvenes, que no la conocían ni a ella ni al fado, oír esa voz única les provocó una sensación extraña (…) y se empezó a entrar en una nueva dinámica», aseguró el artista, sorprendido todavía por la llegada de sangre nueva al género, dominado ahora por las mujeres.

Aquel momento coincide con la aparición de Mariza, una de las mayores artistas lusas de la actualidad, y desde entonces se han sumado voces como Carminho o Gisela Joao, que suben con fuerza también en las listas de más vendidos.

Carlos do Carmo admite que el mayor inconveniente del fado es «que no se baila», una característica que le perjudica en términos visuales.

«El fado ya se bailó, pero llegó la dictadura y lo prohibió porque era un tipo de danza muy lasciva, erótica. Se dejó de bailar entonces, pero creo que volverá a ser danzado en una nueva fase», auguró.

Declarado admirador de Sinatra, al que considera en el fondo «un gran fadista», Carlos do Carmo también es conocido en Portugal por su declarado apoyo a los movimientos de izquierda, lo que le ha granjeado simpatías y antipatías a partes iguales.

«Portugal vive ahora uno de los momentos más difíciles», lamentó el cantante, quien decidió pronunciar su discurso al recibir el Grammy en la lengua de Camoes -y no en inglés como inicialmente pensó- como un «guiño» a sus compatriotas.

«Entendí que este tipo de cosas ayuda a reforzar la autoestima de los portugueses -esgrimió-. La autoestima no mata el hambre, pero ayuda».

Tags

Lo Último

Lo que debe saber


Te recomendamos