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La española Coixet abrirá la Berlinale con “Nadie quiere la noche”

Berlín, 9 ene (EFE).- La película «Nadie quiere la noche» («Nobody Wants the Night»), de la directora española Isabel Coixet y con Juliette Binoche en su papel principal, abrirá la sección oficial de la Berlinale, el 5 de febrero, anunció hoy la dirección del festival internacional de cine de Berlín.

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La película, de producción hispano-búlgara-francesa, cuenta asimismo entre sus papeles protagonistas con el irlandés Gabriel Byrne y la japonesa Rinko Kikuchi, con quien ya trabajó Coixet en «Mapa de los sonidos de Tokio».

«Me satisface tener ese filme en la apertura del festival. Isabel Coixet muestra en él un impresionante e intenso retrato de dos mujeres en una situación extrema», apuntó el director de la Berlinale, Dieter Kosslick, en un comunicado.

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Se trata de una película de amor y de aventuras, en que Binoche interpreta el papel de una mujer que, en 1908, busca de Boston a Groenlandia a su marido, un explorador, para compartir con él el descubrimiento del Polo Norte.

La cinta, con guión de Miguel Barros, fue rodada principalmente entre paisajes nevados de Noruega, en un plató de Bulgaria y finalmente en la isla de Tenerife (Canarias).

Coixet regresará así a un festival del que es un rostro habitual, ya que ha presentado anteriormente ahí cinco largometrajes como directora, junto a un sexto filme firmado por un colectivo de realizadores, e integró el jurado internacional de su sección oficial, en 2009.

En 1996 debutó en la sección Panorama, fuera de concurso, con «Cosas que nunca te dije», y posteriormente entró en la competición de su sección oficial, primero con «Mi vida sin mí» (2003) y luego con «Elegy» (2008).

Fuera de concurso presentó posteriormente el documental «Escuchando al juez Garzón» (2011) y además estuvo presente en el festival como miembro del colectivo de directores del documental «Invisibles» (2007).

Su última visita a la Berlinale fue en 2013, con «Ayer no termina nunca», en la sección Panorama Special, fuera de competición.

Nueva York, 9 ene (EFE).- Isabel Coixet es, desde hoy, la primera cineasta española en inaugurar uno de los grandes festivales del mundo, la Berlinale, el mismo que la descubrió con su obra de debut y que arrancará con «Nobody Wants the Night», rodada en el círculo polar ártico y que define como la película «más difícil» de su vida.

«Es un festival que me lo ha dado todo, que de alguna manera me ha legitimado como directora. Cuando yo había hecho ‘Cosas que nunca te dije’ no es que a nadie le gustara, es que nadie la quería ver y todo el mundo me decía que estaba loca. El hecho de estar allí significó: ‘bueno, existo'», explica al directora en una entrevista con Efe en Nueva York, donde ha recibido la buena noticia.

«Cosas que nunca te dije» se estrenó en 1996 en la sección Panorama, pero pronto Coixet dio el salto a la competición con «My Life Without Me» (2003) y «Elegy» (2008), si bien nunca se ha llevado uno de los cotizados Osos de Berlín.

«Con un oso de peluche o un Paddington me conformo. Soy de muy buen conformar», bromea, aunque con Darren Aronofsky como presidente del Jurado Oficial no acaba de ver la conexión. «Si lo decimos por ‘Requiem for a Dream’ a lo mejor. Si lo decimos por ‘Noah’ no sé…», añade.

Aun así, Coixet irá el 5 de febrero a Berlín dispuesta a medirse a nombres como Terrence Malick en la pugna por el palmarés con una película que, protagonizada por Juliette Binoche, Rinko Kikuchi y Gabriel Byrne, cuenta la historia de Josephine Peiry, la mujer del explorador ártico Robert Peiry.

Peiry es «una mujer valiente, temeraria, muy estricta y cabezota» que en 1908 decidió ir a buscar a su marido a Ellesmere, en Canadá, justo para celebrar que él había descubierto el Polo Norte, pero en el accidentado trayecto vive una aventura épica en la que establecerá una peculiar relación con Allaka, una inuit.

Igual de épico y de peculiar ha sido el rodaje, cuyos exteriores se tomaron en el círculo polar ártico de Noruega a temperaturas bajo cero, recuerda la directora.

«Llegar al rodaje era una aventura. Ya llegabas helado. A partir de ahí, conseguir pensar y hacer la lista de planos del día… cada cosa era un esfuerzo. Mover a los 80 perros, a los trineos, la comida era espantosa…», rememora.

La idea original, no obstante, no era suya, sino del guionista Miguel Barros, experto en ambientes naturales extremos desde «Blacktorn», de Mateo Gil, ambientada en el salar de Uyuni (Bolivia).

«Escribió un guión impecable, extraño, impredecible. Lo primero que pensé al leerlo es que era maravilloso, lo segundo cómo se puede hacer. Todavía hoy pienso: ¿cómo lo pudimos hacer?», asegura Coixet, que dice, entre bromas: «Si ahora me ofrecen hacer ‘Interstellar 2’ la hago».

Pero «Nobody Wants the Night» aunque arranque «con hielo, perros, avalanchas, gente que se cae el hielo e inuit», acaba siendo «otra cosa», dice la realizadora catalana.

Esa «otra cosa» es un territorio bien conocido para la ganadora del Goya por «La vida secreta de las palabras», lo que llama «la extraña intimidad que se crea entre dos mujeres que son tan diferentes».

«Si que hay algo que está en todas mis películas, es el culto a la intimidad. Retratar esa intimidad, el hacer que el espectador se sienta testigo de una intimidad que le está vedada», describe.

Y en ese «universo femenino enclaustrado en un mundo profundamente masculino, como era el de los exploradores del ártico», Coixet reconoce que acaba conectando más con el supuesto primitivismo de Allanka que con el carácter occidental de Peary.

«Me identifico más con la esquimal que con Josephine Peary. Estoy en un momento, como dicen en Nueva York, de ‘no bullshit’, de ser absolutamente políticamente incorrecto y decir lo que pienso y me parecen las cosas. De intentar ser fiel a lo que realmente siento», asegura.

Por eso dice que no le gustaría, en principio, volver a Cannes tras los abucheos recibidos por «Mapa de los sonidos de Tokio» por la siguiente razón: «Cuando en un restaurante he discutido con alguien o he tenido un desengaño amoroso, yo no puedo volver a ese restaurante».

En Berlín, en cambio, aunque sabe que la primera película «es la que se expone a que te den todos los palos del mundo», también entiende que «abrir la Berlinale significa que los del festival nos van a hacer una fiesta increíble y que la película tendrá más posibilidades de verse en todo el mundo».

Y, de paso, Coixet aportará un poco de exotismo a la alfombra roja, no solo por ser la primera española en inaugurar la Berlinale, sino por probablemente ser también la primera en llenarla de esquimales para que acompañen a Binoche, Byrne y Kikuchi.

«Quiero que venga el equipo inuit. Han hecho un trabajo enorme en la película», concluye.

Por Mateo Sancho Cardiel

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