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El viaje que devolvió a Henri Matisse el gusto por los tejidos en Troyes (Francia)

Troyes (Francia), 28 jun (EFE).- El museo de Arte Moderno de Troyes (noreste de Francia) inauguró hoy una exposición dedicada a uno de los grandes del arte moderno del siglo XX, Henri Matisse, en la que a través de pinturas, diseños, papeles pintados y tapicerías refleja la parte menos conocida de su obra, su creación textil.

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El pintor, de cuya muerte se cumplen 60 años, estuvo influido siempre por los ambientes relacionados con la cultura de las telas, desde sus abuelos, que eran tejedores, hasta su propia ciudad de origen, Cateau-Cambrésis (noreste de Francia), conocida por la importancia de su industria textil.

Estas influencias le dotaron desde muy temprana edad de una sensibilidad por las formas y los colores que influyó en sus obras de arte y se plasmó definitivamente en diseños de costura a partir de los años treinta del siglo XX, en los que hace un viaje a Tahití a la edad de 60 años.

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«En su travesía no puede pintar porque tiene una enfermedad que le provoca dolor en el brazo y los médicos le recomiendan reposo, por lo que se dedica a descubrir nuevos paisajes y luces, que tienen una influencia considerable en su obra y en la renovación de su trabajo», explicó a Efe el director del museo, Olivier Le Bihan.

Matisse se dedicó en este retiro a la contemplación y a la realización de diseños, se mezcló con la población local y descubrió las telas tahitianas, decoradas con figuras geométricas y fabricadas artesanalmente.

Este viaje le sirvió de inspiración para realizar a su vuelta a París «Papeete» y «Tahiti», sus primeros grandes diseños para el mundo textil, dos versiones de la misma imagen de las cuales solo la primera será tejida, por el empresario tapicero Marie Cuttoli.

En el primero utilizó colores apagados, de poca intensidad y que no daban demasiado contraste, mientras que en el segundo apostó por fuertes tonos rojos, azules y verdes, más acorde con el estilo que pretendía conseguir.

De estas influencias tropicales también se sirvió el francés para realizar los paneles de papel pintado «Oceanía» y «Polinesia», en gran parte gracias a las fotografías que tomó en el viaje del mar y el cielo.

«Como no podía pintar a causa de su enfermedad, compró una cámara como un turista cualquiera, con la que hizo fotos muy bellas, como pájaros en pleno vuelo o efectos de contraste del follaje de los árboles que utilizó para sus diseños», comenta el director del museo.

En la materialización de sus ideas juegan un papel importante las Manufacturas Nacionales, como la de Beauvais, que fue la encargada de elaborar los tapices de «Polinesia», de los que existen las versiones «cielo» y «mar» y que fueron fabricados en diferentes tonalidades de azul y blanco.

La otra gran fábrica francesa especializada en estos tejidos era la de Gobelins, creada por el rey Luis XIV, y que fue la encargada de fabricar el tapiz de «Mujer con laúd» (La Femme au luth), una pintura del holandés Johannes Vermeer que Matisse adaptó para la ocasión.

Su obra textil, no obstante, no es muy amplia, en parte debido a la avanzada edad a la que comenzó a diseñar, pero también por su desconfianza a que los tejedores no respetaran la idea original de sus bocetos.

Las piezas presentes en la muestra proceden principalmente del museo departamental de Cateau-Cambrésis, pero también han prestado sus obras el Centro Pompidou de Arte Moderno de París, el museo de Bellas Artes de Chartres y el museo Matisse de Niza.

Fotografías, autorretratos y bocetos del autor que permitirán redescubrir a uno de los más importantes autores del arte moderno hasta el 19 de octubre, cuando la muestra será trasladada a la ciudad natal de este genio de las artes plásticas.

Por Juanjo Rodríguez

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