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Vargas Llosa asegura que la crueldad humana “puede superar a la imaginación perversa”

México, 28 nov (EFE).- El nobel de literatura Mario Vargas Llosa, que investigó los abusos del dictador dominicano Trujillo para su novela «La fiesta del chivo», lamentó que la «crueldad humana» pueda superar los límites de la «imaginación perversa».

Algo tan «absolutamente repelente» como que las familias regalasen a sus hijas al dictador Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961) es prueba de que «la crueldad humana, la maldad humana, puede ir mucho más lejos que la misma pesadilla, que la misma imaginación perversa», criticó Vargas Llosa en la capital mexicana.

El régimen de Trujillo, considerado uno de los más crueles dictadores de América Latina y que fue ejecutado el 30 de mayo de 1961, es protagonista de la novela «La fiesta del chivo» y de su adaptación cinematográfica y homónima, presentada este miércoles por el escritor y por el director y familiar suyo, Luis Llosa.

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La investigación de ese régimen fue «una de las experiencias más extraordinarias» para el también periodista y crítico literario, que se fue «llevando sorpresas» porque lo que le contaban sobre la dictadura parecía ir más allá de lo «verosímil» y lo «tolerable».

Y citó el caso de la entrega de mujeres al dictador para halagarle, o la decisión de este de acostarse con las mujeres de sus ministros como «prueba de lealtad» y sumisión.

«Eso no ocurrió en la Edad Media», advirtió Vargas Llosa, que contó cómo Trujillo «hipnotizó» al pueblo dominicano de forma que este le consideró un «superhombre» y renunció a su libertad y decencia.

El ganador del Premio Cervantes, el Príncipe de Asturias y el Carlos Fuentes, entre otros, contó que a partir de un momento de la infancia «el cine se convirtió en el entretenimiento mayor» de su vida, pero siempre tuvo claro que como autor no debía involucrarse en la adaptación de sus novelas.

«El cine y la literatura se parecen mucho porque ambos cuentan historias», pero hay una «diferencia sustancial» en contarlas a través de las palabras o de la imagen, por lo que delegaba en un director al que le dejaba «la misma libertad» que él había tenido al crear su obra.

Sin embargo, Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936) aceptó tras muchas dudas dirigir la versión cinematográfica de su novela «Pantaleón y las visitadoras», ya que «podía ser la gran aventura» de su vida.

Según el también autor de «La ciudad y los perros» y «El sueño del celta», entre otras muchas, el resultado de esa aventura fue un largometraje «catastrófico».

Esta película y «La fiesta del chivo» son algunas de las que se podrán ver en el ciclo que la Cineteca Nacional dedica desde hoy al autor, que se encuentra en México para participar en varios eventos culturales relacionados con el Festival Viva Perú.

El narrador hispano-peruano celebró que se busque «acercar cada vez más en el campo cultural a dos países que por otra parte son tan cercanos» como México y Perú.

El programa Viva Perú y la Semana Mario Vargas Llosa incluyó hoy también la inauguración de la exposición «Mírame, Lima», con 50 fotografías de Morgana Vargas Llosa, hija del escritor, y de Jaime Travezán, que reflejan «la diversidad étnica, cultural y religiosa» de la capital peruana.

Además, el académico de la lengua española presentará mañana su última novela «El héroe discreto» (2013), y está previsto que el viernes acuda al estreno de la obra de teatro «La ciudad y los perros» en el Teatro Julio Castillo, además de participar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara a partir del sábado.

Su visita a México culminará con su asistencia al estreno en este país de la obra de teatro «Kathie y el hipopótamo», en Guadalajara, el 2 de diciembre.

«El autor que inspira la ficción no puede ni debe tener la última palabra», comentó Vargas Llosa, que dijo haber aprendido «muchas cosas» de su primer y único trabajo como director de cine: «Yo no soy, ni seré nunca, un cineasta».

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