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El Tesoro de San Genaro sale de Nápoles por primera vez para exponerse en Roma

Roma, 31 oct (EFE).- El Tesoro de San Genaro, una de las reliquias religiosas más importantes del mundo y considerado por sus responsables con un valor histórico superior al de las joyas de la Corona de Inglaterra, sale por primera vez de su sede habitual, la catedral de Nápoles, para ser expuesto en Roma.

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Según dijeron hoy a Efe fuentes de la Fundación Roma-Arte-Museos, que alberga en su Palacio Sciarra la muestra en la capital italiana del Tesoro de San Genaro, ha despertado mucho interés entre el público en sus dos primeros días de exhibición, dada la naturaleza única de algunas de sus piezas, así como la propia sangre licuada del santo.

De entre las más de noventa piezas que han salido por primera vez de Nápoles, destacan especialmente dos obras de extraordinario valor: el collar de San Genaro, iniciado por el orfebre Michele Dato en 1679, y la Mitra, elaborada por Matteo Treglia en 1713.

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El centro de todas las miradas es, sin duda, el collar de San Genaro, realizado en plata dorada, que llama especialmente la atención del visitante por el brillo y lucimiento de sus 3.326 diamantes, 164 rubíes, 198 esmeraldas y dos granates.

La alhaja original cuenta con varios añadidos posteriores, como una cruz de diamantes y esmeraldas donada por José Bonaparte, hermano del emperador francés Napoleón, o un broche de diamantes y cristales ofrecido por el último rey de Cerdeña y primero de Italia, Víctor Manuel II de Saboya.

Por su parte, la Mitra, situada bajo la atenta mirada de diversos bustos de plata realzados con motivos dorados, asombra por su composición de 3.964 piedras preciosas, que adornan el conjunto de acuerdo con la tradición de construir objetos eclesiásticos relacionados con el simbolismo de las piedras.

Según se detalla en un panel de la muestra, la esmeralda representa la unión del carácter sagrado de San Genaro con el emblema de la eternidad y el poder; los rubíes representan las sangre de los mártires, y los diamantes, el símbolo de la fe inexpugnable.

A medida que avanza la exposición, abierta al público del 30 de octubre al 16 de febrero próximo, los visitantes pueden encontrar otras valiosas piezas como el cáliz de oro, rubíes, esmeraldas y diamantes, encargado por Fernando de Borbón y conformado en 1761 por el orfebre Michele Lofrano.

Finalmente, contenidos por paredes de terciopelo que resaltan su presencia, aparecen objetos como el cáliz de oro donado a la ciudad por el papa Pio IX en 1849, así como figuras como la de Santa Irene, realizada a partir de plata fundida y cobre dorado por el artista Carlo Schisano en 1733.

El comisario de la exposición, Ciro Paolillo, señala en una nota que, para entender la importancia de este evento, «basta con decir que este tesoro», formado a lo largo de 700 años con las donaciones de papas, emperadores y reyes, «tiene un valor histórico superior al de las joyas de la Corona de Inglaterra y de los zares de Rusia».

La opinión de Paolillo se basa en el resultado obtenido por un estudio de 2010 que implicó a varios gemólogos coordinados por el propio comisario de esta exposición, quien en los últimos años ha realizado diversos trabajos sobre algunas de las obras que se exponen en la muestra.

Para el profesor y presidente de la Fundación Roma-Arte-Museos, Emmanuele Francesco Maria Emanuel, esta exposición es «fundamental», entre otras cosas, para «dar a conocer el patrimonio inestimable de Italia, cuya conservación y mejora representa un activo estratégico del mercado cultural».

El Museo del Tesoro de San Genaro, hasta hoy el único lugar donde se podía disfrutar de estas reliquias, en el complejo arquitectónico de la catedral napolitana, abrió sus puertas al público en el año 2003, a propuesta de la Real Capilla del Tesoro, institución nacida en Nápoles en 1601.

San Genaro, patrón de Nápoles, municipio del sur de Italia que le profesa un profundo y arraigado culto, fue un obispo del siglo IV considerado mártir tanto por la Iglesia Católica como por la Ortodoxa.

La fama de la que goza este santo se debe al hecho que ocurre cada 19 de septiembre en Nápoles, considerado por la Iglesia como milagro, consistente en la licuefacción -paso del estado gaseoso a líquido- de la sangre conservada del santo.

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