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El punk asalta el templo de la música de París

París, 26 oct (EFE).- Hijo bastardo del fracaso de las revoluciones utópicas y una de las últimas vanguardias del siglo XX, el punk europeo llega a París con una exposición que busca hacerle un hueco en la historia del arte contemporáneo a esa implacable respuesta sonora, visual y política que proclamaba: «No hay futuro».

«Hoy nos cuesta imaginar cómo de cerrada era la sociedad de la época y cómo de bloqueado podía parecer el contexto político y social», resume Éric de Chassey, el comisario de la muestra «Europunk», que puede visitarse en la Ciudad de la Música de París hasta el próximo 19 de enero.

Con sus canciones cortas y agresivas, con sus crestas, imperdibles y sus tachuelas, llegó una vanguardia de ruptura para convertirse en uno de los «grandes movimientos que intentaba cambiar el mundo, aunque no supiera muy bien en qué», agrega Chassey.

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El comisario, también director del Palacio de los Médicis de Roma, ha concebido esta mirada al punk europeo entre 1976 y 1980 como el testimonio de una «contracultura», generalmente alejada de los museos y de las instituciones, que surgió en una Europa en crisis económica donde la juventud se sentía desilusionada por la inoperancia de movimientos como el Mayo del 68.

El recorrido se inicia con los acordes de Sex Pistols en 1976, en la emisión de la BBC «So it goes», donde la banda londinense liderada por Johnny Rotten -y antes de la llegada de Sid Vicious- empezó a lanzar al mundo sus gritos de rabia con «Anarchy in the UK».

«Soy un anticristo / soy un anarquista / no sé lo que quiero / pero sé cómo conseguirlo», cantó Rotten a la audiencia británica desde la televisión pública.

Había nacido el punk, movimiento que se despliega en la muestra parisina a través de 500 documentos como posters, fanzines, revistas, portadas de discos, ropa, abundante material audiovisual y una sala de ensayo donde los visitantes pueden atreverse explorar su lado más punk con un bajo, una guitarra o una batería.

Sex Pistols, además de un efímero (1975-1978) pero influyente proyecto musical del que beberían grupos como The Class o Crass, fue también «un ataque frontal a todos los estándares de la sociedad en todos los campos de expresión» a través del punk, cuya iconografía y estética alimentaron artistas, diseñadores y grafistas como Malcom McLaren, Vivienne Westwood o Jamie Reid.

La aparición del punk coincidió, en España, con el fin de la dictadura franquista, el regreso de la democracia a la política y de la libertad de expresión a la creación, aliento que aprovecharon grupos como La Polla Records, Kaka de Luxe, Toreros Muertos o Eskorbuto.

La exposición, que avanza cronológicamente, introduce a continuación al colectivo francés Bazooka, un grupo de artistas gráficos que, desde influencias heterogéneas como el «pop art» o el cómic, abundaron en esa estética radical y caótica ligada a la música punk, por ejemplo, incrustando en sus creaciones imágenes pornográficas.

El siguiente estadio de la muestra -que llega a París tras haber pasado por el Palacio de los Médicis de Roma, el Mamco de Ginebra o el BPS22 de Charleroi (Bélgica)- es «Do It Yourself» (Hazlo tú mismo), vertiente del punk que renovó los códigos visuales en las publicaciones y la moda a través de la urgencia, el reciclaje y la reutilización de objetos.

Le sigue «What The Fuck» (¿Qué cojones?), que explora la dimensión más subversiva del punk, esa donde el movimiento pone simbología nazi o terrorista al servicio de la provocación en «una época en la que la censura viene del exterior y no de los propios creadores», resumen los organizadores.

Esa voluntad de romper con todo lo establecido con una violencia lingüística desmesurada fructifica en corrientes ácratas o de extrema izquierda, a menudo contradictorias, que reagrupa el quinto tramo de la muestra: «Anarchy».

El último rincón de «Europunk» se detiene en la llegada de la «New Wave» (Nueva ola), que tomó cuerpo a finales de los años ochenta como una versión evolucionada del punk, en lo estético y en lo musical, esencialmente a través del sello discográfico Factory y de la mano de grupos como Joy Division, New Order, Wire o Magazine.

Esas bandas dejaron su impronta en el mundo de la música y favorecieron corrientes posteriores como el «Oi!», el «grunge», el «new age», el «hardcore» y gran parte del «techno».

Además, plantaron la semilla de la que germinarían The Cure, U2, Nirvana, Nick Cave and the Bad Seeds, Dead Kennedys, The Offspring, Blink-182, Green Day o Bad Religion. E influyeron, también en artistas plásticos como Linder o Jean-Michel Basquiat (1960-1988), actualmente el creador contemporáneo más cotizado del mundo.

Javier Albisu

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