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La heredera de Wagner sigue entre bambalinas el arriesgado “Anillo” en Bayreuth

Bayreuth (Alemania), 27 jul (EFE).- Katharina Wagner, biznieta de Richard Wagner y directora del festival fundado por su bisabuelo en Bayreuth, sigue entre bambalinas el arriesgado «Anillo del Nibelungo» de Frank Castorf, castigado con abucheos en su arranque.

La heredera de los Wagner se convirtió en la comidilla de la apertura, el jueves, por romper la tradición de recibir ante el teatro sobre la Verde Colina de la ciudad bávara a los ilustres wagnerianos de todo el mundo, incluida la canciller Angla Merkel.

Tampoco se la vio, ni a ella ni a su hermana Eva Wagner-Pasquier, codirectora del festival desde 2008, en el estreno del «Oro del Rin», preámbulo de la célebre tetralogía que generó una tormenta de abucheos, a la producción, y ovaciones, a los músicos, ayer viernes.

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«Bueno, así son las cosas. Seguí los ensayos generales. Luego hay que repartirse entre los múltiples compromisos», comentó a Efe Katharina Wagner, tras al estreno, al que sí asistió, de «Tristán e Isolda», en sesión matutina y dentro del ciclo «Wagner para Niños».

En un pabellón habitualmente destinado a los ensayos del festival «adulto», unos doscientos niños, más acompañantes y algún crítico, siguieron con tanto entusiasmo como la propia Katharina esa ópera romántica, adaptada a un formato reducido de hora y media y con los solistas cantando a metros del público.

Que la directora acuda a esa «première» se debe a su compromiso personal con el ciclo, nacido en 2010 por iniciativa suya y destinado, en sus palabras, a «generar una nueva generación de wagnerianos entusiastas».

El porqué de su ausencia en la apertura se interpretaba en Bayreuth como un «pánico escénico» ante un «Anillo» que venía etiquetado de provocador y que es la prueba de fuego para las Wagner, en el cargo desde 2008.

Bayreuth reaccionó con ovaciones cerradas para el director musical, Kirill Petrenko, y sus excelentes solistas, frente a abucheos a Castorf y el responsable de su escenografía, Aleksandar Denic.

Desde el festival se minimizó hoy el hecho de que ni Castorf ni Denic salieran a saludar al final, con el argumento de que no tienen por qué hacerlo hasta la última pieza del «Anillo».

El dramaturgo, por su parte, declaraba en una recepción estar preparado para nuevos abucheos con una obra que sabe provocadora.

Al estreno del «Anillo» en Bayreuth se la da una trascendencia suprema en el universo wagneriano, máxime en un año en que se conmemora el bicentenario del nacimiento del genio.

En ese mismo lugar estrenó Wagner su tetralogía, en 1876, cuatro años después de juntar el dinero suficiente -principalmente, de Luis II de Baviera- para levantar su teatro, que siglo y medio después sigue consagrado al culto en exclusiva al compositor.

Del mecenazgo del Rey Loco, consentidor de todas las genialidades de Wagner, se ha pasado a la Sociedad de Amigos de Bayreuth, integrada por 5000 miembros -por amor a Wagner o por sentido comercial- a los que las hermanas Katharina Wagner y Eva Wagner-Pasquier deben rendir cuentas.

Ambas biznietas del compositor asumieron las riendas del festival en 2008, de manos de quien fue su patriarca y director durante medio siglo, su padre, Wolfgang Wagner.

Hasta ahora, las producciones estrenadas bajo la gestión de las herederas no han entusiasmado, de manera que el «Anillo» se considera una prueba de fuego no para Castorf, director general de la Volksbühne de Berlín desde hace 20 años, sino para las Wagner. Gemma Casadevall

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