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Cientos de Wagners de colores dirigen en un Bayreuth aún “en construcción”

Bayreuth (Alemania), 26 jul (EFE).- Unas 500 estatuas de Richard Wagner en vivos colores recuerdan en Bayreuth la multiplicidad de un compositor revolucionario y al mismo tiempo quintaesencia del «germanismo» y alegran el panorama de un Festival de Ópera en obras.

Azul intenso, morado o violeta: así son las esculturas, como de un metro de altura que salpican los jardines en torno al teatro cuya primera piedra colocó Wagner en 1872 y cuya fachada quedó ahora parcialmente enfundada en un simulacro del original.

Reproducen a Wagner dirigiendo la escena, aislado o en grupo, y son obra de Ottmar Hörl, artista alemán especializado en colocar sus estatuillas de colores en diversos escenarios.

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Sus más controvertidos precedentes fueron los cientos de «enanitos de jardín» mostrando el saludo hitleriano que el artista plantó en 2009 en Nuremberg, ciudad que en tiempos del Tercer Reich acogió los congresos del partido nacionalsocialista.

La idea le costó a Hörl varias denuncias ante la fiscalía, porque algún vecino no le vio la gracia a su instalación, situación que luego se repitió en otros puntos a donde se trasladó.

Los pequeños Wagner permanecerán en esa ciudad bávara hasta el final del Festival Richard Wagner, donde hoy se estrena el esperado «Anillo del Nibelungo» del provocador Frank Castorf.

Nadie se ha quejado hasta el momento de su presencia. Al contrario, son el objeto más fotografiado por los visitantes, solos o posando junto a ellos.

«Es un simpático elemento que nos recuerda que Wagner no fue solo ese señor de rostro severo de su busto oficial «, comentaba a EFE Florian Zinnecker, cronista del «Nordbayerischer Kurier», junto a la estatua de piedra gris del monumento histórico al compositor.

Wagner fue un genio poliédrico: romántico, ácrata y revolucionario y autor de panfletos antimonárquicos, por mucho que Luis II de Baviera acabara siendo su más incondicional mecenas.

«En un momento de su vida defendía a (Michael) Bakunin. En otro escribía el más furibundo texto antisemita», añade el cronista.

«Das Judenthum in der Musik» -«El judaísmo en la música»-, publicado en 1850 bajo pseudónimo y luego en 1869, ya como Richard Wagner, se convirtió en texto por el que Tercer Reich le convirtió a décadas después de muerto en su compositor de referencia.

Ahora, las estatuas de Hörl son el contrapunto al busto gris oficial de los jardines por los que señoreó Hitler, del brazo de Winifred Wagner, la nuera del compositor y ferviente nazi que puso el festival a los pies de su «Führer».

Los enanitos wagnerianos comparten protagonismo con otro «objeto» fotográfico de este Festival, que coincide con el 200 aniversario del nacimiento del genio (el 22 de mayo de 1813).

Se trata del teatro, cuya fachada está semioculta entre andamios y toldos, a la espera que se restaure su superficie.

Así recibió ayer el histórico edificio a la canciller Angela Merkel y restantes visitantes, para la apertura de la temporada.

Las obras de restauración costarán unos 50 millones de euros y sus costes se asumen entre la administración central, el «Land» de Baviera, el ayuntamiento de Bayreuth y múltiples donantes, locales o internacionales.

Asimismo en obras está el Museo de Villa Wahnfried -donde vivió Wagner y donde se alojó luego Hitler en sus estancias en la ciudad-.

El ministro de Cultura, Bernd Neumann, inauguró hoy las obras de construcción de los nuevos espacios del museo, en que el gobierno de Merkel participa con 3,5 millones de euros -además de los 10 millones que destina a la restauración del teatro-.

Bayreuth sigue así «en construcción», siglo y medio después de que el Rey Loco asistiera al estreno del primer «Anillo», en 1976.

Por Gemma Casadevall.

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