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México invade la Bienal de Venecia con la música mágica de Cordiox

Venecia (Italia), 29 may (EFE).- Cordiox, el mágico e imponente instrumento musical creado por Ariel Guzik, invade desde hoy con sus notas únicas el espacio de la antigua iglesia de San Lorenzo, sede del pabellón de México en la 55 edición de la Bienal de Arte Venecia y transporta a los visitantes a un viaje entre ciencia y naturaleza.

El espectacular proyecto Cordiox, realizado bajo la supervisión de la comisaria Itala Schmelz, tras su inauguración representará al país del 1 de junio al 24 de noviembre de 2013 en este certamen, entre los más importantes del arte contemporáneo.

En los 300 metros cuadrados de la que fuera iglesia de San Lorenzo, el pabellón permanente que México gestiona desde 2012, Guzik ha creado una máquina en la que se conjuga la música, el arte, la ciencia y su gran cariño a la naturaleza.

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«Cordiox es una pieza que sólo existía en planos y que no ha podido realizar porque no había encontrado el espacio necesario para llevarla a cabo, ya que funciona con la entropía, es decir que nadie toca las cuerdas sino que genera música gracias a la energía que se produce por el ambiente que le rodea. Está tocada por fuerzas invisibles», explicó a EFE la comisaria Italia Schmelz.

Colocado en una de las paredes de la aún destruida Iglesia de San Lorenzo, se puede ver una máquina de cuatro metros de altura formada por un cilindro hueco de cuarzo puro fundido de grandes dimensiones, con un conjunto de 180 cuerdas divididas en tres arpas.

Una especie de gigantesco y mágico órgano que llena de una música nunca oída la Iglesia de San Lorenzo.

El sonido de esta instalación, una de las más minimalistas del artista, pero a su vez más complicada en su realización, se expande en el espacio reverberante del antiguo templo, generando una experiencia auditiva excepcional.

Las sonoridades cristalinas recorren la Iglesia y conducen a los visitantes por un recorrido sensorial por el templo, ya que hay muchos espacios que debido a las aún precarias condiciones no se pueden acceder.

«Con Cordiox se ha querido crear un diálogo con la iglesia y que ésta no fuera sólo un cubo vacío donde colocar la instalación y así la pieza sonora al recibir la entropía del ambiente lo que está reflejando es el espacio que la rodea», explicó a Efe Schmelz.

La magia se produce porque sobre la música que emite el instrumento de Guzik es difícil trazar los límites entre lo que este emite y lo que se escucha, produciéndose así un fenómeno circular y envolvente.

«Después de trabajar día y noche en un proyecto tan complicado, el resultado es mágico. Las obras tienen que hablar por sí mismas y esta lo hace», afirmó por su parte el artista, que también es músico, investigador y científico.

Con la instalación de Guzik y su colectivo se destaca la excelente acústica de esta iglesia del siglo XVI, donde el músico Antonio Vivaldi ensayaba sus conciertos debido a las características de este espacio.

Por ello, el artista explica que es necesario acudir a verla en soledad y sin demasiada gente, pues la obra «produce emociones cuando se escucha en la intimidad y se aprecia la sutileza de su sonido».

Cordiox es una obra maestra del ingeniería, pero también es una propuesta, apunta Guzik, contra la «estridencia, contra el superlativo en todo, es una llamada al regreso a escuchar sonidos como el batido del corazón».

Por Cristina Cabrejas

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