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La vida y la muerte en Pompeya y Herculano, mostradas por el Museo Británico

Londres, 26 mar (EFE).- La vida de las poblaciones de Pompeya y Herculano y la súbita muerte que sufrieron cuando una devastadora erupción del volcán Vesubio sepultó en el año 79 a las dos ciudades romanas centran una gran exposición del Museo Británico que reúne 450 piezas sacadas por primera vez de Italia,

La muestra intenta recrear la vida diaria de los habitantes de estas metrópolis de la bahía de Nápoles y la opulencia en la que vivían muchos de ellos hasta que una nube oscura y caliente de residuos volcánicos las enterró en apenas 24 horas.

Titulada «Vida y muerte en Pompeya y Herculano», entre las piezas que se exhiben hay algunas que fueron descubiertas en recientes excavaciones.

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Es también la primera vez que el Museo Británico dedica una muestra a estas dos ciudades, cuyos descubrimientos han permitido conocer en más profundidad los pormenores de la vida de las casi 15.000 personas que habitaban Pompeya y las 5.000 de Herculano.

Entrar en la exposición es como ingresar en la casa de un pompeyano de clase alta, a través del Atrium, el salón de entrada, para después ver las habitaciones, el jardín, la cocina y la sala principal, todos adornados con frescos o estatuas de mármol.

El museo exhibe todo tipo de objetos, como comida carbonizada, recipientes para lavar la comida, coladores, morteros, hornos portátiles, la cuna de un bebé y hasta frescos con escenas de la vida sexual de estas poblaciones de origen griego o semnita.

Las dos metrópolis tenían una vida social y cívica muy activa y había templos, grandes baños romanos y teatros, mientras que el principal sustento procedía del comercio y el cultivo de la tierra.

Pero la erupción del Vesubio un 24 de agosto o un 24 de octubre del año 79, según distintos cálculos, calcinó y enterró por completo a estas poblaciones después de que la lava provocara una nube de 32 kilómetros de altura y una lluvia posterior de piedras y ceniza con temperaturas superiores a los 400 grados centígrados.

La oscuridad en la que quedaron sumidas las dos ciudades y la velocidad de la erupción impidieron cualquier huida, como queda reflejado en los restos reconstruidos de algunos habitantes calcinados, a los que se les ve en posiciones relajadas.

El comisario de la exposición, Paul Roberts, dijo hoy en el pase de prensa previo que se pueden ver objetos reconocidos y utilizados hoy en día, así como «las cosas que ellos consumían y tiraban».

Tampoco faltan en la exposición la joyas que llevaban las poblaciones, de oro en el caso de las mujeres de clase alta y de bronce o cristal para los esclavos.

Los objetos más sorprendentes son los grandes frescos que decoraban las salas y hasta los patios de las casas, en colores pastel y con escenas de la vida diaria de la época romana.

Estos frescos eran de enormes proporciones en los patios, llamados hortus, pues eran lugares utilizados para descansar, mientras que había mosaicos con figuras de animales domésticos, como el perro, colocados en las entradas de las viviendas.

El cuarto de baño compartía espacio con la cocina y por entonces estas poblaciones ni utilizaban jabón para lavarse las manos ni tenían conocimiento de los riesgos sanitarios que esta proximidad podía provocar entre la población, formada en su gran mayoría por niños y gente de entre 20 y 40 años de edad.

Según el museo, muchos de estos objetos fueron encontrados en las primeras excavaciones realizadas en el siglo XVIII y hasta la fecha se han hallado unos 1.150 cuerpos calcinados en Pompeya y unos 350 en Herculano.

Por Viviana García

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