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Un “Holandés” terrenal abrió Bayreuth, tan inalterable como su devota Merkel

Bayreuth (Alemania), 25 jul (EFE).- Un «Holandés errante» muy de este mundo abrió hoy el Festival de Ópera de Bayreuth (Baviera), con la canciller Angela Merkel encabezando la peregrinación de devotos de Richard Wagner a la cita más imperdible del cosmos wagneriano.

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El mito del holandés en busca de la mujer dispuesta a morir para redimirle del calvario de la vida errante se plasmó en un hombre de negocios, de hotel en hotel, con la maleta rodante a cuestas, entre luces de neón, cajas de cartón y la precariedad de los tiempos que corren.

El director musical Christian Thielemann revalidó su título de héroe de la casa, como viene siéndolo desde hace temporadas, mientras que el debutante Samuel Youn se ganó el corazón no siempre fácil de Bayreuth, como protagonista «last minute», en perfecto dúo con Adrianne Pieczonka.

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El director escénico, Jan Philipp Gloger, escuchó abucheos -fueron muchos los deslices, incluida alguna sonora caída de elementos del escenario-, pero era lo menos que podía ocurrirle a este «Holandés» estrenado en situación de emergencia.

Gloger había apostado por la ausencia de efectismos y una modestia rayana en la tacañería, a lo que se sumó el escándalo de última hora en torno al bajo barítono previsto para el «holandés», el ruso Yevgueni Nikitin, apeado del programa por una inoportuna cruz gamada en el pecho.

Todo un problema, en un festival por el que señoreó Adolf Hitler y al que siempre acaba asomándole el pasado. O una bendición, en formato polémica, en una temporada que se presentaba sin brillo.

A Nikitin hubo que buscarle un sustituto a cuatro días del estreno, por mucho que la cruz gamada originaria de sus tiempos de batería «heavy metal» ya no está entre los tatuajes que le cubren de pies a cabeza porque encima se estampó otro símbolo posterior.

Fue la oportunidad para Youn, que escaló a protagonista y supo suplir su escasa presencia escénica con buena voz.

La cuestión del tatuaje del ruso entretuvo los corrillos de bayreuthianos, divididos entre si tal «pecado de juventud» de Nikitin era o no motivo de exclusión.

«No sé por qué se empeñan en colocarnos tipos raros interpretando a Wagner», opinaba Martha Wendling, sobre los 70 años, incondicional de Bayreuth y en realidad más divertida que horrorizada con el caso.

«Una cruz gamada es una cruz gamada. Nadie en sus cabales se tatúa algo así», apuntaba su nieto, Martin, de 19 años, mientras la generación intermedia -su tío, Thomas- lamentaba haberse quedado sin «el gran Nikitin» por «esa ridiculez».

Bayreuth tuvo su polémica, el «segundón» Youn la oportunidad de su vida y los vecinos de Bayreuth la ocasión de todos los años de ver el desfile de famosos sobre la Verde Colina donde Wagner mandó construir el teatro ideal para sus óperas.

Ahí estaba, como todos los años desde sus tiempos en la oposición, Angela Merkel, de azul turquesa, sonriendo feliz bajo los aplausos y firmando autógrafos, junto a su marido, Joachim Sauer. La acompañaba un buen destacamento de ministros, como si esa misma noche tuvieran que resolver en Bayreuth algún desplome.

No hay crisis capaz de impedirle la visita. Si la canciller no faltó en la apertura de Bayreuth de 2010, al día siguiente de la tragedia de la Loveparade -21 jóvenes muertos atrapados en un túnel y Alemania hundida en la conmoción-, tampoco la iba a retener ahora una zona euro permanentemente al borde del precipicio.

Bayrueth concentra cada año a políticos de toda ideología, incluidos verdes e izquierdistas, además de la plana mayor de la política bávara, mezclada con rostros de la farándula alemana.

Esta ciudad de provincias bávara estrenó su primer festival en 1876 y 101 ediciones después reproduce el esquema original -sólo se interpreta a Wagner y su temporada se reduce a cinco semanas al año, de julio a agosto-. Lo que otro lugar del mundo sería anquilosamiento es, en Bayreuth, culto a lo imperecedero.

La presente edición es de programa modesto -junto al estreno al «Holandés» se presentan las reposiciones de «Tristán e Isolda», «Lohengrin», «Tannhäuser» y «Parsifal»-, a la espera del nuevo «Anillo del Nibelungo», el próximo año, coincidiendo con el 200 aniversario del nacimiento del compositor (1813, en Leipzig) y el 130 de su muerte (1883, en Venecia).

Será la gran reválida para el dúo de codirectoras, las biznietas del compositor Katharina y Eva, que tras tres temporadas al frente del festival siguen sin haberse apuntado un estreno de impacto.

Bayreuth (Alemania), 25 jul (EFE).- El Festival de Ópera de Bayreuth (Baviera) ha fichado al provocador artista Jonatahn Meese para el «Parsifal» que se estrenará en 2016, anunció la dirección del certamen, cuya 101 edición se inaugura hoy con «El holandés errante».

Las dos codirectoras del festival, Katharina Wagner y Eva Wagner-Pasquier, biznietas de Richard Wagner, revelaron el nombre del responsable de esa nueva escenografía en la tradicional recepción a los medios previa a la apertura de la temporada.

Para Meese, considerado un provocador de la escena alemana, será un estreno en el ámbito operístico y, además, lo hará en el elitista festival de esa ciudad bávara, donde Wagner mandó construir un teatro idóneo para sus óperas e instauró su festival, en 1876.

Meese, nacido en Japón en 1970, de madre alemana y padre británico, se ha caracterizado hasta ahora por sus espectaculares instalaciones y obra pictórica, que ha expuesto en ferias de arte vanguardista como la Biennale berlinesa.

«Parsifal» ha tenido en el pasado controvertidas puestas en escena en Bayreuth, como la del fallecido Christoph Schlingensief, otro «enfant terrible» de la escena alemana, que fue estrenada en 2004 y se llevó fuertes abucheos.

En la presente temporada se repone otra producción de esa ópera, esta vez firmada por el noruego Stefan Herheim, que en las ediciones anteriores provocó división de opiniones.

La temporada, a la que se espera la presencia de la canciller Angela Merkel, quedará abierta con el estreno de «El holandés errante», con Jan Philipp Gloger como director escénico y Christian Thielemann a la batuta.

El papel protagonista estará a cargo de de Samuel Youn, incorporado al programa tras el relevo del bajo barítono ruso Yevgueni Nikitin, quien canceló su participación cuatro días antes del estreno tras revelar un programa de la televisión pública que en su juventud se tatuó una cruz gamada en el pecho.

La cuestión amenazaba desatar una tempestad en Bayreuth, festival sobre el que sigue pesando la sombra de su pasado vinculado al nazismo, bajo la dirección de Winifred Wagner -nuera del compositor y ferviente nazi-, que lo puso a los pies de Adolf Hitler.

La presente edición es de programa modesto -junto al estreno del «Holandés» se presentan las reposiciones de «Tristán e Isolda», «Lohengrin», «Tannhäuser» y el mencionado «Parsifal»-, a la espera del nuevo «Anillo del Nibelungo», el próximo año.

El encargo para la célebre tetralogía recayó en otro provocador, Frank Castorf, y la cita coincidirá con el 200 aniversario del nacimiento del compositor (1813, en Leipzig) y el 130 de su muerte (1883, en Venecia).

Será la gran reválida para el dúo de codirectoras, las biznietas del compositor Katharina y Eva, que tres años atrás tomaron las riendas de esta empresa familiar rendida al culto a Wagner.

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