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Una obra del cubano Lam protagoniza una subasta de arte latinoamericano en Nueva York

Nueva York, 23 may (EFE).- La obra del cubano Wilfredo Lam «Ídolo» se convirtió hoy, al venderse por 4 millones de dólares, en la protagonista de una subasta de arte latinoamericano celebrada en Nueva York, en la que se recaudaron 21,7 millones de dólares gracias a cuadros de Claudio Bravo, Jesús Rafael Soto o Sergio Camargo.

«La subasta comprende arte de América Latina desde México a Argentina, así como obras de artistas que viven en países europeos o en EE.UU., y cubre un periodo que va desde la época colonial hasta nuestros días», explicó a Efe Axel Stein, encargado del departamento de arte latinoamericano de Sotheby’s, organizadora de la venta.

Stein afirmó que, a pesar de merecer una categoría propia, el arte hispanoamericano está incluido en un «pensamiento global», y que algunos de sus exponentes como Soto (1923-2005), Camargo (1930-1990) o Carlos Cruz-Díez (1923), cuyas obras engrosaron la subasta, «forman parte del gran diálogo del arte mundial».

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«El que aquí ofrecemos no deja de ser arte occidental aplicado a una realidad geográfica determinada o muy local, como la que representa Diego Rivera sobre México», insistió el experto.

La obra más cotizada de la subasta fue «Ídolo», de Lam (1902-1982), la cual había permanecido en la misma colección privada desde 1947 y que revela al artista cubano en el cenit de su carrera, influido por el surrealismo europeo, que combina con los ritos y la mitología de su país.

«El surrealismo es una de las corrientes en las que el público está más concentrado últimamente, y esta obra de Lam, pintada en 1944, es uno de sus exponentes más destacados», subrayó Stein, quien señaló que otro de los movimientos más en boga es el del constructivismo y la abstracción geométrica.

Como ejemplos de estas corrientes, figuraban en la subasta las obras de Camargo, cuyo «Homenaje a Fontana», un altorrelieve de 1967 confeccionado con conos de madera, en la que el brasileño rinde tributo a su maestro, el argentino Lucio Fontana, se vendió por 1,5 millones de dólares.

Por otro lado, la obra «Ad laudes» del chileno hiperrealista Bravo (1936-2011), en la que recrea tejidos primorosamente hasta convertirlos en centro de la pintura, alcanzó los 1,1 millones de dólares.

El venezolano Soto vendió por 1 millón de dólares su «Sin título (vibración amarilla y blanca)», en la que juega con la textura al superponer objetos en una rugosa superficie bicolor, mientras que su obra «Ritmos interferidos» alcanzó un precio de 602.500 dólares.

Los colores, el movimiento y las ilusiones ópticas se convierten en los protagonistas de la obra del también venezolano Cruz-Díez, cuya monumental instalación «Cromo-interferencia Mecánica» alcanzó 662.500 de dólares.

En este proyecto, el artista se vale de unas tiras de colores, englobadas en una circunferencia de más de 2,4 metros de diámetro, que se mueven gracias a un motor y generan patrones lineales con frecuencias variables.

Sin embargo, una de las obras que más expectativas había suscitado, «Niña en azul y blanco», del mexicano Diego Rivera (1886-1957), la pieza más importante del autor que había salido al mercado en décadas y en la que había representado a la pequeña de diez años Juanita Rosa, no se vendió.

Tampoco encontró comprador la obra de Fernando Botero (1932) más valorada de la subasta, su monumental escultura de 3,3 metros «Mujer de pie», a pesar de que Stein aseguró que el colombiano se está convirtiendo en una «categoría en sí mismo, porque es un fenómeno no sólo de la plástica, sino también comercial».

Hasta 482.500 dólares se pagaron por su escultura «Amantes» (1985), mientras que su pieza «Desnudo sentado» alcanzó 374.500 dólares, y sus cuadros «Bailarines» y «Abogado» se vendieron por 362.500 y 290.500 dólares respectivamente. Marta Quintín

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