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La exótica historia del Sheriff, el equipo que comanda un colombiano

Es el equipo de un país que no existe, su presidente fue agente secreto, una vez amenazó a sus jugadores con una granada y tiene más poder que el presidente.

La exótica historia del Sheriff, el equipo que comanda un colombiano
Getty Images

La exótica historia del Sheriff, el equipo que comanda un colombiano

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EFE / Ignacio Ortega

Hay clubes-estado y clubes sin Estado. Es el caso del Sheriff Tiráspol, rival del Real Madrid en la Liga de Campeones. Transnistria, cuya capital es Tiráspol, es una república autoproclamada independiente, pero no reconocida por la comunidad internacional. Rusia es su único aliado.

Moldavia, país del que se separó Transnistria después de la caída de la URSS tras una guerra en la que Rusia intervino en favor de los separatistas, considera dicha franja de tierra parte inalienable de su territorio.

Muchos de sus habitantes tienen tanto pasaporte ruso como moldavo. El primero les permite trabajar en el vecino del norte y el segundo en la Unión Europea. La influencia rusa es evidente. El ruso es la lengua franca y, de hecho, la bandera tricolor rusa es considerada oficialmente la segunda enseña nacional.

El Sheriff Tiráspol es el mayor orgullo de este país de nunca jamás. Ha ganado la liga moldava en 19 ocasiones desde su fundación en 1997. La inminente llegada del Real Madrid e Inter de Milán a la ciudad pondrá en el mapa un territorio que ha perdido un tercio de su población en los últimos 30 años. El salario medio son 200 dólares y las pensiones rondan los 80.

Entonces, ¿cómo es posible que un club de Transnistria alcanzara la Liga de Campeones? La respuesta la tiene en su propio nombre: Sheriff. Ese es nombre del consorcio que controla el 60 por ciento de la economía nacional. La mitad de los ingresos del presupuesto estatal provienen de los impuestos que paga ese conglomerado.

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Su monopolio no tiene parangón. Es propietaria de fábricas, gasolineras, reservas de petróleo, compañías de telefonía, bancos, casinos, supermercados, concesionarios, instalaciones deportivas y quioscos. No hay esquina en Tiráspol en la que no se vea la estrella amarilla de cinco puntas.

El nombre y símbolo proviene de sus fundadores, Iliá Kazmali y Víctor Gushan, dos antiguos oficiales de policía que decidieron aprovechar el vacío legal postsoviético para hacer una fortuna en el negocio del contrabando de petróleo, cigarrillos, alcohol y otros productos. Uno de cada cinco habitantes de la república trabajan para Sheriff.

Eran tiempos salvajes. Entre 1993 y 2001 fueron asesinados 611 personas en Transnistria, según la prensa local. Gushan se salvó de milagro. En una ocasión, el coche en el que viajaba el oligarca sufrió un atentado con bomba y murieron todos los pasajeros, menos él.

«Era el descanso de un partido e íbamos perdiendo. Gushan entró en los vestuarios y tiró una granada al suelo. Todos estábamos muertos de miedo. Tres minutos después volvió y nos dijo: ‘Si no empatáis, después del partido la granada será de verdad'», contó el rumano Florin Motroc, que militó en el Sheriff en 1998-99.

Desde entonces, los dueños de Sheriff son más poderosos e influyentes que el mismísimo presidente de la república, que les rinde pleitesía. Ninguna otra compañía puede importar tabaco o bebidas alcohólicas, además de que la compañía está exenta de muchos aranceles y sólo paga dos dólares por cada 500 paquetes de cigarrillos. La prensa estima en 7 millones de dólares los impuestos que el consorcio pagó entre 2006 y 2011, cuando debía haber pagado casi mil millones.

Como es habitual, el consorcio dispone de su propio partido político, Renovación, que cuenta con 29 de los 33 escaños del Parlamento elegido hace menos de un año. Según la revista «Forbes», la fortuna de Gushan está estimada en más de 2.300 millones de euros. «Transnistria es conocida en Moldavia como la República Sheriff», dijo Nina Shevchuk, exministro de Exteriores, a la prensa rusa.

El club de fútbol, cuyo símbolo es también una estrella amarilla con un balón en el centro, es la tarjeta de visita de Sheriff y de Transnistria.

Con grandes inversiones para los estándares de la región, Gushan, dueño del club, ha logrado crear una multinacional con futbolistas de catorce países. Hay europeos, africanos y latinoamericanos. Muchos de ellos son agentes libres, arrendados o cedidos. Por ese motivo, Gushan gasta poco en fichajes y mucho en sueldos. Tiene un saldo positivo en fichajes y venta de futbolistas.

El resultado no se ha hecho esperar. Después de varios intentos, finalmente el Sheriff se clasificó para la fase de grupos de la «Champions» dejando en la cuneta a equipos con larga tradición como el Dinamo Zagreb o el Estrella Roja. Y en el primer partido batió al Shakhtar Donetsk (2-0), cuyo dueño es otro oligarca, Rinat Ajmétov.

«Tiene las mejores instalaciones de entrenamiento de Europa después de las del Ajax», comentó a Efe Alexandru Fosa, vicepresidente de la Asociación de Periodistas Deportivos. Entre otros, Alexandr Yerojin, que juega en el Zenit y en la selección rusa, se formó en el club.

Según reconocieron a Efe periodistas moldavos, el éxito del sheriff del fútbol nacional causa resquemor en Moldavia. Los sueldos de los legionarios del Sheriff son hasta cinco veces más altos que en los otros clubes de la liga. Pero los jugadores moldavos del equipo visten la camiseta nacional y la selección ha jugado partidos en Tiráspol.

A los aficionados moldavos les molesta tener que cruzar una frontera en su propio país para ir al fútbol al Sheriff Stadion. Eso sí, cuando el Real Madrid aterrice en Chisinau y se desplace en autobús a Tiráspol, numerosos hinchas moldavos cruzarán esa artificial línea de separación que divide su país y pagarán gustosamente la entrada.

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