Los futbolistas de hoy entienden que para comunicarse deben hacer cosas distintas a esperar que un reportero los llame para concretar una entrevista. Bien lo discutíamos con Christian Solano y Guillermo Arango hace unos pocos días fuera del aire, que es paradójico que un influencer pueda entrevistar de manera más sencilla a un crack del fútbol que un periodista. Porque apenas uno comienza a hacer la tarea -porque se ha hecho- llegan puros obstáculos en el camino, cosa que siempre pasa a la hora de hacer producción periodística, pero que últimamente es mucho peor que antes. Y después de trabajar varios meses en el propósito de sacar a un jugador, de saltar matones para ver si el hombre finalmente atiende, después de ensayar de todo, de pronto uno ve que se conecta a Twich y se sienta a hablar con alguien y ahí se da el diálogo.
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Porque así son las cosas hoy por hoy. La elección de un canal de comunicación alternativo en donde ellos se sienten bien. Seguramente se sentirán más cómodos en un ambiente en el que no caben muchos cuestionamientos y es comprensible, pero a veces me pregunto qué será lo que hemos hecho mal y se me viene a la mente que algunos han exagerado en el palo contra determinada figura, que otros han sido víctimas de chimentos malsanos solo para que el que lanza el chisme se vuelva el protagonista y generar rating a costa de lo que sea. Y así sigo enumerando fallas del periodismo que tendría que mirarse por primera vez al espejo a ver si se despabila un poco.
Porque ocurre también que, en ocasiones, cuando el personaje sale al aire, no se le cuestiona como debería ser, quién sabe si por miedo o por conveniencia para no perder una fuente de información. Y es que estar cerca al poder hace que se pierda independencia a la hora de los interrogantes porque si se cuestiona al poderoso, la venganza del poderoso será nunca más contestar el teléfono. También se ha permitido recibir personajes que antes de la entrevista ponen condiciones de no hablar sobre ciertos temas incómodos para ellos o exigen no ser interrogados por ciertos comunicadores. Y aún así se les da aire y micrófono en lo que termina siendo más una visita enmarcada en una rueda de promoción en medios que una entrevista.
Pero vámonos a las ruedas de prensa, tal vez el método más común e impersonal a la hora de abordar un personaje. Allí el desfile de penitentes es tremendo porque usualmente más que preguntas se hacen exposiciones editoriales de cómo el periodista vio el juego y la verdad eso no le importa a nadie. Para completar, sucede con frecuencia que algún colega tal vez pensando que lo más importante es su pregunta que la respuesta que vendrá, lanza un interrogante que había sido hecho dos minutos antes por otro periodista que estaba presente ahí, con él y con todos en esa misma rueda de prensa.
Hay muchas cosas por cambiar de un gremio que poco le gusta criticarse. Mientras eso ocurre, empezar a ver cómo carajo es que funciona Twich.