Opinión

Leeds

“Y eso era el Leeds: una especie de Vietnam en medio del campeonato inglés: entre Norman Hunter, Jackie Charlton y Billy Bremner el Leeds se fue abriendo paso pero, como era su costumbre, decidió hacerlo a los empujones”: Nicolás Samper

La leyenda del club se empieza a edificar tarde en el tiempo: mientras que otros clubes ya habían podido ser ganadores de un torneo inglés, el Leeds estaba a la espera de hacer su propia revolución, ya entrados los años 60. La comandó un hombre llamado Don Revie, quizás el director técnico más admirado en la ciudad. Revie, tipo de carácter fuerte y del discurso de hay-que-ganar-como-sea-sin-importar-el-costo empezó a crear una pasión en Elland Road y el más duro caparazón para aquellos rivales que los doblegaban.

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Y eso era el Leeds: una especie de Vietnam en medio del campeonato inglés: entre Norman Hunter, Jackie Charlton y Billy Bremner el Leeds se fue abriendo paso pero, como era su costumbre, decidió hacerlo a los empujones. El equipo siempre caminaba por la línea invisible del reglamento en esos años en los que no había VAR y que los árbitros parecían ser más miopes de lo habitual, para llevar a cabo sus estrategias sistemáticas de ablandamiento al adversario con lo que fuera necesario. No solamente eran golpes: también estuvieron Lorimer y Joe Jordan, el mismo que decía que los entrenamientos del Leeds eran tan duros que podían ser peores que jugar un partido con cualquier rival.

En ese lapso ganaron dos títulos de liga y estuvieron cerca de coronar Europa: alcanzaron la final de la entonces Copa de Campeones de Europa. Ya no estaba Don Revie a cargo. Un corto paso de Brian Clough, enemigo profundo de Revie por los estilos para jugar, y la llegada de Jimmy Armfield -también un tipo obsesivo por las victorias sin tener en cuenta las formas- lo dejaron a punto de coronar el sueño europeo, frustrado por el Bayern Munich.

Las sobras lo cobijaron en los ochentas con su descenso en 1982 y tardó mucho en volver: en 1990 ganó el cupo perdido. Al regresar no quiso ser menos y con los goles de Lee Chapman, el talento de Tony Dorigo -un jugador que pudo ser muchísimo más de lo que alcanzó a ser-, la fuerza en el mediocampo de un chico llamado Gary Speed -el galés que recorrió la Premier con varias camisetas y que al poco tiempo de su retiro se suicidó-, la combatividad de un mixto como David Batty -aquel mediocampista al que Carlos Roa le ataja el penal en la definición Argentina-Inglaterra del Mundial 98- y la irrupción de un francés que respondía al nombre de Eric Cantoná, levantaron su tercer título liguero.

Al final de la década consiguen también volverse a estar cerca de la gloria europea pero ese equipazo en el que tapaba el gordo Nigel Martyn, jugaban Río Ferdinand y Johnatan Woodgate en medio de la zaga, pateaba de zurda tiros libres el irlandés Ian Harte, comandaba la zona media Alan Smith y se cansaban de hacer goles Robbie Keane, Harry Kewell y Mark Viduka choca primero con el Galatasaray en la UEFA, donde los ingleses pierden en semifinales y luego en Champions League, en la temporada 2000/2001 a expensas del Valencia que conducía Héctor Cúper.

 De ahí en más fue irse barranca abajo: de aquel combo que fue capaz de eliminar en fase de grupos a Barcelona, terminó yéndose a la B con pocas armas para evitarlo y sumido en la quiebra.

16 años después, parece que, tras un par de intentonas frustradas, el amanecer vuelve a salir en la ventana del Leeds con un entrenador que va en contravía de los mejores tiempos del club ideológicamente hablando, porque si bien para él ganar es importante, nunca será lo primordial. Se trata de Marcelo Bielsa.

Por Nicolás Samper / @udsnoexisten

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