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“Aprovechar más, dar más”, la lección de una multicampeona Parapanamericana

A los 13 años de vida, la colombiana Sara Vargas Blanco acumula experiencias insólitas: el éxito le llegó a los 12, en los Juegos Parapanamericanos de Lima, con cuatro oros y una plata, y cuando sentía cerca los Paralímpicos de Tokio, una pandemia la sacó de su hábitat natural, la piscina.

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Y así, como pez fuera del agua, completa casi 70 días de obligado confinamiento en casa la mejor nadadora de América en la categoría s6, intermedia entre la s1 y la s10, que agrupan a deportistas con alguna discapacidad física.

En una videoentrevista con Efe desde su residencia en Bogotá, se emociona cuando habla de lo que hará el día que pueda volver a la calle, a la piscina.

«Cuando pueda volver a los entrenamientos los voy a aprovechar más. Uno ahora es que se da cuenta de que hay que dar más, hay que entrenar más fuerte», manifestó con nostalgia.

La mejor deportista femenina de los Parapanamericanos de Lima 2019, la más joven de ese certamen, que fue el primero en su carrera, aseguró que es «muy normal», pese a que el año pasado impuso cuatro marcas al batir a competidoras que tenían 10 y 15 años más que ella.

La joven, que hace tiempo lleva sus estudios de manera virtual porque hasta antes de la aparición del coronavirus se entrenaba de media seis horas diarias, asegura que los triunfos no se le han subido a la cabeza.

Y si así pareciera, allí, muy cerca, está Stiven Ruiz, el entrenador que llegó a su vida en 2017 para pulir una carrera que ya se insinuaba sorprendente desde que aprendió a nadar a los 5 años.

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«En el grupo, el profe también nos motiva mucho para no perder la cabeza, la ruta», manifestó Vargas, quien meses antes de arribar a Lima conquistó las preseas de oro en los 50, 100 y 400 metros libre de la Serie Mundial de Natación Paralímpica celebrada en Indianápolis.

«He sido muy feliz, pero siempre he querido más», expresó.

Precisamente en esta capital del estado estadounidense de Indiana Sara Vargas Blanco debe someterse a examen de recalificación de su grado de discapacidad, un proceso que se repite cada dos años hasta que los deportistas cumplen los 18 años.

Sara del Pilar nació el 16 de noviembre de 2016 con acondroplasia, un trastorno en el crecimiento óseo de los cartílagos que provoca enanismo, especialmente en las extremidades.

En este periodo de confinamiento en casa con sus padres y hermana dijo que viene cumpliendo «entrenamientos fuertes de cardio para no perder la masa muscular, de pronto hasta mejorarla, y para llegar más fuertes a la piscina».

«Una vez que volvamos, vamos a darla toda para, posiblemente, competir en diciembre y asegurar el cupo a Tokio», dijo. Si bien la larga parada le plantea mayores sacrificios y admite que su deseo es mejorar sus anteriores registros.

Como parte de los deberes en casa cumple también «un poco de trabajo psicológico».

«Esto a veces es difícil. A veces, uno piensa que no va a volver, o no sé qué va a pasar. Pero ahí es cuando el profesor nos motiva», manifestó.

Aunque pocos, admitió que ha tenido «algunos momentos difíciles por estar encerrada».

«Pero hablo mucho con mi mamá, mi hermana, mi papá, y me ayudan mucho».

Su hermana Ana Gabriela, quien fue su inspiración para practicar la natación, tiene un capítulo especial en su vida.

¿Quién nada mejor hoy? «Tal vez yo nado mejor ahora, pero ella sigue siendo la mejor».

De la pandemia dijo que le preocupa «que la gente no se cuide, que salga a las calles sin protección», pero dijo tener fe «en que todo esto pase muy pronto».

No obstante, cree que los pasos hacia la normalidad serán muy lentos. «Imagino que después todo será completamente diferente. Tendremos que tener mucho más cuidado con la higiene», puntualizó.

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