Helados. Es lo que le sucede a la selección de Arturo Reyes en el Torneo Sudamericano sub 20 de Chile. Comenzó como un problema, pero de a poco se transformó en un drama sin solución. Los goles de Iván Angulo, ante Bolivia, y aquel agónico de Carlos Cuesta, para darle la clasificación ante Chile, saben a poco para una Colombia perdida.
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Los muchachos lo intentan, pero la calidad no les da. El compromiso se nota en el esfuerzo físico y en la concentración con la que defienden. Allí, Cuesta se destaca y hace que el papel de Colombia en el certamen sea digno. Sin embargo, la excelencia que se consigue en la parte posterior no se evidencia en la zona frontal, donde el rendimiento es pésimo.
Colombia no juega mal. Es un equipo sólido, que impone condiciones, incluso a uno de los mejores equipos del certamen, como lo es Ecuador. La Tricolor, de azul en la noche del lunes, redujo a un conjunto que hasta el momento se mostraba como una de las mejores del clasificatorio sudamericano.
Ese rótulo no le sirvió para complicar a los muchachos de Reyes. El primer tiempo fue parejo, pero Colombia nunca lo sufrió. El gran problema estaba a la hora de gestar fútbol. Solo una escaramuza de Jaime Alvarado, volante de marca, hizo que se soñara con un gol que no llegó, ni estuvo cerca.
Ganas. Eso fue lo que más demostraron los jóvenes en la segunda mitad. La Tricolor se adueñó del balón y depositó sus esperanzas en lo que produjeran Iván Angulo y Jeison Tolosa. Ellos dos son los más hábiles del equipo nacional, pero su criterio a la hora de entregar la pelota sigue en el debe.
Ecuador se limitó a contragolpear y a complicar con sus rápidos atacantes. No obstante, la defensa continuó estando a la altura.
Reyes quemó las naves mandando a Rivaldo Correa, Johan Carbonero y José Enamorado al campo, pero la falta de gol es un mal endémico que se extiende en todo el plantel. Los que salen, se marchan deprimidos; quienes ingresan, lo hacen cabizbajos.
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Para colmo, en la última jugada se equivocaron los que no suelen hacerlo y Ecuador encontró un gol que fue demasiado premio para lo que mostró en cancha.
El gol no es amigo de la Selección Colombia y el Mundial de Polonia cada día más parece una quimera. Las matemáticas siguen dándole oxígeno a una Tricolor que cuando se mira al espejo solo ve un fantasma llamado ‘gol’.