Juan Carlos Osorio ahora es un prócer. Atrás quedaron las críticas, las malas lenguas sobre su trabajo y en México ya nadie discute su sapiencia y su compromiso con el proceso de la selección azteca. Luego del batacazo ante Alemania, tocaba la confirmación frente a Corea Del Sur.
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La segunda presentación manita fue en Rostov del Don. Allí, 50.000 mexicanos coparon el estadio Arena, siendo los visitantes que mayor fuerza están haciendo en Rusia.
Por su parte, los coreanos se jugaban sus oportunidades, luego del debut con derrota frente a Suecia. Ante ese desespero, los muchachos de Osorio decidieron cederle el balón a los asiáticos y ser reactivos, justo como contra Alemania.
En una de esas salidas veloces, el Tri consiguió premio a su veriginosidad, luego de que un inocente jugador coreano metiera la mano en el área y el árbitro pitara penalti.
Carlos Vela tomó el balón, engañó al arquero y puso el gol que dejaba a los aztecas a las puertas de la clasificación azteca.
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El libreto no cambió en el remate del primer tiempo, ni en el comienzo del segundo. Los ataques coreanos eran intrascendentes y los contragolpes mexicanos daban la sensación de liquidar el encuentro en cualquier momento.
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Así fue. Similar al gol frente a los germanos, México pisó el área sin mucho titubear, Javier Hernández recortó y de derecha marcó el segundo tanto. A partir de allí, los nervios en Rostov se disiparon y el “ole, ole” en la tribuna se hizo sentir, lo mismo que el ‘Cielito Lindo’.
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El descuento de Heung-Min Son sirvió para la anécdota y para firmar uno de los mejores goles del Mundial, pero para nada más.
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México tuvo otra demostración de carácter. Ese que durante su rica historia siempre han tenido, pero al que le faltaba orden y directriz que al parecer les está impregnando Osorio.
Los aztecas no se cambian por nadie y comienzan a adoptar al ‘Profe’ como propio. Luego de tantos escupitajos, hoy lo que se escucha es “Gracias, Osorio”. La clasificación a octavos está casi asegurada y mucho en ello tiene que ver un colombiano.