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Muriel: “En los momentos de dificultad, nunca perdí la sonrisa”

El delantero colombiano del Sevilla Luis Fernando Muriel destacó la confianza que el entrenador italiano Vincenzo Montella ha depositado en él y dijo que, pese a sus comienzos irregulares en el club sevillista, en los momentos de dificultad «nunca» perdió la sonrisa.

«Siempre mantuve la alegría, sabía que era un momento que tenía que vivir para recoger después los frutos de ese sufrimiento, tenía que ver cómo el trabajo no era retribuido con resultados y era duro», aseguró el delantero a la televisión del club después del gol logrado en la ida de la semifinal copera ante el Leganés (1-1).

Muriel señaló que «marcar este tipo de goles y saber que lo está haciendo bien, te da confianza y felicidad», y recordó que en los momentos difíciles que ha vivido desde que llegó el pasado verano a Sevilla procedente del Sampdoria italiana se «refugió» en su mujer y sus hijas.

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«Con mi familia intentaba desconectar, pero los pensamientos negativos también me condicionaban a la hora de entrenar, no me reconocía en los entrenamientos, quería demostrar pronto por qué me ficharon y cometía errores que no eran míos, que no eran propios de mí», reflexionó el punta de Santo Tomás.

Añadió que trabajó psicológicamente para revertir esa situación y que, además, influyó positivamente la llegada al Sevilla, en sustitución del depuesto Eduardo Berizzo, de Vincenzo Montella, quien desde que llegó le pidió «que fuera fuerte, que sabe que soy muy bueno y que tenía que hacer veinte goles».

Indicó que el italiano, con el que coincidió en el Calcio, le explicó que «en esta liga hay más espacios» y que puede «aprovecharlos para hacer muchos goles»; y pese a su evolución, Muriel reconoció que aún puede dar más de sí porque está «al sesenta o setenta por ciento».

En su lucha por ser mejor, Muriel dijo tener presente las dificultades de su infancia, en la que su padre, taxista, ganaba una media mensual de unos siete euros y él tenía que contribuir a la economía familiar «vendiendo boletos de lotería y unos abalorios» que hacía su abuela.

«Con el dinero que ganaba podía pagar el billete de autobús para ir a entrenar con la escuela Santo Tomás. Después de haber vivido con dificultades, se valora mucho más la vida. Cada cosa que consigo tiene un valor más alto. Cuando gané mi primer sueldo con Udinese, cumplí un sueño, comprarle un taxi a mi padre porque él trabajaba para otra persona», recordó.

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