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El trabajoso encanto de correr tras un balón en América Latina

Bogotá, 30 oct (EFE).- Correr tras un balón da mucho más trabajo de lo que se cree y no siempre premia a los empleados del fútbol con una vida ‘a cuerpo de rey’.

En las canchas de los diez países afiliados a la Confederación Sudamericana en las que los 162 equipos de Primera División emplean 4.050 jugadores, ejercer como futbolista profesional exige, entre muchas cosas, dedicación plena, poco tiempo para el ocio y fidelidad a las concentraciones, que críticos comparan con un régimen monacal.

En otras palabras, privarse de una ‘vida normal’, pues no existen los domingos en familia, la pausa por Semana Santa o para acompañar a los hijos en sus vacaciones escolares, son condiciones para ser un activo del mercado de piernas en México con sus 18 equipos de primera y 450 jugadores, o de las 32 entidades profesionales que emplean a unos 800 más en Costa Rica, Honduras y El Salvador.

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Cumpleaños o celebraciones familiares a mitad de semana o salidas nocturnas ni pensarlo. A no ser que sea a escondidas del técnico o al amparo de la lesión o sanción que alejan temporalmente al jugador de las canchas.

El anhelo de tener ‘vida normal’ unió en Brasil a los sindicatos de jugadores en un pulso con los hombres que rigen el fútbol y los medios que garantizan el espectáculo.

Y esta semana los futbolistas se anotaron un auténtico golazo al recibir la garantía de que desde el 2015 disminuirá el número de partidos por temporada, aumentará el tiempo de preparación de las pretemporadas y, lo más importante, habrá vacaciones por un mes.

La mayoría de los veinte equipos de Primera División en Brasil juegan entre 65 y 75 partidos por año, es decir 21 más que los previstos por el Barcelona para el periodo 2012-2013.

Si el Sao Paulo llega a la final de la Copa Sudamericana, terminará 2013 con 85 compromisos, lo que impone una secuencia de partidos en fin de semana, mitad de la misma y final de la siguiente.

En Uruguay, por convenio con la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales, los jugadores tienen derecho a veinte días de vacaciones al año pagas, que son de obligado cumplimiento para los clubes. De esos veinte días, al menos diez son obligatorios que los jugadores los disfruten a partir del 22 de diciembre.

En Chile, el Código del Trabajo para los asalariados que llevan más de un año trabajando para el mismo empleador, incluidos los futbolistas, establecen vacaciones de quince días hábiles, de lunes a viernes, o veintiún días incluyendo los fines de semana.

Hasta 2012 esto sucedía en enero, pero a partir del ordenamiento de la Liga para hacerla coincidir con el calendario europeo, las vacaciones se podrán tomar entre mayo y julio, antes de Apertura, aunque el Sindicato Interempresa de Futbolistas Profesionales sigue recibiendo denuncias contra clubes que buscan reducir este periodo.

Venezuela puede resultar un auténtico paraíso para los hombres que ofrecen su ‘pie de obra’ ya que el Apertura se juega entre enero y mayo y el Clausura entre agosto y diciembre, en coincidencia con el calendario escolar, de forma que los jugadores toman las vacaciones oficiales escolares de 45 días.

El calendario varía de club en club en función de si disputa el octogonal final clasificatorio a la Copa Sudamericana y las finales entre los campeones de cada torneo, competiciones que pueden extender hasta quince días más el calendario oficial de partidos.

No obstante ni estas condiciones óptimas para el descanso superan las que disfrutan los jugadores en Europa.

A mediados del año, para tener una idea, los jugadores del Real Madrid que no son habituales en los llamados de sus selecciones, disfrutaron de 60 días libres desde que paró la Liga, el 16 de mayo.

Jugadores como Iker Casillas, Sergio Ramos, Álvaro Arbeloa y Marcelo tuvieron unos diez días menos vacaciones porque se unieron a sus selecciones para disputar la Copa Confederaciones.

Cristiano Ronaldo tuvo 34 días de asueto mientras que el brasileño Marcelo solo tuvo 21.

Pero la informalidad también afecta el ‘pie de obra’ en América.

La relación laboral entre futbolistas y equipos en Bolivia «todavía no está del todo reglamentada», explicó a Efe Luis Fernando Caballero, representante de Futbolistas Agremiados (Fabol).

Para fines salariales se tienen contratos «modelo» que establecen que cada futbolista debe tener once meses de trabajo al año, a fin de poder recibir en igual número de cuotas el sueldo anual pactado.

En la práctica, los futbolistas tienen alrededor de tres semanas de descanso a medio año y un receso oficial por un tiempo similar por las fiestas de Navidad y Año Nuevo, aunque al final todo depende de la modalidad de campeonato que se esté disputando, por grupos o ‘todos contra todos’, y si se realizan torneos amistosos en medio.

En Colombia se debate un proyecto de ley que busca reglamentar las relaciones laborales en el fútbol en medio de un ambiente de protesta de los jugadores por los bajos salarios, la carga laboral y la violencia alrededor de ese deporte, entre otros asuntos.

En El Salvador, cuya primera división es asunto de diez equipos e involucra a unos 250 jugadores las vacaciones dependen de «cómo arregle (el jugador) con su equipo». «Es algo interno», declaró a Efe una fuente de la federación local.

En Panamá, cuya selección tuvo hasta el último minuto el pase a la repesca al Mundial de Brasil, que eliminaba de paso a México, la mayoría de los diez equipos de primera solo pagan a los futbolistas por los cuatro meses de actividad.

En México no hay ley que indique el tiempo que un jugador deberá trabajar en un año para tener derecho a vacaciones ni los días de las mismas, así como tampoco la duración de su jornada de trabajo.

Al final se impone el acuerdo entre las partes pero depende del tiempo de permanencia de los equipos en cada torneo. Suele ocurrir que los jugadores reciben dos semanas de descanso al terminar cada torneo y un par de semanas en diciembre.

En Costa Rica los doce equipos de la elite juegan dos torneos por temporada: el de Verano, que va desde mediados de enero hasta mayo, y el de Invierno, de agosto a mediados de diciembre.

Los dos periodos de vacaciones para los casi 300 jugadores que juegan en primera dependen de lo determinado por los directivos, aunque en media pueden sumar veinte días al año, similar al que tienen los 250 que nutren los diez equipos de Honduras, el otro país clasificado a Brasil por la Concacaf.

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