Escrito y dirigido por Sally Aitken, este documental cuenta la historia de Valerie Taylor. Si el nombre suena familiar, es porque esta australiana de 85 años ha pasado la mayor parte de su vida bajo el agua. Comenzó siendo todavía una adolescente y descubrió su habilidad para la pesca y el buceo. Después conocería a su esposo, Ron Taylor, y ambos comenzarían a dar de qué hablar por sus conocimientos en las barreras de coral, las cuales conocían como la palma de sus manos.
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A finales de los 60 ya eran pioneros en la filmación de tiburones blancos, labor que realizaron sin celdas protectoras como las que se utilizan hoy en día. Fue así como Steven Spielberg los contactó para la grabación de Jaws, la afamada cinta sobre un temido tiburón blanco. La participación y entendimiento de los tiburones de los Taylor sería definitiva para la grabación de esta película. Luego vendrían otras, como The Island of Dr. Moreau (1996) y The Blue Lagoon (1980), donde Valerie, en especial, le enseñó a los actores a grabar bajo el agua con algunos fundamentos de buceo.
Tuvimos la oportunidad de conversar con Valerie Taylor, quien más allá de Hollywood ha dedicado su vida al activismo por la conservación de los tiburones, que han sido ampliamente estigmatizados e incomprendidos por unos cuantos ataques a humanos. También nos acompañaron Sally Aitken y Bettina Dalton, directora y productora de este documental, respectivamente.
Para empezar, Valerie expresa que esta producción busca que las personas tengan una mejor comprensión sobre los tiburones. «La cinta no hace una diferencia para los tiburones, pero ojalá haga una diferencia en la percepción que se tiene de ellos», dice. «Los tiburones, en general, pueden ser amigables, tanto como un perro. Pero tienes que darles una razón para que quieran pasear contigo; a veces les doy un pequeño pedazo de comida y me siguen, como lo haría un perro. Así es como trabajo con ellos frente a la cámara, y puede que parezca como algo «valiente», pero lo cierto es que ellos están allí como perritos, esperando que les des un bocado de pescado».
<span style="color:#236e18" class="has-inline-color"><strong>«Los tiburones, en general, pueden ser amigables, tanto como un perro. Pero tienes que darles una razón para que quieran pasear contigo</strong>«</span>
Y es que Valerie impresionó al mundo con su capacidad de cercanía con estos depredadores, pero asegura que nunca pensó que las personas se tomarían Jaws en serio. «Es una cinta acerca de un tiburón ficticio, no esperarías ver a King Kong en el edificio Empire State de Nueva York, entonces, ¿por qué esperas ver a Bruce en la playa? El hecho de encontrarte con un tiburón es algo muy raro, muy pocos lo harán en sus vidas, y si lo hacen, considérense privilegiados», comentó.
<span style="color:#0d821f" class="has-inline-color">«<strong>El hecho de encontrarte con un tiburón es algo muy raro, muy pocos lo harán en sus vidas, y si lo hacen, considérense privilegiados</strong>«</span>
Además, para esta activista, es clave recordar el papel de los tiburones dentro de los océanos, donde «limpian» la población de peces al comerse a los animales que ya envejecieron o que no están saludables. «Mantienen a las poblaciones marinas fuertes», explica, y lamenta que se les cace solo por sus aletas. «Es algo terrible, es comparable a la caza de elefantes por sus colmillos, o de tigres por su piel. Yo creo que somos una raza amigable, pero solo pensamos en nosotros, y un día pagaremos el precio por pensar así. Debemos cuidar a los tiburones».
Nadando contra la corriente
Pero no todo es color de rosa, por más heroica que sea la vida y el trabajo de Valerie Taylor. Tal como ella misma reconoce, mucho de lo que ha hecho en 60 años de vida se está perdiendo: «hay sobrepesca, y no hay mucho que se pueda hacer», dice. «El mundo cambió, yo envejecí. Comencé a bucear cuando el agua era pristina y no conozco a otra mujer que haya tenido una vida tan afortunada como la mía».
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El documental en sí mismo también fue una labor titánica: «contamos con un archivo muy completo, y sobre todo, con el apoyo enorme de Valerie. Me di cuenta que teníamos que contar su historia y todo lo que ha logrado», cuenta Bettina Dalton. «Encontrar esta narrativa fue un reto, porque teníamos mucho material, más de 50 años anotados en diarios, más de 5000 horas de video para revisar, todas las fotos de Valerie y Ron… era enorme y fascinante, porque vemos a una mujer que, de manera improbable, se hace amiga de uno de los animales más antagonizados del mar. Estaba determinada a contar una historia de una vida maravillosa que además nos daría una nueva forma de ver a estos animales tan importantes para el océano», agrega Sally Aitken.
Para Bettina Dalton, el trabajo de Valerie permite conocer cómo eran los ecosistemas marinos antes de todo el daño humano actual. «Allí podemos ver lo que teníamos y lo que hemos perdido», explica. Sally Aitken, de igual forma, agrega que sigue «aprendiendo e inspirándose» del trabajo que ha hecho Valerie y todas las historias que tiene para contar. «Esto me hizo despertar frente a la responsabilidad colectiva que tenemos, y el poder que tenemos para hacer una diferencia. Por ejemplo, Valerie nos enseñó cómo la sobrepesca ha causado estragos, y yo soy de Nueva Zelanda, donde con mis padres, mis abuelos y bisabuelos, teníamos fotos con toda la comida del mar que se obtenía abundantemente. Nunca me di cuenta de mi responsabilidad y mi relación frente a la explotación de los océanos, así que esto ha sido como un despertar, que creo que muchos también tendrán. La conservación está en cada uno de nosotros».
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