Juanquini fue el hombre más buscado por buenos y malos en la primera temporada de Chichipatos, pero ahora, ¿qué pasará con él? ¿Qué tanto ha cambiado?
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Juanquini es el reflejo del colombiano: somos soñadores, tenemos mucha magia, pero a veces no tenemos los recursos suficientes para poder explotar esa magia. En la primera temporada nos dimos cuenta de que Juanquini tiene la magia suficiente para poder llegar a dónde quiere llegar. Lo único que necesitaba era creer más en él y que su familia también confiara un poco más en sus habilidades.
Y justamente, en la segunda temporada veremos unas circunstancias diferentes, porque en la primera lo llevaron como muñeco de trapo para todo lado, y las personas no dudaban en usarlo. Pero ahora, tiene más fuerza, más creencia en sí mismo, y su familia ya empieza a confiar más. Así que ya no será un hombre débil, y por el contrario, sacará a la superficie ese Juanquini valiente y lleno de carácter.
Al final, además de mostrarlo más fuerte, la serie también nos enseñará en esta temporada que una familia unida tiene más poder que cualquiera. Adicional a eso y como un adelanto especial, quiero contarles que durante esta segunda temporada otro miembro de la familia de Juanquini se dará cuenta de que tiene poderes. ¿Quién es?
La familia de Juanquini no es la única que hemos visto en esta serie. También está el hogar disfuncional del ‘Ñato’. ¿Qué pasará con ellos durante esta temporada?
Veremos la unión de las dos familias y entonces allí saldrán a flote las verdaderas personalidades y sabremos quién es quién realmente. Así que vamos a ver al ‘Ñato’ siendo más papá e intentando ser un mejor padre, veremos a la esposa del ‘Ñato’ con otro estado de ánimo, y aunque sigue la pelea entre ellos, lo cierto es que ya no serán los mismos de la primera temporada. Y es que, como familia, tendrán que unirse para sobrevivir y en esa necesidad de supervivencia saldrán a flote otra clase de sentimientos.
«Fue raro volver a grabar, pero nos pudieron más las ganas de crear algo, de hacer contenido para las personas».
Antonio Sanint
¿Cómo le fue retomando grabaciones en plena pandemia y con todos los protocolos de seguridad?
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Al principio fue muy extraño. Nosotros llevábamos unos cinco meses encerrados en la casa, y cada uno tenía miedo, y no solo por el virus, también porque no había trabajo, nadie estaba grabando y los escenarios no estaban funcionando. Yo tenía muy claro que nos íbamos a demorar en empezar cualquier tipo de grabación, porque a diferencia de un trabajo de oficina, los actores debemos estar muy cerca los unos y los otros, y no era lo correcto hace un tiempo.
Así que cuando recibí la noticia me emocioné, porque había trabajo de nuevo, pero también me asusté, porque era reunirnos un determinado número de personas durante cierto tiempo. Sin embargo, con el pasar de los días fuimos perdiéndole un poco el miedo, aunque eso sí, jamás bajamos la guardia. Nosotros grabamos bajo todas las medidas de seguridad y nos hacían pruebas constantemente. Además, muchas personas del equipo, desde maquilladores hasta vestuaristas, fueron protegidas con overoles, botas, máscaras y más. Y nosotros los actores nos quitábamos los tapabocas solamente cuando grabábamos las escenas.
A los actores nos encanta interactuar y a veces hasta se nos va la mano charlando y riéndonos. Y quiero confesarles que algunas veces nos regañaron por estar así y nos pedían respetar el distanciamiento. Además, en las horas de almuerzo nos tocaba solitos porque nos aislaban a cada uno en un espacio. Fue raro, pero nos pudieron más las ganas de crear algo, de hacer contenido para las personas.
La serie tiene varias reflexiones y algunas de ellas no las deja este mago protagonista…
La magia que tiene Juanquini no es propiamente la que nosotros como espectadores pensamos. Y claro, él tiene poderes especiales, ya nos hemos dado cuenta de eso al desaparecer a algunos personajes. Pero a lo que me refiero es que su magia radica en ser buena persona. Juanquini es integro, y a pesar de estar al lado de alguien que lo invita a hacer el mal, lo cierto es que no se doblega, y no lo hace porque tiene claro que debe darle un buen ejemplo a su familia.