Cultura

Escritores locales vigentes en México

Literatura. PUBLIMETRO estuvo con los escritores colombianos Sergio Álvarez, Evelio Rosero y Tomás González. Esta triada representa a Colombia en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que se realiza desde ayer hasta el 2 de diciembre.

Sergio Álvarez
La calle es su musa

Su libro ‘35 muertos’ fue traducido al alemán y la novela ‘La lectora’ fue adaptada al cine y a la televisión.

Álvarez comentó que le gusta “contar historias que salen de la calle”. Para él, escribir ‘35 muertos’ fue como un “acto de exorcismo”, pues aseguró que uno “nace en Colombia y la violencia se le viene encima”.

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Asimismo aseguró que “la vida de un escritor siempre está en sus novelas”, pero que no era una prioridad incluir aspectos de ella en su obra. Señaló que a él lo que le “interesa es encontrar una buena historia”.

Es vegetariano y practica yoga hace más de treinta años. El escritor también reveló que le gusta “la vida popular latinoamericana”.

“Me encanta esa vida que ocurre al borde de las carreteras, donde se escucha vallenato, se toma cerveza y se baila. La vida que ocurre en las ferias populares y en las fiestas de pueblos”, dijo el escritor y agregó que no descartaría la posibilidad de visitar tiendas y ferias en México.

Confiesa que a veces ha escrito bajo presiones económicas. Por ejemplo, cuando escribió ‘La lectora’ tuvo que vivir en la casa de un amigo. “Era como si no tener dinero fuera mejor que tener dinero. Me refiero a la solidaridad inmensa que hay en América Latina. Pues el que está mal puede igualmente irse de fiesta, pasear, comer y vivir. A nadie le importa que tenga o no tenga dinero”, aseguró.

Su novela ‘35 muertos’ es, en sus palabras, una “mezcla de novela erótica, policiaca y de aventuras”. Señaló por último que la Feria Internacional del Libro de Guadalajara es “fascinante porque se concentra la edición mundial, no solo es una feria en castellano”.

“Uno siempre va con las expectativas de cualquier escritor, de tener más amigos, de conocer más gente y tener más lectores”, concluyó.

Evelio Rosero
‘El elegido’

Su libro ‘Los ejércitos’ fue escogido por el diario The Independent en 2009 como el mejor libro traducido al inglés. PUBLIMETRO habló con él sobre su última novela, ‘La carroza de Bolívar’, donde se presenta una imagen desfavorable de Simón Bolívar.

¿Cómo fue escribir una novela después de publicar un libro tan premiado como ‘Los ejércitos’?

Sí me sentí, al principio, algo comprometido con ese éxito inesperado de ‘Los ejércitos’. Pero finalmente ‘La carroza de Bolívar’ se impuso por sí misma, y sé que de ahora en adelante no tendré ningún problema para adelantar las novelas que se me avecinen. Cada novela trae su propio mundo, su propia luz y su oscuridad; lo que le ocurra a cada una de ellas en su camino es indiferente. Los autores sí somos idénticos, envejecemos.

El tono de ‘Los ejércitos’ y de ‘La carroza de Bolívar’ son distintos, pero la violencia sigue presente. ¿Es una constante en su obra?

Es la constante de mi realidad: el tema de ‘La carroza’, que es el de la independencia colombiana, de hace 200 años, es el causante del tema de ‘Los ejércitos’. Ambos se corresponden. Con Bolívar empezaron las cosas que hoy nos sobrecogen. Bolívar fue el ejemplo de los distintos presidentes colombianos, en su mayoría nefastos. Traiciones, asesinatos. Nunca la industria, la educación. Por eso existe la guerrilla, pero tampoco la guerrilla es una respuesta: su ideología anquilosada y anacrónica es mucho peor de lo que el mundo imagina; ni siquiera es ideología.

En un país tan apegado a la historia patria como es el nuestro, ¿tuvo algún temor de presentar una imagen poco favorable de Simón Bolívar?

Ningún temor. Un escritor tiene que ser testigo de su tiempo. El día que el escritor sienta temor, arroje la pluma y húndase en un convento.

En su última novela abunda lo carnavalesco, la ironía, la broma, ¿qué sería para usted la más grande broma de Colombia?

En este momento la más grande broma es el diálogo de paz entre las FARC y el gobierno.

¿Qué otro personaje desmitificaría si escribiera otra novela histórica?

Yo no me propuse desmitificar a Bolívar. Di mi parecer, que es el mismo del gran historiador José Rafael Sañudo, muy distinto a los demás historiadores a que nos tienen acostumbrados, por lo veraz. Invito a la reflexión a través de mi novela. Que cada quien derrumbe su mito cuando quiera. No pienso desmitificar a nadie.

El periodista colombiano Gustavo Álvarez Gardeazábal criticó la novela diciendo que ‘La carroza de Bolívar’ “no alcanzaba a ser la vigorosa historia de los carnavales de Pasto, como ilusiona desde el comienzo. Ni la describe para ignorantes ni la desarrolla para quienes hemos gozado de esas particularísimas fiestas”. ¿Qué puede decir de esas críticas?

Mis amigos pastusos me dicen todo lo contrario. En cuanto a mí, como lector de mi obra, soy de ascendencia pastusa, por padre y madre. Viví de niño los carnavales, durante cuatro años. En ‘La carroza’ los plasmé, y estoy satisfecho con el resultado; es lo mejor que he escrito en toda mi vida.

¿Qué expectativas tiene de la Feria?

Tendré oportunidad de conocer otras obras y escritores mexicanos; cualquier fiesta del libro me interesa, y la aplaudo, porque es más que necesaria en estas épocas de internet.

¿Qué autor nunca deja de leer?

Los rusos del siglo XIX. Me apasionan y me enseñan al tiempo. Ahora estoy releyendo a Pushkin y a Turguéniev.

Tomás González
‘El conversador’

En ‘La luz difícil’ usted cita y hace referencias a textos budistas y taoístas, ¿qué tan importante es la cultura oriental para usted y para su obra?

He venido practicando meditación zen desde hace varios años. La que practico consiste en sentarse y solo respirar, solo ser. Suena sencillo, pero es dificilísimo, pues uno tiende a vivir en la cadena de pensamientos, más que en la realidad, y confunde el pensar con el ser. Considero que ese tipo de disciplina tal vez me haya permitido un acercamiento más directo con la realidad, menos cerebral, y creo que eso se siente en mis escritos.

En un momento David, el narrador de ‘La luz difícil’, dice que “Bogotá es intensa, no particularmente bella, vital sí, pero muy dura para con sus habitantes, como una máquina mal engrasada”. ¿Cómo fue para usted vivir en Bogotá mientras estudiaba Filosofía en la Universidad Nacional y cuando trabajó como barman en la discoteca El Goce Pagano? ¿Se asemeja a lo que cuenta el narrador?

Bogotá siempre ha sido una ciudad dura. Saliendo de El Goce me atracaron dos veces, pues venía con tragos. Si te descuidas en Bogotá, algo malo te puede pasar. Por eso mismo, como habitante de la ciudad uno desarrolla un sexto sentido de cautela y se hace así muy desconfiado y no demasiado amable. Y la culpa de todo eso no la tienen los habitantes, por supuesto, sino sus gobernantes. Bogotá ha sido la capital muy mal gobernada de un país pésimamente gobernado. Desde la Independencia hasta el día de hoy hemos sido gobernados por gentes incompetentes y corruptas. Las clases dirigentes locales y nacionales no tienen absolutamente nada de que sentirse orgullosas, pues solo han desplegado ineptitud, codicia y violencia. Están conformadas por ladrones disfrazados de prohombres.

En su libro, el narrador no parece sentir rencores. ¿Guarda usted rencores o se identifica con el ánimo apacible de su personaje?

David tiene 78 años en el momento de contar la historia y a esa edad uno no se puede dar el lujo de perder el tiempo odiando a nadie.

Usted presenta una forma novedosa y bella de ver la mala ortografía. ¿Qué siente usted cuando se encuentra con palabras mal escritas?

Me produce cierta ternura. Mi hermana Silvia, que ya murió, escribía mal todas aquellas palabras que pudieran escribirse mal y, sin embargo, redactaba con gran claridad.

Publimetro

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