Cultura

The Cranberries certifican con “Roses” su apuesta por una languidez anodina

Madrid, 29 feb (EFE).- «Roses», el sexto disco de estudio de The Cranberries, mantiene la dinámica de los últimos álbumes de la banda irlandesa y, desde su bucólico título, hace patente que cada vez queda menos de la parte agria de aquellos arándanos que en el pasado facturaron trallazos como «Salvation» o «Zombie».

«Roses» (PIAS Spain), lanzado esta misma semana, tiene el mérito, eso sí, de haber devuelto a los estudios a una banda que, reunida hace dos años para una gira mundial después de su disolución en 2003, no entraba al estudio a grabar desde hacía más de una década, cuando publicaron «Wake Up And Smell The Coffee» (2001).

Ambos discos tienen en el denominador común de su productor, Stephen Street, un viejo conocido del cuarteto de Limerick (Irlanda), que ya se hizo cargo de sus dos primeros álbumes, «Everybody Else Is Doing It, So Why Can’t We?» (1993) y «No Need To Argue» (1994), los cuales contenían joyas lánguidas como «Dreams» o «Ode To My Family».

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Esa ha sido, de hecho, una de las notas características de los irlandeses capitaneados por Dolores O’Riordan. Desde el principio, su discografía estuvo trufada de temas de suaves cadencias, una abundancia sabiamente compensada por otros cortes que subían las pulsaciones y que permitían alejar el riesgo del sopor.

«Bury The Hatchet» (1999) es probablemente el disco en el que mejor supieron compensar sus dos vertientes musicales, con ejemplos como el guitarrero «Promises» y el amable «Just My Imagination».

A partir de ahí, iniciaron un viaje hacia paisajes cada vez más bucólicos y autocomplacientes, con exceso de soles, mariposas y flores, que paradójicamente hacían su música menos brillante.

En esa línea, «Roses» abusa de la placidez, arrastrando su repertorio a extremos peligrosamente anodinos.

Puede que «Linger», «Ridiculous Thoughts» y tantos otros no fuesen piezas de hard-rock, pero había en su aparente sosiego un poso amargo y una chispa de rebeldía que las convertían en canciones vivas y singulares.

Presume la discográfica de que el reencuentro de la banda con Street supone un regreso a «la frescura y la originalidad» de sus inicios. La realidad es que este álbum tiene más que ver con la escasa pegada de sus postreros lanzamientos, el mencionado «Wake Up And Smell The Coffee» y los temas inéditos del recopilatorio «Stars» (2002).

El single «Tomorrow» y la canción «Show Me» se encuentran entre lo mejor de este trabajo, que cuenta con un aliciente añadido, el DVD «Live In Madrid», con el concierto que ofrecieron en 2010 en la capital española.

The Cranberries iniciará el 15 de marzo en Auckland (Nueva Zelanda) una extensa gira de conciertos que pasará también por Australia, Asia, Estados Unidos y Europa, y que concluirá hasta finales de noviembre próximo, según la página oficial del grupo.

Podrá comprobarse entonces cómo se engarzan las nuevas canciones con el sólido repertorio de esta banda emblemática de los años 90, a la que se estiman unas ventas superiores a los 30 millones de discos en todo el mundo.

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