Cultura

El ritmo latino de Viña del Mar hace un hueco al pop sobrio de Morrissey

Viña del Mar (Chile), 25 feb (EFE).- El Festival de Viña del Mar olvidó por un día su alma latina para hacer hueco a la elegancia del británico Morrissey que, en un sobrio concierto, sacó a relucir su maestría como figura indiscutible del pop más elaborado de los años ochenta.

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Con la pesada etiqueta de estrella anglo invitada del certamen, el exlíder de la desaparecida banda «The Smiths» ofreció una actuación de una hora y media en la que no permitió que la organización del certamen le entregara los habituales premios, algo que sorprendió a las 15.000 almas que llenaron la Quinta Vergara.

Además de repasar sus más de 20 años de carrera en solitario, recuperó del baúl de los recuerdos algunos de los temas de la banda con la que saltó a la fama.

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Patrick Steffan Morryssey se mostró no obstante cariñoso con un auditorio que aprendió la lección y sabía de antemano que no iba a escuchar las composiciones comerciales y bailables de las dos últimas jornadas, en las que reinaron los ritmos comerciales de Luis Miguel y Marc Anthony.

La tercera jornada del certamen empezó a las 22:00 hora local (01:00 GMT) con el chileno Daniel Muñoz, especialista en la cueca brava, uno de los géneros tradicionales de baile del país austral, al que le siguió la actuación del cantante italiano Salvatore Adamo.

Ambos artistas desfilaron por el escenario de la Quinta Vergara no sin polémica, pues el primero ofreció un espectáculo de menos de media hora que, a juicio de los numerosos silbidos del «monstruo», fue demasiado corto, mientras que a Adamo le falló el micrófono en la canción con la que abrió su concierto.

Acompañado por la banda folclórica «3 x 7 veintiuna», Muñoz ofreció una actuación que, a causa de las exigencias de la organización, tan sólo duró media hora.

Pese a esta limitación, tuvo tiempo de acordarse de los habitantes de la región de Aysen, en el sur de Chile, que en la última semana han elevado el tono de sus protestas para mostrar su disconformidad ante el aislamiento que sufre la zona.

A continuación, con más tiempo para rememorar sus más de 40 años de carrera, saltó a la palestra Adamo, quien a sus 71 años aguantó en el escenario más de una hora y media para repasar desde sus baladas más románticas hasta sus temas más desenfadados.

El plato principal de la noche se sirvió por exigencia del chef a las 00.45 hora local (03:45 GMT), mucho antes de lo que habían planificado los organizadores, por lo que se tuvo que suspender la actuación del concurso folclórico.

Este incidente auguraba una actuación llena de excentricidades, pero las previsiones iniciales no se cumplieron, y una vez saltó al escenario, Morrissey disipó fantasmas y, en los compases iniciales, encandiló a la Quinta.

El inicio fue musicalmente prometedor, y con «First of the gang to die» y «You’re the one for me» hizo rugir y saltar buena parte del auditorio.

Por si eso no fuera suficiente, continúo, enérgico, con el himno de su antiguo grupo «There’s a light that never goes out», tema con el que sintió el aliento de sus fans acercándose a las primeras filas del auditorio y abrazándose con algunos privilegiados.

Con «Everyday is like sunday» puso el punto y a parte a una primera parte en la que quemó demasiado pronto sus éxitos más conocidos.

Después de las ganas iniciales, rebajó los decibelios y repasó alguna de sus composiciones más melancólicas como «Let me kiss you», tema con el que terminó sacándose la camiseta, ante la estupefacción de su seguidoras que dejaron escapar los primeros y últimos vítores histéricos de la noche.

«Nobody love us» y la alegoría a la dieta vegetariana «Meat is murder» precedieron el «How Soon is now», tema con el que dio por terminada la velada, sin ofrecer ninguna canción extra, un hecho que dejó con mal sabor de boca a un público que esperaba algo más de una de las estrellas del festival.

Por Víctor Martí.

Viña del Mar (Chile), 25 feb (EFE).- Las exigencias del mexicano Luis Miguel y el británico Morrissey para actuar en el Festival de Viña del Mar, en Chile, han causado molestia tanto en la organización como entre el público y se han convertido en la comidilla del certamen.

Los periódicos impresos y digitales, las emisiones radiofónicas y los programas de televisión repasan hoy con profusión las peticiones hechas por el británico, que actuó en la noche del viernes en el popular festival del balneario chileno.

Si los requerimientos de Luis Miguel, que actuó el miércoles, entraban dentro de lo esperable, la actitud del británico ha terminado por caldear los ánimos y ha hecho poner en cuestión hasta qué punto se tiene que acceder a los designios de las estrellas.

Morrissey, que tenía que cerrar la jornada, exigió salir al escenario antes de la 1.00 (4.00 GMT) del sábado tal como estipulaba su contrato y amenazó incluso con no cantar, según relataron hoy los comentaristas del programa matinal de Chilevisión, el canal que organiza el festival.

Esto obligó a cancelar la competencia folclórica, lo que desató la molestia de los nueve miembros del jurado, que en bloque se retiraron del auditorio de la Quinta Vergara. «Mejor nos vamos», dijo la española Rosana, que integra el equipo evaluador.

El exlíder de la desaparecida banda «The Smiths» exigió también que los presentadores no interrumpieran su espectáculo, como habitualmente hacen para entregar los premios concedidos por petición popular, y cuando terminó su concierto se retiró sin aceptar galardón alguno.

Pero el británico ya había dado que hablar entre bambalinas: cuando llegó desde Santiago apenas una hora antes de su espectáculo, todo el personal que trabaja en la Quinta Vergara debía estar encerrado en sus dependencias para que la estrella no se cruzara con ellos.

«No solo se cortó la competencia, sino que además no podíamos pasar, no podíamos entrar a ninguna parte, nos dejaron encerrados en una escalera», explicó Francisca García-Huidobro, miembro del jurado y presentadora de Chilevisión, en declaraciones a ese canal.

En otro capítulo de sus excentricidades, el artista pidió cubrir de toallas blancas el baño de su camarín, tal como mostró la misma televisión, y solicitó que no se sirviera nada de carne en los cócteles, puesto que él es vegetariano.

La actitud de Morrissey sorprendió especialmente porque el artista había llegado a Santiago a comienzos de esta semana y había mostrado un comportamiento bastante normal: en sus salidas del hotel caminó por la calle sin mayor protección y se hizo fotos con sus seguidores.

Pero en Viña del Mar, donde tampoco ofreció la rueda de prensa que los artistas suelen conceder antes de su concierto, Morrissey hizo recordar el lado menos amable de Luis Miguel.

El mexicano pidió tener a su disposición 120 toallas blancas, de las cuales solo utilizó tres, pidió también no toparse con nadie entre bambalinas y exigió reforzar la seguridad en el anfiteatro de la Quinta Vergara.

Tampoco ofreció rueda de prensa y también pidió que no se le interrumpiera durante su espectáculo, aunque al final del concierto sí aceptó recoger todos los premios, incluso una inédita gaviota de platino, creada especialmente para él por sus 30 años de carrera.

Tanto él como Morrissey han dado más que hablar por sus excentricidades que por su despliegue musical y han marcado el contrapunto con Marc Anthony, otra estrella de primera fila que el jueves demostró que sí se puede ser famoso, sencillo y caballero.

La Paz, 25 feb (EFE).- La primera actuación de la boliviana Rossana Marín en el Festival de Viña del Mar fue criticada por exautoridades y músicos de su país que la calificaron de poco afortunada y opinaron que debió haberse preparado más.

La exministra de Culturas y cantante folclórica Zulma Yugar dijo que la presentación «no fue muy afortunada» y cuando se trata de festivales de magnitud como el de Viña del Mar «habría que considerar una representación un tanto más profesional», cita hoy el diario La Razón.

Marín, que obtuvo un bajo puntaje el jueves, explicó que cuando comenzó a interpretar su tema se preocupó porque no se escuchaba bien y cantó «casi calculando algunas partes», pero decidió seguir adelante porque se sentía como un militar en combate.

«Los bolivianos no nos rendimos nunca y así seguí adelante, ya no podía marcha atrás. Solo yo sabía lo que pasaba», dijo Marín, según una entrevista publicada hoy por el rotativo La Prensa.

Consultada acerca de si cree que pudo haber sufrido un boicot, Marín dijo que prefiere pensar de forma positiva y seguir adelante con su segunda presentación, que será esta noche.

El vocalista del grupo boliviano Bonanza, Edgar Rojas, opinó que las autoridades deben controlar la selección de los interpretes para estos festivales porque muchos de ellos hacen «quedar mal al país» y se juega el nombre de Bolivia, conocida por su riqueza folclórica.

«Fue una presentación mala, faltó carisma, el vestuario fue pésimo, es una pena para la imagen de Bolivia», dijo Rojas, informa hoy matutino Página Siete.

La cantante Enriqueta Ulloa dijo que hacía falta un mayor trabajo para la presentación en el festival y cuestionó que Marín usara un «traje que distorsiona la danza del caporal», que Bolivia defiende como patrimonio de su acervo cultural.

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