Juanes y el rock

Juanes siempre ha sido un tipazo. Tan buena gente es, que a veces se excede y termina siendo nuestro Bono, nuestro cantante de las buenas causas. No en vano, Fíjate bien es ícono de lo que puede ser esta tierra nuestra. El caso es que el nacido en Carolina del Príncipe, Antioquia, en la pasada edición de Rock Al Parque, en los 25 años de este ya mítico festival, se reconcilió con la nación rockera.

Dudas había por doquier. Dudas tenía yo. Las mismas que tengo con él desde hace más o menos una década en la que su música se ha estancado en el mismo ritmo, el mismo sonsonete o la misma propuesta. Y puede que él o usted, amigo lector, digan que no, que todo es la fusión de muchos ritmos, rap, pop, reguetón, guasca, rock y el que quiera decir, pero a la hora de oír las últimas canciones de Juanes la cosa no fluía, cansaba.

Y dolía, dolía porque siempre supe que debajo del manto de la música que él hacía, estaba ahí, dormido, reprimido y ansioso, el melenudo Juanes de la década de los ochenta que bebía pola en la calle, andaba con sus amigos con una grabadora al hombro y recorría los bares de esa Medellín que fue capital del rock de este país, al son de Metallica, Black Sabbath, Queen, Masacre y Judas Priest. Y ese Juanes fue el que unió pasiones e irreverencias junto a otros parceros como Andrés García y crearon Ekhymosis.

¡Ah cosa sabrosa en sus inicios, incluso con la presencia del gran Álex Oquendo! Ekhymosis llenó de riffs el panorama del rock colombiano y plantó cara con temas como Solo, Niño ausente, Desde arriba es diferente, Culpable o inocente, Sálvame, entre otras, en mi listado de favoritas.

Juanes era la voz y la guitarra. Pero era claro, tenía mucho talento y su destino era ser solista; así logró lo que ha obtenido y es un tipo reconocido en todo el mundo al precio de apartarse del metal, irse a las lindes de las baladas, el pop, homenajear de buena forma la guasca y sus raíces, todo bien en esos aspectos, había que triunfar. Y digo bien porque hay canciones de Juanes hermosas como Fotografía, Es por ti, Para tu amor, Nada valgo sin tu amor, por ejemplo, que llenan mi gusto y tienen gran nivel.

En sí lo de Ekhymosis, lo primero en su carrera como solista, unas cosillas más de hace unos años, son cosas enormes de Juanes. Lo último, para el olvido, lo repito, se quedó en el mismo sonsonete. Eso creo y eso no demerita en nada lo que es. Los artistas suben y bajan, el punto es que tengan la grandeza de reinventarse sobre sus raíces.

Y Juanes pisó la tarima de Rock al Parque ante más de 100.000 personas en el Parque Simón Bolívar. Se le notaba nervioso al principio. Era un sueño que cumplía. Arrancó con inteligencia, con sus clásicos, se tomó confianza, le dijo al público que él había sido y era más metalero que muchos, que amaba el género, pero rescataba también el amor, dio el consabido discurso social, soltó tres putazos y ahí se armó la buena farra. Tocó con Zeta Bossio, cantó con Andrés Cepeda y Fonseca, y cerró con una faena de Seek & Destroy, de Metallica. En ese cover volví a ver al Juanes mechudo, de voz perfecta y hasta gutural, afinado, tocando, si no estoy errado, una hermosa guitarra Gibson Flying V negra, ideal para la ocasión. Sonó con poder, sonó con metal, puso a poguear a los incrédulos, estuvo enorme, sonó en su nicho. Y ese nicho, querido Juanes, es el tuyo, es el rock. Vuelve a él.

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