Opinión

La copa de los meteorólogos

Ojo a este recuerdo de Eduardo Arias sobre la Copa América de 1987.

La Copa América de 1987, que se disputó en Argentina, le trae muy gratos recuerdos a Colombia. Fue el torneo que marcó el comienzo de una nueva era, el que consagró a Francisco Maturana, a Carlos ‘el Pibe’ Valderrama, a Arnoldo Iguarán y al fútbol colombiano en general, y del cual mucho se ha escrito.

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Aquella fue una copa extraña. Brasil salió en primera fase, es decir, por la puerta de atrás, al caer goleada por una eficaz selección de Chile que se impuso 4 a 0, con goles de Ivo Basay y Juan Carlos Letelier, que anotaron dos cada uno. por asuntos de reglamento que hoy lucen arcaicos, Uruguay, el campeón defensor, clasificó directamente a semifinales. Así que para proclamarse campeón sólo jugó dos partidos y ambos los ganó 1 a 0. Ante Argentina, en semifinal, y a Chile en la final.

Para los expertos en clima fue un torneo muy llamativo, ya que las condiciones del tiempo fueron protagonistas en dos partidos. El 28 de junio, en el estadio de Córdoba (hoy llamado Mario Alberto Kempes) se enfrentaron Brasil y Venezuela. En el segundo tiempo el viento era tan fuerte que en muchas ocasiones los jugadores intentaban hacer un pase y el viento a favor hacía imposible que el receptor de la jugada pudiera alcanzar el balón, que a veces rebotaba como una pelota de pinpong. Quienes jugaban en sentido contrario veían cómo sus pases largos y sus remates los detenía el viento. E incluso los devolvía. Un saque largo de César Baena, arquero venezolano, el viento en contra lo transformó en un corner a favor de Brasil. Quienes intentaban matar el balón con el pecho veían cómo les rebotaba y se iba a las nubes. Los brasileños, muy superiores, lograron acoplarse la adversidad y golearon 5 a 0.

El clima volvió a ser protagonista en el partido por el tercer lugar entre el equipo de casa y Colombia. Dos equipos que hubieran querido enfrentarse en la final se vieron las caras el sábado 11 de julio. Bueno, lo de «verse las caras» es una muletilla, porque buena parte del partido se jugó bajo un denso manto de niebla y llovizna que hacía imposible ver -al menos a través del televisor- si en la cancha había 22 jugadores. Cuando todavía había una visibilidad normal, los colombianos John Jairo Galeano y Gabriel Jaime «Barrabás» Gómez pusieron adelante a Colombia. El gol del descuento (dicen los que lo pudieron ver allá abajo, en la cancha), lo anotó Pablo Paul Canniggia, cuando la televisión llevaba varios minutos transmitiendo con una cámara a ras de piso, porque desde la tribuna no se veía ya nada.

La niebla y la lluvia fueron el decorado perfecto para el estruendoso fracaso de Argentina en la copa que organizó un año después de haber ganado el Mundial de México de 1986.

Por: Eduardo Arias / @ariasvilla

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