Opinión

Drogas sí, pero no así

Hay unas cosas que entiendo cuando la gente se indigna por la decisión de la Corte Constitucional de tumbar la norma del Código de Policía que prohibía el consumo de alcohol y drogas y espacios públicos, y otras que no.

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Entiendo la incomodidad y la sensación de inseguridad, de sentir que con el consumo en la vía pública algo puede pasar. Cuando la noche cae y la sobriedad desaparece es que ocurren las tragedias. Entiendo también el instinto básico de supervivencia de no querer que nada malo nos pase a nosotros y a los nuestros. Entiendo incluso el afán por proteger a los niños.

Lo que no me cuadra es que hablen de que se están perdiendo los valores, como si hubiera existido un tiempo en el que la humanidad era esplendor y armonía. ¿Cuándo fue eso? ¿Cuando los países se invadían entre sí y se masacraban a millones de soldados? ¿Cuando la Iglesia quemaba gente viva? ¿Cuando la esclavitud era legal? ¿Cuando la pedofilia y el maltrato a la mujer no lo eran, pero casi?

Lo otro es que usen a los niños como excusa para todo. Porque algo hay que tener claro: a esas personas no les importan los niños, solo les sirven de carne de cañón para rechazar cosas que les causan incomodidad por no saber cómo lidiar con ellas, como los gustos sexuales de las personas, por ejemplo. Si a esta sociedad le importaran realmente los niños, no tendríamos las escandalosas cifras de abuso sexual, abandono y asesinato de infantes que manejamos.

Y tampoco les importa la vida de los demás, les importa su modo de vida, que es muy diferente. Si de verdad les importaran sus congéneres, reaccionarían con igual vehemencia ante cualquier cosa que significara una amenaza para la especie. Condenarían el alcohol como condenan la droga (y de paso dejarían de meter en privado mientras en público se las dan de santos); también legislarían en contra del azúcar, que no será una droga peor que la cocaína, como afirmó Petro, pero sí es tremendamente dañina. Y tampoco estarían a favor del porte de armas. Pero insisto, lo que les importa no es la vida, sino su vida, y si para vivir como les gusta hay que matar a unos cuantos, pues venga.

Además, han leído incompleto el fallo, o más bien se quedaron solo con el titular. No es que de ahora en adelante todo el mundo vaya a convertir los parques y avenidas en orgías públicas de sexo, alcohol y drogas. Cualquier desmán o exceso podrá ser denunciado y la fuerza pública deberá actuar al respecto. El problema es que en esos casos deberemos actuar con sentido común y reaccionar de acuerdo a la situación, y si hay algo que los colombianos no tenemos es criterio. Insisto, entiendo a quienes se preocupan por la medida, pero no algunos argumentos que usan.

La droga no hay que prohibirla, al revés, hay que insertarla en la sociedad gradualmente; es la única manera de minimizar el problema. No estamos listos para dar ese paso aún, pero en algún momento tendrá que darse. Si algo nos ha enseñado la historia, es que a la gente no se le puede decir que no haga lo que le gusta. Además, corríjanme si me equivoco, pero nunca nadie se rehabilitó porque no le dejaran meter droga en el parque del barrio.

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