Sobre la masculinidad del hombre en el vestido: Billy Porter.

Deuteronomio 22:5 “No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehova tu Dios cualquiera que esto hace”

Con efectos de contextualizar el siguiente hito histórico caeré en ciertas etiquetas que el lector debe estar acostumbrado a identificar con fines netamente explicativos.

Cuando el actor y cantante afroamericano y abiertamente gay, Billy Porter, llegó e impactó en la alfombra roja de los Oscars con un vestido de Christian Siriano en vez del clásico y estereotipado traje negro, las redes sociales no tardaron en estallar y dividirse entre comentarios que iban del “mejor vestido de la noche” hasta “una abominación”. Más que una declaración de moda, “el hombre del vestido” supone un resquebrajamiento de una de las categorías sociales que existen en el imaginario humano, pero que ha definido la historia de esta por más de dos mil años: la masculinidad; sin dejar atrás la raza y la homosexualidad.

Con fines de no confundir y tener un diálogo abierto sobre los roles de género, el sexo es una clasificación biológica y el género es una clasificación cultural. Este último, que denominamos hombre y mujer, o en su defecto masculino y femenino, se compone de una serie de cualidades y construcciones sociales que nos enseñan, desde el seno familiar y social, cómo cumplir un rol determinado. Es decir, un hombre supondría tener comportamientos agresivos, ser físicamente más fuerte e intelectualmente más avido para mantener su “status” de hombre ante la sociedad. Lo pongo entre comillas porque no existe tal status que defender; ¡ni que estuvieramos todos compitiendo en Miss Masculino del año!

De igual forma, el género y el sexo se entrelazan automáticamente por nuestras concepciones. Todos recordarán por ejemplo, que en un baby shower, el sexo de un bebé se ve asociado de inmediato con un color que marca los gustos y comportamientos mucho antes de que el bebé nazca. Puede ser que a algunos de ustedes les parezca muy normal lo que estén leyendo, pero que un color nos identifique como hombres por algo que biológicamente no está codificado en nuestros genes, y además, vivir en el constante de temor de perder nuestra masculinidad si, por ejemplo, nos llega a gustar otro color, debe ser una discrepancia interna muy fuerte. Esto es a lo que muchos se refieren hoy en día como masculinidad tóxica.

Así como muchos puntos de vistas sociales han cambiado con el tiempo, la percepción del hombre en el vestir también lo ha hecho. En el siglo XVIII, usar pelucas, capas ornamentadas y zapatos de tacón eran signos de virilidad mientras que en la actualidad los trajes y los ornamentos de colores opacos son símbolos de nuestra masculinidad moderna. Es decir, una persona como lo fue Luis XIV hoy en día sería una abominación de Dios cuando en ese entonces la misma iglesia y la sociedad lo consideraban un heredero digno y un ejemplo de hombría. Lo interesante es que la asociación de prendas con femenino o masculino lo hemos venido haciendo deliberadamente, y de acuerdo a esto bajamos el yugo teológico ¿No ha sido muy conveniente y bipolar? Esto nos demuestra la naturaleza imaginada de lo que es la masculinidad.

La clasificación cultural de género moderna entonces nos diría que usar vestido es femenino. Por ende, Billy Porter, a sabiendas de nuestras sacras normas masculinas ¿usó un vestido como plan para acabar con la masculinidad como lo dijo la reportera Tomi Lahren? NO. La masculinidad no está siendo atacada, ni los gays van con un rayo homosexualizador buscando reclutas, lo que está siendo atacado son nuestras creencias e intereses de lo que creemos que un hombre debe ser o debe vestir. Recordemos que no hay en nuestro ADN un gen que codifique el amaneramiento o el gusto por el color rosado, ni hay un concepto de masculinidad bien fundamentado a lo largo de los años. Por ende, ¿hasta qué punto realmente existe? ¿Por qué seguimos aferrándonos y juzgando en base a algo que no existe?

Mientras esté en el imaginario de muchas personas, dicha masculinidad existirá. Y existe porque crear mitos sociales compartidos nos ayudan a cooperar y organizarnos en masa. Tres desconocidos pueden sentarse hablar de la nada sobre lo poco hombre que se ve Pepito Perez al usar un pantalón ajustado. Con que una persona cambie su forma de pensar no es suficiente. Necesitamos poner de acuerdo simultaneamente a millones de personas para crear una nueva politica imaginaria donde por lo menos las prendas no pertenezcan a un género. Ideal pero poco alejado de la realidad.

Billy porter usó la moda como medio de expresión propia y de identidad personal y el mundo reaccionó. Muchos lo aplaudieron desde su celular, pero el mundo siguió su curso. En la moda, nada cambió y va cambiar por ahora. Lo mejor que nos queda hacer es siempre ser fieles a nuestra identidad personal, no para imponer algo “diferente” o acabar con la opresión y la marginación social, sino para normalizar la coexistencia de los diferentes desarrollos culturales en el ser humano.

 

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