Se nos ha dicho que una de las cosas más importantes es descubrir quiénes somos, algo tan grande y enigmático como extraño e incluso lejano. Siempre que alguien quiere pasar por profundo pregunta algo como: “¿quién eres? No cómo te llamas o qué haces, ¿quién eres?
PUBLICIDAD
Y digo que quiere pasar por profundo porque cuando se pregunta de esa manera, y además se enfatiza, la pregunta en sí misma queda sin validez, ya que parecería aclarar de forma inmediata que lo que se busca no es saber el quién ni el cómo. Pero si es así, ¿qué es lo que se busca entonces con semejante pregunta existencial?
Un buen inicio sería empezar por pensar en qué te define: ¿tu salario?, ¿la ciudad donde vives?, ¿el cargo que tienes?, ¿tus amigos?, ¿tus padres?, ¿tu pareja?, ¿ser hincha de un equipo de fútbol?, ¿tu apellido?
Todas esas cosas dan un contexto a todo lo que eres, un marco en donde se pueden desarrollar tus cualidades, capacidades y aptitudes, y por consiguiente ayudan a potenciarte, pero no es estrictamente lo que te define. Desde mi perspectiva, lo que nos define tiene que ver, en primer lugar, con la manera en que logramos conectar lo que pensamos, sentimos y hacemos, y con las oportunidades que creamos y desaprovechamos, así como con la manera de reaccionar ante lo que vivimos a diario.
La conexión entre el pensar, sentir y hacer da coherencia a nuestra vida, permite generar identidad y nos ayuda a actuar consecuentemente con aquello que somos, aun a pesar de nuestro contexto. Tener una conexión sólida en estas tres acciones hará que actuemos transparentemente con nosotros mismos y no que seamos simples seguidores de la manada en la que nos desenvolvemos, fortaleciendo nuestro carácter.
Las oportunidades que creamos y aquellas que dejamos pasar también nos definen, solo estas y no las que se presentan frente a nosotros y tomamos, ya que son simplemente resultado de la cotidianidad. Pero cuando tenemos la determinación para crear una oportunidad, entregarnos a ella y hacerla funcionar, la historia es otra. Cambian nuestra historia esas oportunidades que no tomamos, que desaprovechamos por nuestros miedos, dudas e incluso pereza; y no es que se pierdan, otros las aprovechan y nosotros tenemos que ser testigos de ello. Es así como las oportunidades que creamos y las que dejamos pasar nos enseñan y muestran el nivel de discernimiento, constancia y creatividad que tenemos, es puro instinto de super-vivencia (sí, así separado, porque es la manera en la que podemos crear una super-vida para nosotros).
Por último, la forma en que reaccionamos ante el día y la vida dice todo de nuestras cualidades personales e intelectuales, agrupa todo lo anterior y lo lleva a otro nivel. Como tratamos todo y a todos quienes nos rodean –ya sea una caneca de basura, un cliente, nuestro jefe, una persona que amamos, nuestro perro o gato, el mesero o la reina de Inglaterra– y la forma de reaccionar a sus respuestas dice todo de nosotros.
Por eso, tal vez la pregunta existencial que deberías hacerte no es ¿quién soy?, ya que todos somos maravillosamente únicos y diferentes, y además la respuesta tal vez solo te interese a ti. La pregunta realmente importante es: ¿para qué soy?…