Con el robo de la bicicleta del español Óscar Sevilla quedaron en evidencia dos características de nuestra sociedad: la inseguridad y el servilismo hacia el extranjero.
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Empecemos por lo segundo. Al agente de la DEA James Terry Watson lo mataron mientras le hacían el ‘paseo millonario’ en Bogotá, y a menos de cinco días del asesinato la Policía había capturado a seis de los delincuentes. Todos fueron extraditados a Estados Unidos y recibieron penas no menores a 20 años. Ese mismo año, 2013, en un día capturaron al responsable de robar a los jugadores del equipo de fútbol español Sevilla en un hotel de Medellín mientras estos se encontraban en el estadio jugando contra Atlético Nacional. En ambos casos las autoridades actuaron rápidamente por tratarse de personas nacidas en otro lado.
Y esta vez fue la misma cosa. Otra vez España, otra vez Sevilla; pero esta vez Óscar y no futbolista, sino ciclista profesional. Lo atracaron el pasado domingo, temprano en la mañana, en la calle 125 con carrera 11 cuando salía a entrenar. Entre varios lo rodearon y lo empujaron al suelo para quitarle la bicicleta. Lo lograron y a Sevilla lo dejaron de clínica, la Santa Fe para ser más exactos, donde lo operaron esa misma tarde de una fractura en una de sus muñecas.
De inmediato salió el alcalde a lamentar el hecho y a pedir mano dura contra la delincuencia. Por tratarse de un extranjero que además es un deportista destacado, aquí sí sirvieron las cámaras de seguridad y las autoridades actuaron y en cuestión de horas identificaron a los atracadores y recuperaron la bicicleta, avaluada en unos 28 millones de pesos.
No pasa así con el resto de las víctimas. Entre el primero de enero y el 7 de marzo de 2017 se robaron en Bogotá 382 bicicletas, mientras que en ese mismo periodo, pero de este año, la cifra subió a 879, más del doble. ¿Por qué? Porque por gusto, necesidad o deporte, cada vez más personas usan bicicleta. Además, los ladrones se han sofisticado y ya saben de marcas, modelos y precios, pero también de rutas y horarios de quienes la usan. Pero lo más importante es que acá la gente hace lo que se le viene en gana. Desde el político que roba, pasando por el ciudadano común que se pasa un semáforo en rojo y terminando con el delincuente de la calle, acá ya sabemos que podemos hacer lo que nos plazca y no nos va a pasar nada. Es más, en muchos casos quienes están encargados de capturar a los criminales y de juzgarlos trabajan en llave con ellos.
En Bogotá, si vas a pie te atracan, si vas en bus, también, y es lo mismo si andas en carro, en bicicleta e incluso si estás en un restaurante o tranquilo en tu casa, porque hasta allá llegan a robarte. En el caso concreto del ciclismo, muchos han optado por salir en grupo y escoltados, por irse en carro a las afueras y ahí sí montar, o sencillamente por no salir.
Hace un par de años fue lo mismo con Carlos Vives, a quien también ‘le bajaron’ la bicicleta, y nuevamente se armó escándalo y la Policía se movió para recuperársela. Y está bien, es bueno que actué rápido y sea efectiva, para eso está. Lo que quisiera es que la ley fuera para todos y que ayudaran sin necesidad de haber hecho una canción con Shakira ni haber ganado tres vueltas a Colombia.